Un decreciente en Wall Street
José Luis Munuera lleva al cómic el cuento de Melville 'Bartleby, el escribiente'
Autor de novelones, aventurero antes que oficinista, Herman Melville logró una segunda universalidad con 'Bartleby, el escribiente', un cuento que poco tiene que ... ver con su 'Moby Dick'. Esas sucintas páginas han provocado admiraciones y reflexiones en lectores y autores poco afectos a la acción, más cercanos a la filosofía. También ha tenido y sigue teniendo un curioso recorrido editorial.
Si Javier Zabala o Iban Barrenetxea ilustraron el cuento para distintos sellos, José Luis Munuera lo lleva ahora al cómic de la mano de Astiberri.
En 1851 Melville publica la famosa novela del barco ballenero y el capitán Ahab sin ningún éxito comercial, como tampoco lo tiene su siguiente historia. Dos años después una revista daba a conocer en dos entregas su 'Bartleby'. El protagonista es un educado y bien parecido muchacho que se presenta por la convocatoria de una plaza de copista en la oficina de un abogado en Wall Street. La calle que representa el progreso, el dinamismo económico, el escenario de los hombres más poderosos tiene un nuevo huésped. El cuento se subtitula 'Una historia de Wall Street'.
Bartleby interrumpe su callada entrega a la tarea cuando le piden revisar un documento. A partir de esa interlocución, el amanuense responde 'preferiría no hacerlo' a todas las preguntas. El enigma de esa negativa, cortés y persistente, transe todas las páginas. Esa insistencia mina la moral del jefe, le acorrala hasta obligarle a mudarse de oficina con la esperanza de librarse del empleado cuya mira se pierden en la pared de ladrillo.
Munuera dibuja el ambiente decimonónico de Wall Street antes de comenzar la acción, los primeros rascacielos asoman entre casas victorianas. Un orador plantea el dilema del buen ciudadano, sugiere los límites del Estado y de la economía. Después el cómic se interna en la oficina y su ambiente, en la eficacia sorda y animal de los obedientes y en la rebelión insólita de Bartleby. Su pasividad, su renuncia a crecer es una afrenta que poco a poco avanza hacia la tragedia. Munuera crea páginas de viñetas centradas en rostros y gestos así como bellísimos planos generales de la ciudad a doble página. Los tonos pardos y terrosos de la vida en la famosa calle dejan paso al frío azul verdoso de las escenas de la cárcel. Bartleby resulta un precursor de la resistencia pasiva de Gandhi aunque sin plan ni objetivo trascendente, ¿o sí? Ahí lo dejan Melville y Munuera.
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