Una novela recrea el Valladolid de 1524 para investigar qué ocurrió en la expedición de Magallanes
Tony Gratacós recorre los escenarios de su libro 'Nadie lo sabe', en la que un joven cronista intenta desentrañar los misterios del viaje de Elcano
Es impresionante, ¿verdad?», dice Tony Gratacós (Barcelona, 1967), mientras sus pupilas recorren los mil detalles de la fachada del Colegio de San Gregorio. «A veces ... me pregunto cuánta gente pasará por delante, con prisas, sin levantar la mirada y sin pensar en toda la Historia que tuvo lugar aquí», dice el escritor. La pasada semana regresó a Valladolid para recorrer los escenarios de 'Nadie lo sabe', una novela ambientada por las calles de Pucela (y Sevilla) en septiembre de 1524, justo dos años después del regreso de la primera vuelta al mundo, cuando se investiga una supuesta traición de Magallanes, de sus compañeros de viaje o de unos avispados nobles españoles que utilizaron la expedición para enriquecerse.
La inspiración de esta novela la encontró el autor en la madrileña Cuesta de Moyano. Allí, entre el festín de libros usados y de segunda mano, descubrió un ejemplar de 'Magallanes', el ensayo que Stefan Zweig dedicó al navegante portugués. «Quedé fascinado», reconoce Gratacós, quien durante meses rumió la idea. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, se alejó profesionalmente de las letras para gestionar durante seis años un restaurante en Madrid. Lo traspasó. Y se volcó en la ficción.
«Pensé primero en una serie», confiesa. Pero finalmente se decidió por una novela que, después del no de seis editoriales, decidió publicar por su cuenta en Amazon. Esto ocurrió en julio del año pasado. En septiembre, visitó Valladolid para presentar su obra. Ese mismo mes, en la Feria del Libro de Madrid, entró en contacto con la editorial Destino. El sello –«fue la casa de Delibes, qué honor compartirla»– se interesó por ella y decidió publicarla. Ahora acaba de llegar a las librerías (el viernes la presentó en Oletvm) y la historia recobra vida con la mirada puesta en el pasado vallisoletano.
«Esta ciudad era el gran centro del poder a principios del siglo XVI», dice Gratacós, quien sitúa aquí a su protagonista, Diego de Soto, un joven de 21 años que trabaja como aprendiz con Pedro Martín de Anglería, el cronista de Carlos I, uno de los grandes notarios de los viajes de Indias. De Soto estudiaba en el Colegio de San Gregorio y hasta sus aulas universitarias se acercó –eso dice la novela– Juan Sebastián Elcano para contar, en septiembre de 1524, su experiencia en aquel viaje que le permitió dar la primera vuelta al mundo.«Me imagino su llegada a este edificio como el de una estrella del rock, la persona que todo el mundo quería conocer, un héroe con mil hazañas a sus espaldas». «En el fondo, aunque han pasado 500 años, no somos tan distintos, y esa fascinación por lo que otros han hecho sigue ahí».
Pero surge entonces la duda entre De Soto y Anglería. ¿Es verdad todo lo que cuenta Elcano? ¿Hay que hacer caso a los rumores que vienen de Sevilla, que apuntan a una rebelión en la expedición que hizo que todo aquel viaje no fuera como en realidad cuentan los 18 marinos que consiguieron regresar con vida?«La novela destaca la importancia de los cronistas, de los periodistas hoy, para contar la verdad y escribir así la Historia. El problema es que a veces hay versiones contradictorias e intereses personales entre los testigos», dice Gratacós. «El poder y el dinero se lo comen los gusanos. Pero la fama permanece. ¿Y sabéis quien la construyen? Los que escriben historias», dice en la página 304.
La novela recorre varios escenarios vallisoletanos, como los palacios y casas señoriales de la época (algunos hoy desaparecidos), así como iglesias o conventos, como San Benito o San Pablo. En el Palacio de Pimentel tiene lugar una de las grandes escenas de la novela. Francisco de los Cobos y su esposa han organizado una cena a la que asiste el protagonista, quien intentará desenmascarar los intereses de un alto cargo de la Iglesia. San Benito era el lugar que Marina, la joven de la que está enamorada el protagonista, visitaba una vez a la semana para hacer sus obras de beneficencia.
Hay escenas clave del libro que tienen lugar en el Palacio de Pimentel, y localizaciones fundamentales en la trama, como Mojados (donde se halla una de las grandes pistas para desenmarañar la trama) y Coca (cuyos pinares eran fundamentales para la construcción de la armada española).
«Si cerramos los ojos, podemos pensar sin problema que ahora mismo estamos paseando por el Valladolid del siglo XVI», defiende Gratacós mientras camina por Cadenas de San Gregorio.«Quitemos el ruido del tráfico, el sonido de los móviles, pero el resto puede servir tal cual:el bullicio de la calle, las conversaciones entre vecinos. En realidad, las cosas no han cambiado tanto». El amor, el odio, la traición, las ansias de poder siguen ahí. «Lo que sí que ha cambiado mucho es Valladolid. Para documentarme, consulté los planos más antiguos de una ciudad que apenas conocía. Y durante el tiempo que escribí la novela viví aquí. Ahora, al visitarla de nuevo, siento que se han perdido muchos escenarios de aquellos años», cuenta el escritor de una novela histórica de espías y conspiraciones, que después de una apuesta personal por la autopublicación revive con el respaldo de una gran editorial.
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