Pedalear un buen libro
El ciclismo se cuela en la literatura como largos periplos vitales cercanos a la tierra y a la gente
Revisados ya el fútbol y el boxeo, y anticipados a cualquier escapada, cabe abordar el ciclismo como un ejercicio vital que entiende, a su manera, ... el modo de ver la vida. Con el Tour de Francia, el Giro de Italia o la Vuelta a España entre sus manifestaciones principales de deporte de élite, merece destacarse que, en lo que se refiere a literatura de no ficción, abundan más los testimonios en primera persona y con las manos en la pluma y el manillar que aquellas crónicas deportivas a las que nos tienen acostumbrados la presencia testimonial de otros reputados periodistas. Si bien siempre hay diferencia entre contemplar un deporte y practicarlo, parece que el ciclismo no entiende de terceras personas: para saber entenderlo, hay que pedalearlo.
Y en ese sentido existen pocos textos tan respetados y recomendados para todo amante del ciclismo como 'Gregario', la colección de experiencias al borde de la literatura 'destápalotodo' (en la línea del célebre y reciente 'El director', de David Jiménez) que el británico Charly Wegelius hilvana en torno a su trayectoria por el ámbito ciclista de élite. Con todo, más que un 'ajuste de cuentas' con antiguos jefes y compañeros brilla aquí un testimonio personalísimo, íntimo, que el ciclista construye en torno a sus sueños frustrados, su manera de entender el mundo y el deporte y la diferencia entre la imagen proyectada de cara al público y la auténtica, la palpable, la más física. Con un espíritu similar se construye también 'Plomo en los bolsillos', del vasco Ander Izagirre; una colección de anécdotas históricas y coloridas en torno al Tour de Francia.
Pero por lo general el ciclismo se asocia como algo al alcance de todo el mundo, sobre todo quien quiera recorrer ampliamente el planeta y beber de todas las culturas con cierta agilidad y sin perder la cercanía, con los pies siempre en la tierra y próximos a la gente y a los pueblos. Por eso son más inhabituales las reflexiones filosóficas en torno a este vehículo (si bien ahí se encuentran breves apologías como el 'Elogio de la bicicleta' del antropólogo francés Marc Augé) que los auténticos testimonios a pie de pedal, entre los cuales sobresale 'El mundo en bicicleta: 7 años viajando por el globo', que recoge los viajes de Andoni Rodelgo y Alice Goffart por los cinco continentes.
Motivacional
Si en algo abunda también la narrativa de no ficción en torno al mundo del ciclismo es en textos de carácter motivacional, que se sirve de la metáfora de la bicicleta y de los símiles en torno a sus pedaleos para asimilarlo a la filosofía de la superación personal, la resistencia y la continua mejora frente a objetivos sucesivamente dificultosos. El controvertido Josef Ajram lo abordó en su dítpico '¿Dónde está el límite?' y 'No sé donde está el límite pero sí sé donde no está'. De mayor aplicación física son las palabras de Sage Roundtree en 'La recuperación del deportista', en el que la entrenadora da pautas y guías para mejorar el rendimiento frente a exigentes retos deportivos.
A todo esto cabe sumar la vastísima oferta que existe en libros sobre rutas de bicicleta por Castilla y León, España y por el mundo que se pueden consultar desde la biblioteca pública de la comunidad. Por último, y a nivel genérico merece destacarse la breve y al tiempo completa 'No sin mi bicicleta', en la que Anna Briones abarca en un lenguaje sencillo todas las dudas posibles en torno a la compra, el mantenimiento y el desplazamiento por campo y ciudad sobre las dos ruedas.
El autor tras el deporte: Miguel Delibes
Podría parecer casi repetitivo ya volver a traer la relación del escritor y antiguo director de El Norte de Castilla con la bicicleta, especialmente plasmado en su texto 'Mi querida bicicleta' y que demuestra sus alardes literarios vinculados de un modo profundo con su carácter más humano. Célebre es ya el episodio de la infancia en el que da, durante horas, vueltas y vueltas por no saber bajar la primera vez que monta en una, y ante la negativa de su padre a ayudarle como enseñanza vital de que quien quiere algo en esta vida ha de procurárselo él mismo. No menos recordados han sido sus paseos en bicicleta para ver a su entonces novia, Ángeles de Castro, con la que posteriormente se casaría, como vehículo necesario para robustecer su amor.
Las experiencias de Delibes al manillar, también recogidas en el libro del colaborador de El Norte de Castilla Ramón García 'Juega al fútbol, monta en bici, pinta monos... y otras aventuras del niño M. Delibes' han formado parte de distintas antologías como 'Mi vida al aire libre: memorias deportivas de un hombre sedentario' (que rescata otras vivencias con el fútbol y diferentes deportes protagonizadas por el mismo autor) o la homónima 'Mi querida bicicleta', editada en 2009 por Experimenta y que reúne diferentes cuentos con la bici como protagonista de escritores como Bernardo Atxaga (que menciona en el relato a su emblemática Obaba), Pedro Horrillo, Jesús Gómez Peña, Erik Brouwer, Edwin Winkels y Tim Krabbé, autor también de 'El ciclista'.
