Sin raíces no hay poesía; tampoco futuro

Amanece la ciudad entre poemas. La mañana es luminosa y fresca. Es Segovia. El Hay Festival está vestido ya de gala para escuchar atento el verso sencillo de Mererid Hopwood y el magistral de Antonio Colinas. Son las 10:15 cuando Carlos Aganzo, que del arte de versificar conoce las mimbres una a una, comienza a enredar a la galesa y al salmantino en una pelea dialéctica a través de la pantalla. El bicho puñetero ha impedido a la poeta asistir en carne mortal a este evento con el que el Aula de Cultura cierra colaboración, por este año, con el festival literario de referencia. Lo han propiciado, una vez más, los habituales: Obra Social laCaixa y Fundación Vocento.

El asunto va de naturaleza y poesía, como si fueran algo disociable. ¿A alguien se le ocurriría dudar de que nada hay más natural que la poesía ni nada más poético que la naturaleza? El escenario impresiona, porque la IE University supo elegir una joya del patrimonio castellano y leonés como es el convento de Santa Cruz la Real, el primero que los dominicos fundaron en España, para ubicar su futuro. Presenta Aganzo a los invitados cuyas obras mantienen un vínculo constante con la tierra («la de Colinas», asegura, «es una poesía que respira naturaleza; la de Hopwood, una que emerge de la misma, con su misma frescura»).

Para Colinas, «primero habría que empezar por preguntarse qué es la naturaleza; a su juicio ésta remonta lo rural, lo costumbrista…, es una fuente que no para de manar y de inspirar al escritor y, en concreto, al poeta. La naturaleza puede salvar y sanar en estos momentos«. Por su parte, Hopwood se plantea »no ya qué relación mantienen poesía y naturaleza, sino también qué puede hacer o aportar la poesía a la propia naturaleza. La modernidad le ha perdido el respeto a la naturaleza; el ser humano y sus necesidades –o caprichos- se han puesto por encima de ella hasta agotarla. Pero debemos volver a ella. Sin ella no hay futuro«. Intermedia Colinas: »pertenezco a una generación de poetas que ha apostado por el medio; que se ve muy inmersa en los problemas actuales, uno de los cuales es el abandono del medio rural. Comparto con Mererid el hecho de que ambos somos poetas con raíces, poetas unidos a un territorio, pero con vocación universal. Y no olvidemos que la naturaleza también está dentro de nosotros«.

La pandemia, los incendios -tan recientes y devastadores-, los neorrurales, vistos más como problema que como solución; el verde de la naturaleza, que en galés es «azul»; la luna de cosecha, como la llaman por aquellas tierras altas, brotan en una conversación que poco a poco va dando paso a unos poemas que caen, deshojados, uno a uno, por boca de sus autores. El ritmo, la armonía y la paz se apoderan verso a verso del lugar. El auditorio contiene la respiración y disfruta. ¡Ojalá los noticieros de la mañana, como la mañana de hoy, comenzaran siempre con un poema! La vida sería diferente y, sobre todo, la actualidad menos prosaica e insípida.

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