Araceli Mangas: «La España vacía no es la de los pueblos, es la de los políticos»

«España debería haber declarado el estado de excepción durante la pandemia». Así de rotunda se mostraba ayer Araceli Mangas en la sesión del Aula de Cultura que, con el patrocinio de Obra Social laCaixa y Fundación Vocento, pudo seguirse en la web de este periódico. «Pero no sólo debería haberse declarado un estado de excepción que, probablemente el gobierno evitó por un absurdo complejo franquista, sino que ahora mismo y hasta que no haya, como mínimo, un 50% de la población vacunada, deberíamos estar en estado de alarma. No obstante, no hablo de un estado de alarma como el de la primavera que, como ya denunciara el catedrático de Constitucional Manuel Aragón era, en realidad, un estado de excepción encubierto, sino un estado de alarma con confinamientos por zonas, como ha pedido Ayuso en Madrid, a pesar de que ni los suyos la han apoyado. Eso es lo acertado en una ciudad como Madrid. Es lo que se ha hecho en Nueva York, en París, etc.».

A Araceli Mangas, catedrática de Derecho Internacional Público en la Universidad Complutense no le tiembla la voz al afirmar que «la calidad democrática en España es muy pobre y que, desde Zapatero, se observa una evidente deriva hacia el autoritarismo en todos los presidentes que hemos tenido. Una deriva que ha ido a más, a base de decretos-ley. Es un problema que al gobierno actual le moleste tanto, demostrando con ello un absoluto desprecio a las reglas de juego democráticas, el control de la oposición. Una oposición que, por otro lado, no existe ni como alternativa. La fragmentación de la derecha es la garantía de que el gobierno actual estará muchos años en el puesto».

Y tampoco le duelen prendas al hablar de los jueces: «la mayoría de los que entran en el juego político son de una mediocridad pasmosa, y así estamos viendo llegar a los órganos y a los más altos estamentos del poder judicial, como el Constitucional y el Supremo, no a los mejores, sino a los más dóciles, a verdaderos esclavos del poder político. Eso es inadmisible. Y ahí es donde el PP debería darle una lección al Partido Socialista proponiendo ahora a los mejores, no a los más manejables. Porque, lo cierto es que la España vacía no es la España de los pueblos, sino la España de los políticos».