El Tour de Francia ha dado cabida a diferentes novelas criminales ambientadas en tan emblemático acontecimiento deportivo, al margen de ligeras comedias corales como 'Las cartas de Véronique', de Julia Stagg; el sólido 'El Tour de Francia y las magnolias del Doctor Jekyll', del también colaborador de El Norte Vicente Álvarez, o el excepcional drama humano 'El Alpe d'Huez' de Javier García Sánchez (autor también de la biografía 'Induráin, una pasión templada'). Entre los 'thrillers', cabe destacar dos de título similar pero que no conviene confundir; por un lado, 'Muerte contrarreloj' de Jorge Zepeda Patterson; una historia que esconde sus convencionalismos y conclusión previsible con una estructura bien original a base de capítulos por etapas y clasificación de los corredores al término de cada uno. Con todo, resulta mucho más conseguida y disfrutable la sexta parte de las aventuras del detective Ricardo Cupido; 'Contrarreloj', escrita como de costumbre por Eugenio Fuentes.
Otro habitual en la narrativa 'noir', Henning Mankell, despliega su talento para un drama vital y generacional en la estupenda 'Daisy Sisters'. De mujeres protagonistas también trata 'A por el oro', de Chris Cleave, una historia un tanto lacrimógena protagonizada por ciclistas de élite que encarnan dos arquetipos de mujer: la volcada al éxito laboral (deportivo) y quien lo compagina con una nada fácil situación familiar. La bicicleta como vehículo narrativo también puede ser cómico, como la obsesión que muestra el marido de la protagonista de 'Big Brother', de la experta en familias disfuncionales Lionel Shriver, o en 'El tercer policía', de Flann O'Brien.
Recursos narrativos
Los chavales en bicicleta envueltos siempre en misterios que a priori les superan suponen además una constante en una literatura muy concreta y fácilmente reconocible, de aventuras juveniles en la línea de 'Los Cinco' y similares que quieren aportar verosimilitud y vulnerabilidad a un pasaje concreto de la infancia. Así suponen puntos de partida también novelas como 'La muerte no es un juego de niños', donde Alan Bradley llega al extremo de que su protagonista, Flavia, bautice a su 'fiel' bicicleta con el nombre de Gladys; pero también propuestas más adultas como la ganadora del premio Edgar 'No hay cuervos', de John Hart, o 'NOS4A2', de Joe Hill, que arrima su novela a la narrativa bien reconocible de su padre, el archifamoso Stephen King.
Nuestro 'pichichi' de la semana pasada, Eduardo Sacheri, se vuelve a colar aquí aprovechando las posibilidades ciclistas tanto en el formato largo ('Los dueños del mundo') como en el corto ('Bicicletas'). Más recursos; los encuentros fortuitos como el que detona la trama de 'La puerta de los ángeles' de Penelope Fitzgerald, o el de 'Hombre lento' de J. M. Coetzee. También la sustitución del coche como vehículo principal en escenarios postapocalípticos, como en 'Cenital' de Emilio Bueso; el viaje por un país para entender su sociedad y su psique como en 'El complejo de Di', de Dai Sijie y, por supuesto, la obsesión infantil tan patria por tener una, tan característica de los hermanos Zipi y Zape de Escobar como en uno de nuestros textos más clásicos; 'Las bicicletas son para el verano', de Fernando Fernán Gómez.
Entre las ficciones más breves también cabe destacar 'La bicicleta del monaguillo', de Simenon, y 'La bicicleta de Sumji', de Amos Oz, además de la encantadora novelita infantil 'Nano y Esmeralda', a cargo de una de las grandes plumas especializadas en este público, Alfredo Gómez Cerdá; o las fácilmente localizables antologías 'Diez bicicletas para treinta sonámbulos' y 'Cuentos de ciclismo', con relatos firmados por Antonio Muñoz Molina, Luis Landero, Fernando Aramburu, Antonio Orejudo o Marta Sanz; y Álvaro Pombo, Juan Madrid, Ignacio Vidal-Folch, Jesús Ferrero (autor también de 'Nieve y neón'), Cristina Peri Rossi o Sara Rosenberg, entre otros.
Por lo que se refiere a los autores más canónicos aficionados al ciclismo, el omnipresente Hemingway, que en lo deportivo dedicó unas líneas a lo que le intimidaba escribir cuentos sobre bicicletas («Nunca me ha salido ninguno que fuera tan bueno como son las carreras») en 'París era una fiesta', el sensacional capítulo que les dedica Mark Twain en '¿Qué es el hombre?', o la divertida anécdota que inventa David Lodge en '¡El autor, el autor!', con un aparatoso accidente entre Henry James al manillar y una niña Agatha Christie.
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