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fERNANDO hERRERO
Viernes, 21 de febrero 2020, 07:30
La publicación de 'El Anillo de la verdad' (Acantilado) versión española de 'El Anillo del Nibelungo' de Wagner, de Roger Scrumb y la versión que ... ocupará el Teatro Real estos años obliga a repensar todas las connotaciones de esta obra maestra, musicales, dramáticas, filosóficas, sociales, políticas… El historiador y científico británico utiliza en este largo examen una clave totalizadora. Tres mundos, Nibelgein, los esclavos, Walhalla, los dioses y el de los hombres, como en la moderna Star Wars, las etnias son plurales y en cierta forma coexisten. Al mismo tiempo épocas diferentes se confrontan. El pasado con la lanza de Wotan en su lucha contra la naturaleza y la pérdida de su ojo, el presente que partirá en 'El oro del Rin' con el robo por Alberich del anillo custodiado por las Hijas del Rin y tal vez ese futuro que debería configurarse como el de la revolución por el amor. En el año 2020 todo es muy confuso en el mundo real y la ambición por el poder no ha sido sustituida. El bello ejemplo de Sieglinde es todavía una utopía.
Desde el estreno en Bayreuth, la Saga ha sido objeto de múltiples puestas en escena, desde visiones que atienden a los orígenes de leyenda, a otras que actualizan la acción. La abstraen, juega con los personajes y a veces se quedan en la superficie. La revolución industrial marcó la composición de la obra, pero las motivaciones de esta van más allá. Wagner realiza una interpretación sobre su mundo, definiéndolo desde las motivaciones de los personajes: el egoísmo de los Dioses, la ambición sórdida de los Nibelungos, la torpeza de los Gigantes, la ambición y lascivia de Wotan, los humanos que funcionan como sicarios, los guibichungos, nobles como Sigmundo o torpes como el héroe Sigfrido y restallantes como Sieglinde o Bruinhilde, doncella humana, valiente Valquiria, que jugarán ese complicado ajedrez que culminará con la destrucción y el anillo devuelto a las aguas del río.
Resulta asombroso que esas quince largas horas de música y acciones dramáticas se basen en esos personajes determinados y que, el más importante, Wotan, no cante en 'El crepúsculo de los Dioses', única obra en la que aparece el colectivo, los guibichungos. Ocurre algo muy especial: el nudo global y plural de esa visión del mundo comprende también los ejes de ese pasado que alumbra el sombrío presente. El ojo tuerto de Wotan nos retrotraerá una y otra vez a una escena que se describe en la acción pero que no se ve en la imagen aunque el espectador de la tetralogía siempre la tendrá en cuenta. Hoy los riesgos del cambia climático, los tsunamis, las inundaciones, los incendios de Australia, la deforestación amazónica, no son sino signos de esa lucha inicua. Wagner previó que la desgracia de la humanidad surgiría de una ambición que, a pesar de las advertencias, contribuiría a sembrar la desolación y el vacío.
La urdimbre de esta saga requiere, con todo, una especie de equiparación realista. Si existen diversas etnias una especie de aro envolvente afecta a todas. Las valquirias no son totalmente humanas pero sienten casi idénticas pulsiones que si lo fueran. El amor de Brunhilda y Sigfrido surge con una absoluta impetuosidad, por ejemplo. Las conductas femeninas (las tres mujeres claves de 'La Valquiria' son diferentes), el amor puro, arrebatador, el orden rutinario equivalente al burgués, la generosidad, la compasión, el sacrificio. Todo el transcurso de la obra se vehicula a estos sentimientos femeninos y de forma simultánea al fracaso de Wotan por ajustarse a una corrección y al mandato de su cónyuge. Así, de esta forma, los proyectos del Dios fracasarán y su figura se perderá en el magma de un mundo que ya no será comandado por él. El Anillo del poder ya no le pertenece, se ha convertido en Wanderer y no sabrá en ningún momento relacionarse con su nieto Sigfrido.
Música, drama, extraordinaria conjunción de fantasía y cotidianeidad que es una de las razones por las que ese complejo haz de relaciones y reflexione sobre todos los temas humanos, el poder, el oro, la felicidad, el sexo, el amor, el deseo, la muerte sea visto desde lo material, lo espiritual y lo filosófico atañe a la comprensión de «un lugar en el mundo» y los personajes de la Tetralogía no llegan en ningún momento a entenderlo.
Ese maravilloso diseño de los leit-motiv forma un sistema magnífico para seguir esa acción que envuelve una pluralidad de tiempos y atmosferas. El Teatro Real da la oportunidad de seguir la obra en directo. La lectura del libro citado puede ser un complemento ideal para apreciarla en toda su inmensidad global.
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