Instantáneas de la realidad
Munro engarza la reflexión sobre las relaciones entre realidad y ficción y sobre la diferencia entre la novela soñada y la que finalmente surge
La vida de las mujeres' es una novela, según asegura la propia Alice Munro, aunque me atrevo a sugerir que en realidad es una colección ... de relatos unidos por la narradora, Del Jordan, y el pueblo en el que crece, Jubilee.
En el primero de los relatos, 'Flats Road', es la historia de un vecino, Tío Benny, soltero a sus treinta y cinco años, que encuentra mujer gracias a un anuncio en el periódico. Vuelve al pueblo con ella siendo ya marido y mujer. Ella apenas tiene relación con nadie del pueblo y cuando se marcha, la joven narradora concluye la historia diciendo que en el pueblo recuerdan a la mujer de Tío Benny simplemente como una historia, de las tantas que van y vienen y cruzan el pueblo, donde la vida provinciana apenas tiene otras distracciones que no sean la de hablar de otros vecinos. Unas páginas antes la narradora dice que el mundo de Tío Benny era un mundo semejante al de los demás pero ajeno, un mundo en el que él reinaba e imponía sus leyes, nunca separado de la realidad pero tampoco sometido a la vida cotidiana y a los valores que imperaban en Jubilee. La mejor prueba de ello es la casa donde habita, que había sido de sus padres, y está atestada de cachivaches, muebles rotos, herramientas, chatarra y un sinnúmero de objetos sin el menor valor.
'El fotógrafo' es el epílogo del libro. Vuelve en él Munro a los mismos temas aunque ahora con el propósito de escribir sobre las relaciones entre realidad y ficción. 'El fotógrafo' es la historia de una novela que la narradora planea escribir sobre una amiga que se suicidó. Marion Sheriff se convierte así en Caroline Halloway en la ficción. Del Jordan recuerda la frase de su madre sobre el gran número de suicidios que hay en el pueblo. Esto le lleva a pensar que hay algo ominoso que impele a la gente a suicidarse. Recuerda el caso de Marion, una conocida más o menos de su edad, que se suicidó porque, según rumorean algunos en Jubilee, se había quedado embarazada.
A partir de estas habladurías, Jordan va tejiendo la historia de una chica en un pueblo imaginado. Decide ser escritora cuando, según confiesa, ha leído ya todos los libros de la exigua biblioteca municipal. La necesidad de la ficción es lo suficientemente fuerte como para invitarla a dar el paso desde la lectura a la escritura. Quizás lo que menos importe sea que muchos escritores reconozcan haber comenzado a escribir por razones similares. En el inicio de la escritura encontramos casi siempre la lectura voraz de un adolescente. Munro engarza la reflexión sobre las relaciones entre realidad y ficción, y sobre la diferencia entre la novela soñada y la que finalmente surge. El fotógrafo que llega al pueblo representa bien esa 'distorsión' que existe entre realidad y obra artística. Lo que sabemos de él es que la distancia entre la apariencia de los modelos y las fotografías que en última instancia salen del cuarto de revelado es enorme y que la narradora la mide en términos cronológicos. Los retratos representan unos veinte o treinta años más de los que la gente retratada realmente tienen. Solemos pensar que la fotografía es un arte realista y que lo que vemos aparece sin cambio alguno en el negativo. Munro, sin embargo, logra descabalar nuestros prejuicios. Por muchos detalles realistas que acarreemos en cualquier narración –algo en lo que la narradora de la historia se afana– el resultado será siempre distinto a lo real. El tránsito entre realidad y mundo ficcional conlleva cambios que, en algunos casos, puede hacer irreconocible el modelo que el escritor toma como referencia.
La narradora, Del Jordan, es en gran medida un trasunto de la propia Munro. Resulta cuando menos curioso saber que un relato tan importante como 'El fotógrafo' lo entregó mucho más tarde que el resto y que, incluso entonces, dudaba de su adecuación dentro del conjunto. Lo reescribió varias veces y no lo envió hasta bien entrado 1971, cuando el proceso de edición estaba ya avanzado. Tenía claro que cada narración tenía que tratar de un tema concreto: la religión, el sexo, … pero percibía que no llegaba a entrever la historia con la que quería dejar constancia de sus ideas sobre la creatividad. Esta dificultad para dar forma definitiva a una historia que cerrase el libro nos da idea de la importancia que tenía la historia.
El libro incluye una advertencia que niega cualquier rastro autobiográfico y, sin embargo, el libro es la historia de la artista adolescente gracias al rastro autobiográfico. Munro da a entender que también ella tuvo que escoger entre la vida real y la literaria, entre los conciudadanos y los personajes de sus novelas, entre la ciudad en la que vivía y aquellas en que situaba sus cuentos, y que en todo momento sentía que las expectativas que había depositado en cada uno de ellos quedaban muy lejos de los resultados. Al final, Jordan se da cuenta de que más que dar cuenta fiel de los hechos, la literatura es un modo de estar en la realidad y de interpretarla.
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