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«El cuerpo es nuestro gran desconocido. Todos nos sentimos, al padecer una enfermedad o al cumplir años, como huéspedes en un cuerpo que ... no parece nuestro. Así nos han enseñado», dice Andrés Neuman. El escritor argentino se ha solazado en apéndices y recovecos carnales en 'Anatomía sensible' (Páginas de la Espuma), un libro que quiere mirar el cuerpo con naturalidad, «sin 'photoshop'». Este miércoles lo presenta en Oletvm, a partir de las 19:00 h.
Hace casi un siglo que Ramón Gómez de la Serna publicó 'Senos', un ejercicio descriptivo de los distintos tipos de pechos que el escritor tuvo a bien considerar. La idea la retomó mucho después Juan Manuel de Prada con 'Coños', que hizo otro tanto. Neuman conoce los antecedentes. «Particularmente me interesó De la Serna, famoso por sus greguerías, pero su figura como ensayista, crítico de arte y escritor de vanguardia es la de un gigante. La gran diferencia es que esos títulos demuestran desde el comienzo que hablan del cuerpo desde el punto de vista masculino que observa lo femenino, con los códigos propios de una sociedad machista como en la que vivimos, en la que prima un imaginario erótico del cuerpo», aclara el escritor argentino, afincado hace muchos años en Granada.
Codos, talones y panzas
«Aquí el intento era diferente, quería observar el cuerpo, indistintamente del género, de la edad, de la imagen, celebrar la diversidad en vez de la Venus de turno». Hay otra gran diferencia que apunta Neuman derivada del arma/herramienta de la que nos dota la tecnología digital, el 'photoshop', una manera de adecuar la imagen al fin buscado. «Hoy se mezcla el mercado del cuerpo y la ideología aplicada a la belleza en un programa como ese. Es este un libro pensado contra eso que no sirve para hacer más artística una foto sino para estrechar nuestro imaginario y restarnos la aceptación de la imperfección. Siempre hay partes que tendemos a ocultar –las cicatrices, el vello,...».
Si el 'Sobotta' necesita dos amplios tomos para describir la anatomía humana, Andrés Neuman la resumen en 115 páginas. «Elijo por un lado esas zonas en las que siempre nos fijamos, las que se repiten hasta el hartazgo en el imaginario erótico –pechos, nalgas, genitales–, y por otra, lo que tiene el libro de contracorriente, es incluir zonas desprestigiadas estéticamente como los talones, la barriga o los codos, por poner tres ejemplos».
Entre los dos metros cuadrados y los cuatro kilos de la piel que recubren el cuerpo humano y ese órgano «multifísico» que es el alma, comienzo y final del libro, se suceden los 28 relatos de Neuman en los que predomina el tono irónico y poético. Si a la cabeza le asedian dos bestias mitológicas como Cefalea y Migraña, la vagina 'trans' «brota de la elipsis», el pene le lleva a pensar que «junto con la gravedad y la rueda, probablemente el coito sea unas de las obviedades más extrañas de las que tenemos noticia». El talón es un misterio buena parte del año, sin embargo «en verano sale e vacaciones y asoma de su caparazón para observar los alrededores». Las pecas son «la brevedad hecha carne» y las manos y la «tecnología del dedo minimiza cualquier robot articulado».
Sostiene Neuman que «nos falta amor y humor para mirar el cuerpo ajeno y el nuestro. No sabemos apreciar las imperfecciones ajenas porque no sabemos relacionarnos con las nuestras. El trasfondo político y sociológico del libro es bastante militante; apunta al mercado de la cosmética, al machismo, a la viejofobia y la gordofobia. La idea impuesta de cuerpo bello excluye a la mayor parte de la población. Aunque el trasfondo es serio y rabioso, he querido utilizar el humor».
Por eso recurre a un «imaginario inesperado, delirante, para desautomatizar las asociaciones en las que nos educan respecto al cuerpo. Operamos con categorías opuestas alma/cuerpo, razón/sentimiento, el cuerpo de cintura para arriba y para abajo. Somos especialistas en compartimentar y descuartizar el cuerpo en lugar de pensarlo como conjunto. Todo está interrelacionado. Ya lo dijo Unamuno: piensa lo que siente y siente lo que piensas». De la novela al relato pasando siempre por la poesía, «casa de la que soy devoto inquilino», al autor de 'Fractura' le estimula cambiar de género. «Me sirve para revisar mis ideas».
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