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Tras varios años de reconstrucción y de laboriosa autoconfianza, bien puede decirse que Jordi Sánchez ya ha conseguido recuperar para OBK el estatus que antaño tuvo y que merecía volver a disfrutar. Tras la marcha de Miguel Arjona en 2012, el cantante y compositor malagueño ... ha luchado con constancia por mantener la llama del grupo y de su repertorio. Lo ha hecho renovando el sonido, remezclando, colaborando con otros artistas, girando dentro y fuera del país e incluso lanzando un disco en directo grabado en México.
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En definitiva, Jordi Sánchez ha trabajado duro y con constancia en lograr lo que resultó más que evidente tras ver su concierto en la sala sinfónica del Centro Cultural Miguel Delibes. Y es que en los últimos años, sus fans de Valladolid han sido testigos directos durante los últimos quince años de la fase 'reload' del grupo. El resurgir del fénix de OBK se experimentó en Valladolid primero en la desaparecida sala 'My Way' de Valladolid y también en un concierto 'remember' compartido con otros clásicos en el Lava. Su concierto del pasado año también en el Delibes ya supuso un aviso de la recuperación de OBK con el pulso de su leyenda. Pero ayer, el resurgir se mostró de una manera definitiva. La autoconfianza de Jordi en su grupo de siempre se mostró anoche con una fuerza escénica y de sonido arrebatadora.
Desde los momentos preliminares al concierto, Jordi Sánchez supo cómo calentar a su público tirando de recursos visuales con el 'logo' de OBK reivindicando leyenda desde la pantalla central del escenario. Todo ello por encima de una 'pinchada' con guiños al pop electrónico internacional de los 80. La oscuridad de la sala y los 'leds' de la actual era de las pantallas evocaba, irremediablemente, el ambiente de las grandes pistas de baile que, desde el mediterráneo, aún reinaban en el mundo allá por los primeros años 90.
Tras este calentamiento ambiental , Jordi Sánchez salió al escenario después de que lo hicieran sus actuales músicos, concretamente un dúo formado por sintetizador y bases y por un guitarrista realmente arrebatador. Tres artistas siguen bastando, también actualmente, para convertir lo que se llamó 'Techno Pop' en una fórmula perpetua que continúa ganando adeptos y que mantiene el respeto y la entrega de un público de masas. De esta manera, lejos de estar ante un repertorio adaptado a un público estacado en butacas, OBK tiró de 'hits' y de participación del público desde el primer momento. Así, arrancó el concierto con éxitos como 'Tú sigue así' u 'Oculta realidad' poniéndole al público difícil aquello de la contención. Importante destacar el trabajo de los visuales con imágenes desinhibidas e incluso un tanto bizarras en la canción 'Quiéreme otra vez'. Estos temas llegaban en una primera parte protagonizada también por temas de la primera época del grupo llegando a cierto cúlmen de sensibilidad colectiva con esa 'Falsa moral' que tanto tocó la fibra de los jóvenes de los años 90. 'La princesa de mis sueños' también supuso toda una ovación.
Pero, reivindicando el ADN bailable de OBK, la noche del domingo no iba de sensiblerías sino de convertir el recinto en una sudorosa pista de baile. Para lograrlo, Jordi Sánchez sacó de la chistera los 'beats' de 'Mi razón de ser', 'Promises' o el inflamable 'Lucifer' con un trabajo de guitarras este último muy destacable. Guitarras, por cierto, que deslumbraron en la inesperada versión de 'Personal Jesus' al final del concierto cuando el ambiente ya era de fuego.
Tras un concierto como el de anoche, la incógnita está servida: ¿Se volverá a ver a OBK en un auditorio o ha llegado ya el momento para ellos de los grandes recintos?
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