Fernando García de Cortázar: «Cultura y progreso son frágiles, se pueden perder con facilidad»
El investigador y divulgador presenta este jueves en Valladolid su último libro, 'Paisajes de la Historia de España', en el Aula de Cultura
fernando conde
Valladolid
Miércoles, 30 de marzo 2022, 00:07
Fernando García Cortázar es probablemente el historiador actual que más y desde un mayor número de perspectivas ha escrito sobre la Historia de España en las últimas décadas. Y una vez más, lo hace ofreciendo al lector aquellos lugares de nuestra geografía que han marcado nuestro devenir desde que griegos y romanos decicidieron asentarse en esta piel de toro. García de Cortázar protagonizará este jueves la sesión del Aula de Cultura que acogerá el Círculo de Recreo, a partir de las 19:30 horas, con el patrocinio de Fundación Vocento y Fundación laCaixa.
–¿Qué hay de nuevo en este 'Paisajes de la Historia de España'?
–He querido atrapar al lector contando la memoria de una época o de un momento clave a través de medio centenar de lugares que han marcado el rumbo de nuestra Historia durante siglos. Hoy, con una sociedad que viaja tanto, quería ofrecer el tejido del que está hecho nuestro pasado, el eco de los pasos y de las personas (eminentes o vulgares, vencedoras o vencidas), de lo que hemos amado y odiado, lo que hemos creado y destruido. Esta forma de contar la Historia de España me imponía algo que siempre he perseguido en todos mis libros: escribir bien, con vocación de estilo y pulso literario.
–Si tuviera que elegir un lugar en el que la historia de España dio un giro radical, ¿cuál sería?
–Sin lugar a dudas, el Cádiz de la invasión de Napoleón y las Cortes de 1812. Allí empezó nuestra tarea de identificar España con la libertad de todos sus ciudadanos, la labor de entendernos solamente a través de nuestros derechos, convertidos en la realización fascinante de una nación moderna. Este concepto de la soberanía nacional debe seguir alentándonos, a pesar de estos malos tiempos en los que el independentismo provoca una enorme fractura social y la negación de España.
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–¿Debería estudiarse la historia de España sobre una base común para evitar que los nacionalismos la falseen a su gusto?
–No cabe duda de que la historia de España se debe escribir y explicar desde la realidad secular de una entidad política y cultural común nacida en los territorios peninsulares, y hay que hacerlo con un patriotismo moderno, liberal e integrador. Hay que explicar nuestra historia como lo hacen las grandes naciones de Europa y no como maquinan nuestros nacionalismos caseros, que utilizan una historia manipulada como depósito de agravios con los que encienden la pasión independentista. El llamado «hecho diferencial» de los secesionistas estaría así cocinado por sentimientos alimentados en el odio y rencor a España. Son los nacionalistas vascos y catalanes los responsables de las visiones más mentirosas y perversas de España.
–Como historiador, ¿qué le parece la renuncia a la cultura del esfuerzo que impone la última ley de Educación?
–Trágico para las generaciones a las que vamos a pasar el testigo. Que la última ley de Educacion rebaje sus exigencias es una vergonzosa cesión a un tiempo de desidia intelectual, de complaciente ignorancia, en el que se ha preferido el entretenimiento a la cultura, el placer al esfuerzo. Gobernar no es situarse demagógicamente a favor de la corriente, sino impulsar un futuro mejor. Hay unas palabras de Paul Valéry que no deberíamos olvidar: «La horrible facilidad de destruir». Esta es quizá la lección más valiosa que podemos extraer de la historia: que el desarrollo, el progreso, la cultura… son cosas frágiles que pueden perderse con facilidad.
–¿Y el maltrato a las Humanidades?
–Sin pecar de pesimista, tengo que reconocer que vivimos una crisis radical, difícilmente reversible, de lo que en otra época se entendía por jerarquía del saber, por liderazgo del pensamiento, por hegemonía cultural. Donde antes habitaban las ideas y las creencias, hoy se han instalado el escepticismo y la frivolidad. El maltrato de las Humanidades es un simple y doloroso reflejo de ello. El sistema educativo que, antes buscaba la excelencia, ha sustituido el conocimiento humanístico y científico por la mera adquisición de habilidades lingüísticas y técnicas. Los planes de estudio han adelgazado la Filosofía en la enseñanza hasta la enfermedad, arrinconado la Literatura entre los trastos inútiles para la vida actual, y convertido la Historia en un anaquel de relatos provinciales. Suele decirse que desconocer la Historia es como carecer de derechos civiles, lo que hace al ciudadano carente de espíritu crítico, fácil y sometida presa del poder.
–¿En qué lugar de España le gustaría descansar?
–Sinceramente, no he pensado en ello. El lugar que más amo –por su belleza, por su peso en la historia de España y en mi historia personal– es Salamanca, ciudad en la que estudié Historia y que, sin duda, marcó mi gusto por la literatura. «Luz de España y de la cristiandad», la llamó fray Luis de León. «Maestra de España y de la civilización», dijo Unamuno. Claro que para mi más avanzada ancianidad podría elegir Málaga por su clima, cuyo pasado liberal también es un paisaje de mi libro.
Aula de cultura. Círculo de Recreo (Valladolid). Jueves, 31 de marzo. 19:30 horas.