Así vivió Valladolid la llegada de la II República
Una mirada a la hemeroteca de El Norte permite reconstruir lo ocurrido aquel día, con miles de personas en las calles de la ciudad
«En Valladolid, como en toda España, ayer fue un día de gran inquietud», decía la edición de El Norte de Castilla que el 15 ... de abril de 1931 llegó a los quioscos. Aquellas hojas de papel que fueron devoradas en un momento histórico son hoy testigo de los sucesos que vivió una ciudad que apenas aparece en el relato que de aquella jornada hace paco Cerdà en '14 de abril', segundo premio de no ficción Libros del Asteroide.
Su repaso al 14 de abril de 1931 tiene paradas en Zamora (un hombre ingresado en el hospitaldespués de recibir un disparo), Granada, Huesca, Vigo, Zaragoza, el cambio de placas de calles en Cádiz o León (con estatuas derribadas, cuadros quemados). Madrid, claro, es el escenario principal. Narra el encuentro entre el conde de Romanones y Alcalá Zamora en la casa de Gregorio Marañón (calle Serrano, 43)para negociar el desenlace político. Cuenta cómo la primera bandera republicana de un edificio público se desplegó en el balcón del Palacio de Comunicaciones. Ocómo el rey Alfonso XIII huía del Palacio Real.
Una mirada a la hemeroteca de El Norte de Castilla, permite aportar datos, sucesos e incidentes que podrían haber entrado a formar parte del libro de Cerdà. Aquel 14 de abril de 1931 fue un día despejado, de suaves temperaturas (6,8 grados a las siete de la mañana, 15 a las 13:00 horas, 14,6 grados a las seis de la tarde), pero de «ventiscas frías y desagradables».
Había anunciada sesión de cine sonoro en el Zorrilla. La bailarina italiana Kermine Karenine participaba en un espectáculo de variedades en la Granja Royal, que hasta la madrugada contó con las actuaciones de las hermanas Jara, la «cancionista» Dorita, «la estrella coreográfica»Matilde Santacruz. César Sanz, un joven de 15 años, tuvo que ser atendido en laCasa de Socorro después de que le mordiera un perro en el muslo derecho.
Los agentes detuvieron a Julio de Castro, acusado de haber realizado varias estafas después de hacerse pasar por empleado de una agencia de seguros. Yel guardia Modesto Serrano, en medio del tumulto de aquella jornada, depositó en las dependencias municipal una cadenita de cuello, de señora, que alguien perdió en un tranvía.
Así transcurría la vida vallisoletana el 14 de abril de 1931, mientras los rumores recorrían «los círculos, tertulias y cafés», que estaban «animadísimos». A falta de twitter, los pucelanos se acercaban curiosos y expectante a la calle Duque de la Victoria, donde El Norte de Castilla colgaba, a las puertas de su redacción, una pizarra con las últimas novedades. «El desfile de gente ante la pizarra de El Norte era incesante. Todos esperaban una noticia definitiva».
Esta llegó a las 18:30 horas, cuando el periódico colgó una actualización «dando cuenta del cambio de régimen». El rotativo hizo sonar además su sirena para anunciar el «sensacional suceso» a una ciudadanía que se extendía por todo Duque de la Victoria hasta llegar al Banco de España. «Al colgar la pizarra con la confirmación de la noticia, los congregados lanzaron 'vivas y aclamaciones' y la multitud corrió al Círculo Republicano y a la Casa del Pueblo», decía el periódico.
Allí, en el Círculo Republicano (en la calle Leopoldo Cano), estaban reunidos, desde las 17:30 horas, representantes de los comités de la Federación Local de Sociedades Obreras, de la Agrupación Socialista, de Alianza Republicana, el Partido Republicano Radical Socialista, además de la Federación Universitaria y la asociación al servicio de la República. Estaban a la espera de las órdenes que llegaran de Madrid para proclamar la República.
Una comisión de los allí reunidos se acercó hasta el Palacio Real, en San Pablo, donde mantuvieron una «cordial entrevista» con el general Cabanellas, quien pidió «la mayor garantía del orden y de la tranquilidad en la ciudad». Después de este encuentro, los señores Guillén, López-Pérez, Iglesias, Pons González y Quintana regresaron al CírculoRepublicano, que ya estaba rodeado por una multitud que no dejaba de lanzar «vivas, aplausos y aclamaciones». Desde allí partió a las 20:00 horas una «imponente manifestación» hacia el Ayuntamiento. Muchos se quedaron en la Plaza Mayor, pero un nutrido grupo llegó hasta el salón de actos de la Casa Consistorial.
Desde el balcón, Eustaquio Sanz Pasalodos («el más veterano de los republicanos vallisoletanos») fue el encargado de proclamar laRepública, mientras pedía «orden, respeto y serenidad». Y la bandera republicana ondeó en el Ayuntamiento. Allí se celebró una sesión extraordinaria para constituir la nueva corporación, con decenas de personas en los pasillos, las tribunas y entre los bancos de los concejales. En un principio, la idea era que esta sesión se celebrara casi en la intimidad, pero la voz se corrió y «el acto, al que se quiso dar carácter privado, tuvo solemnidad popular».
Después de una reunión en el despacho de Alcaldía, los concejales se dirigieron hasta el salón de sesiones. El edil monárquico Manuel Carnicer ocupó la presidencia (el alcalde Santander dimitió y entregó el mando en el mismo momento en el que el rey había resignado a sus poderes). A un lado de Carnicer se sentó el concejal republicano Torre Ruiz. Al otro, el socialista Landrove, que después de la votación fue elegido nuevo alcalde.
Carnicer, en su discurso de traspaso de poderes, subrayó que «todas las personas tienen el mismo valor, aunque difieran de sus ideas». Landrove tomó la palabra emocionado y abrumado por su elección: «Soy solo un hombre modesto». «Valladolid va a dormir por primera vez desde hace años cobijada bajo los pliegues de la bandera republicana.
El amanecer de mañana debe ser un día de libertad que todo ansiamos», dijo al tiempo que celebró la llegada de una República que debía ser «atenta y bienhechora». Una vez cerrada la sesión, el Consistorio envió un telegrama a Madrid: «Constituido Ayuntamiento republicano socialista en medio entusiasmo popular, orden y tranquilidad completos, saluda efusiva emocionadamente Gobierno provisional Segunda República Española alcalde Federico Landrove».
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