Los Díez, compañeros de desván, de lecturas y de vida

'Apunte' llama Luis Mateo a este cuento-semblanza que protagoniza su hermano. Antón es un personaje conocido para el narrador que objetiva con escalpelo hasta el punto de excluirse a sí mismo de las experiencias familiares para centrarse en él. Por ejemplo, el viaje con sus padres al mar asturiano. Aquel niño de ocho años, que ya había dado muestras de singularidad como la de aprender a leer solo y hacerlo a todas horas, no participó de la algarabía general al ver la inmensidad del agua. En vez de mirar hacia el horizonte, se quedó prendado de la arena. Interpreta Luis Mateo esa querencia como señal premonitoria de sus futuros intereses plásticos, de su atención a la materia.

El tifus le retiró de los juegos infantiles durante una temporada y el desván fue el refugio donde comenzó a construir sus ciudades, otro antecedente de su dedicación profesional. Antón fue actor, escenógrafo y dramaturgo del teatro del absurdo, lector de clásicos, de Frazer a Pessoa, y sesudos libros de filosofía.

Los libros para entender la cultura occidental, según el criterio de Antón recogido por Luis Mateo, son 'Paideia', de Wener Jagger, en lo que atañe a filosofía, 'Mímesis', de Erich Auerbach a la literatura y la 'Historia del arte' de Ernst Gombrich, en su disciplina.

El Valle, la Fundación Sierra Pambley, el primer velatorio –Antón dio a la madre del minero finado su «más sentida enhorabuena»–, los largos veranos juveniles, precedieron a la Universidad, a Madrid, al final de la vida en Laciana y de su carrera como diseñador de cohetes y submarinos. Si como sostiene Luis Mateo «la imaginación no es otra cosa que la memoria fermentada», 'Mi hermano Antón' es la fermentación de infancia, literatura y dibujos, un canto a la fraternidad que es también amistad. Los Díez, octogenarios y solos, dicen, firman el libro en memoria de Luz ySonia.