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El escritor Luis Antonio de Villena. Villamil

Luis Antonio de Villena: «Trabajaba toda la tarde y salía todas las noches, ese tipo de vida ya no existe»

El escritor desnuda su relación con la literatura y los escritores en el segundo tomo de sus memorias, que presenta en Valladolid

Martes, 6 de febrero 2018, 11:37

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El primero de los tomos, algo más ligero, se detuvo en 1973. Pero en este segundo, que se acerca a las 500 páginas, las memorias de Luis Antonio de Villena alcanzan su punto más álgido por cuanto afrontan los años más intensos de su vida, la literaria pero también la sentimental. Una etapa de plenitud en la que el escritor vive de noche, duerme de día y trabaja de tarde. En ‘Dorados días de sol y noche’, que se detiene en 1996, aparecen muchas noches, alguna que otra tarde y pocas, muy pocas mañanas.

Un libro lleno de vida y pleno de vivencias en el que el autor propone un viaje al pasado para conocer la cara más desconocida de escritores como Vicente Aleixandre, Jaime Gil de Biedma, Octavio Paz, Paco Brines, Antonio Gala, Claudio Rodríguez, José María Onetti, Rulfo, Leopoldo María Panero, Fernando G. Delgado, Javier Marías, Juan Gil-Albert... y Rosa Chacel. Con ella, pese a la diferencia de edad, mantuvo una relación especial que no oculta. «Vivía en un mundo rodeado de mujeres con muy pocos amigos hombres, y me enorgullece que yo entrara en esa cadena en la que prácticamente solo estaban Luis Cernuda y Gil-Albert. Recuerdo la cena que preparamos para celebrar su 96 cumpleaños en la que se sentó a mi lado, y me confesó en voz baja: ‘No sé si voy a poder con esto’», explica Luis Antonio de Villena, que esta tarde desgrana todos los detalles de su nuevo trabajo (19:00 horas en la librería Oletvm) en conversación con Jesús Fonseca y Carlos Aganzo.

A Rosa Chacel, dotada de «un carácter muy castellano», la conoció gracias a su relación con Gil-Albert. «Juan fue realmente el prototipo del exilio interior. Le dejaron venir a condición de que no hiciera ni dijera nada, y por eso hasta el año 74 no empezaron a salir inéditos suyos. Yo empecé a leerle con ‘Fuentes de la constancia’ en el año 72, y decidí ir a visitarle a Valencia en enero de 1975. Justo a finales de ese año, el día que yo cumplía 25, vino a Madrid a una presentación que le hice yo. Allí estaba Rosa, que le quería mucho, y a partir de entonces mantuvimos una relación muy fluida», apunta De Villena, que recuerda a una Rosa Chacel «de extraordinaria lucidez» hasta el último de sus días.

Esta y otras tantas relaciones aparecen en un libro que nada tiene de ajuste de cuentas. «Podría haber dos casos de dos personas que fueron muy amigas durante veinte años pero que terminó mal y por eso no he incluido», subraya, reconociendo en el libro una parte literaria muy intensa en la que incluye su relación con la literatura y los escritores, y otra más vitalista en la que habla de su vida privada: «Yo salía todas las noches y me levantaba entre una y media y dos. Trabajaba durante toda la tarde y luego tenía un tipo de vida que ya no existe en la que conocí a gente muy singular».

El tercero de los tomos, aún en mantillas, se detendrá en 2010 y pretende cerrar las memorias. «Quiero cerrarlo cuando empieza la crisis, una crisis total, de valores y sentido de la vida en la que la gente se ha plebeyizado. Para mí estamos en una nueva Edad Media tecnológica, en la que la mayoría tiene un ordenador y un teléfono pero vive en una ignorancia supina», concluye, asegurando que no habrá un cuarto. «Ése lo tendrán que escribir otros».

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