«El toreo es la expresión de un sentimiento»
El crítico taurino Fernández Román glosa en el Aula de Cultura de El norte la figura de Joselito en el centenario de su muerte
FERNANDO CONDE
Viernes, 11 de diciembre 2020, 23:52
«Ha resucitado Lagartijo», tituló su crónica Don Pío (no Baroja, sino un apasionado crítico taurino), allá por 1912. Una crónica que daba cuenta de ... la corrida en la que había toreado, deslumbrado, epatado y emocionado al respetable –incluido el rendido Don Pío, claro está– un chaval de apenas 17 años. Se llamaba José Gómez Ortega y por el entonces comenzaba a ser conocido como Gallito, en honor a la estirpe torera de la que provenía. Aunque a la historia pasaría como Joselito o Joselito El Gallo, el Rey de los toreros, en palabras de Paco Aguado.
Sobre la vida, obra, milagros y muerte de esta auténtica leyenda del toreo, cuando se cumplen 100 años de su muerte, habló ayer, en una nueva sesión del Aula de Cultura, patrocinada por Obra Social la Caixa y Fundación Vocento, otro grande si no ya del toreo, sí de la manera de contar los toros. Fernando Fernández Román es, además de «la voz de los toros», un auténtico pozo de sabiduría taurina, que no sólo lo sabe todo de Joselito, sino también de la tauromaquia. Crítico taurino, presentador y director durante veinte años del programa televisivo más conocido en torno al mundo del toro, Tendido Cero, a Fernández Román se le nota la debilidad por el maestro de Gelves desde el paseíllo: «Joselito fue torero desde que puso el pie en este mundo. No hay que olvidar que a los doce años ya estaba triunfando ante los pitones y a quien le pueda parecer demasiado pronto para enfrentar la muerte tan de cara, le diré lo que le afeaba él a su madre, la 'señá Grabiela': 'madre, se me está pasando la edad'.»
«Joselito fue un ciclón. Don Eduardo Miura, el ganadero, tras verle no ya torear sino tan solo descifrar una vaca que había sido toreada en el herradero por algún aficionadillo y que, por ello, no admitía ni un pase por la derecha, como advirtiera el joven Joselito a su hermano Rafael, le sentenció para la historia: 'parece que le ha parido una vaca'.» Fernández Román trastea con las anécdotas, gustándose en los terrenos de la memoria y mandando en sus recuerdos. Como cuando recita de memoria un pasaje de la biografía esplendorosa que dedicara Chaves Nogales al íntimo rival de Joselito, Juan Belmonte. Al mismo que tras una faena memorable quisieron llevar bajo palio desde la plaza hasta su casa. «Se lo pidieron al cura y el cura espantado les dijo que aquello era un sacrilegio, llevar a Belmonte bajo palio como si fuera el Corpus Christi. Porque si todavía fuera Joselito…»
Un espectador atento le lanza un derrote: para mí, afirma, el más grande fue el Maestro de Ronda –Ordóñez–, ¿y para usted? Fernández Román, entonces, se perfila, adelanta la pierna izquierda y se lanza a por el hoyo de las agujas: «Ese es ya el terreno del estilismo y ahí hay tantas opiniones y gustos como toreros. Pero hay una verdad incontestable: el toreo es la expresión de un sentimiento». Amén.
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