«El intento de la derecha monárquica de expulsar a Franco pasó inadvertido»
García Calero y Fernández Miranda, autores de 'Don Juan contra Franco', hablarán de su investigación en el Aula de Cultura
Fernando conde
Valladolid
Miércoles, 8 de enero 2020, 09:14
Franco y don Juan de Borbón nunca tuvieron la misma idea de España, y si para Franco, el regreso de la monarquía equivalía al seguro ... menoscabo de su poder, para don Juan su hipotético reinado significaba el único camino hacia la reconciliación. De tan sorda pelea dan cuenta los periodistas Jesús García Calero y Juan Fernández Miranda en 'Don Juan contra Franco' que, con el patrocinio de Obra Social laCaixa y Fundación Vocento, dará sustancia al Aula de Cultura que tendrá lugar en el Círculo de Recreo este jueves, a partir de las 20:00 h.
–'Don Juan contra Franco', pero… ¿a la inversa no?
–Escribimos una serie de reportajes en 'ABC' titulada «Franco contra Don Juan», precisamente. Pero al estudiar el contexto histórico, vimos que hubo un intento de la derecha monárquica en 1948, olvidado en los libros de historia, de expulsar a Franco del poder. Es un capítulo de nuestra historia que ha pasado inadvertido, pero que merece un libro propio, por cuanto supone la primera vez que las izquierdas y derechas moderadas suscriben un acuerdo y hablan de reconciliación, solo nueve años después de la guerra. Fue una operación de alta política, dirigida por Don Juan de Borbón, y el primer antecedente de la Transición española.
–La posguerra, una época oscura y de letargo.
–Fue oscura, con represión política y con un hambre terrible, pero nosotros descubrimos que también hubo mucha política, con conspiraciones, reuniones, propaganda… Los monárquicos tenían infiltrado el estamento militar y conspiraron todo lo que pudieron. Lo curioso es que la derecha tiene en Gil Robles y otros conjurados un referente democrático y antifranquista que no ha reivindicado, ni cuando hoy la izquierda trata de afirmar que la derecha es una manifestación programada desde el franquismo, lo quees falso.
–La neutralidad española en la Segunda Guerra Mundial, ¿estrategia política o suerte?
–Franco tiene dos cosas fundamentales: una enorme astucia, que no se le puede negar, y la proverbial 'baraka' del general legionario. Hasta el final del Reich fue más cercano a Hitler que a los aliados, pero la amenaza de perder suministros e incluso de acciones militares, si rompía la neutralidad, surtió efecto. Eso y la llegada de la Guerra Fría fueron su gran suerte, el mundo cambió y la España de Franco pasó de ser un problema a un régimen que prometía estabilidad cerca del Gibraltar que Stalin ansiaba controlar, como se demostró en Teherán y Yalta.
–Tras la guerra civil, ni Prieto, ni Ossorio, ni Sánchez Román quisieron pactar con la izquierda radical constituida como Gobierno legal de la República en la tan de moda hoy Bolivia. ¿La historia avisa?
–La historia del antifranquismo es compleja. Prieto evoluciona notablemente y del socialista que en 1934 apunta a un diputado en el Parlamento con su pistola, pasa a ser el exiliado que llega a México con la maleta que contiene las últimas pertenencias de José Antonio. Lo que debería enseñar la historia es a valorar todo eso. Los líderes que llevaron a su país a una guerra fratricida reflexionaron hondamente después sobre sus actos. Así, Prieto pactará con las derechas la posible reconciliación que supone el pacto de San Juan de Luz, en 1948, y la aceptación de la monarquía. Pero los comunistas nunca estuvieron en la ecuación. Solo obedecían a Moscú. Prieto impone su anticomunismo. La historia avisa (hoy tenemos una coalición PSOE-comunistas) de jugadas peligrosas, pero hay quien se empeña en relecturas optimista… con tal de tocar poder. El precio de la imprudencia en política nunca es bajo. Y el hecho de que fuera en Bolivia, precisamente, resulta un guiño curioso, visto el escándalo diplomático reciente.
–Un periodista nunca revela sus fuentes…
–Quien poseía esta documentación quería saber si tenía valor histórico. Comprobamos que era auténtica. Los subrayados son del propio Franco, con sus anotaciones al margen, lo que le parecía bien, mal, lo que le enfadaba o preocupaba. Esa persona nos pidió que protegiésemos su identidad, y lo haremos. Son «papeles privados» –o Franco los consideraba así– que luego conservó su familia. De ahí debieron pasar a manos de quien los ha tenido hasta ahora. Nosotros hemos tenido la suerte de ser los primeros en asomarnos a ellos y dar cuenta de su importante contenido.
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