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50 artistas compiten en la VIII Bienal de Grabado Aguafuerte de Valladolid
Una veintena de las obras seleccionadas que cuelgan en Pimentel vienen de otros países y los premios se fallarán a finales de septiembre
Medio centenar de grabados de muy distinto tema y estilo cuelgan en la sala del Palacio Pimentel, sede de la Diputación de Valladolid, en una ... exposición que es a la vez concurso. La VIII Bienal Internacional de Grabado Aguafuerte demuestra la vitalidad de esta técnica entre artistas que llevan décadas con el tórculo y jóvenes que se suman a la legión de estampadores.
30 de las cincuenta obras proceden de España y entre las foráneas, destacan por cantidad (9) los concursantes polacos. Un jurado determinará a finales de septiembre los ganadores de los tres premios (dotados con 5.000, 3.000 y 1.000 euros respectivamente) de este certamen que desde hace 16 años convoca la Asociación Aguafuerte. Su presidenta, Mercedes Vecino, destacó el «auge de esta técnica como se ve en las ferias monográficas como Stampa y otras nuevas».
Algunas obras son fotograbado, como el 'Madrid' de Alberto Siguero o el 'Cerrado por obras' de Elena Jiménez; Julio Sánchez añade un cosido al aguafuerte 'Territorio refragmentado'; Juan Cabrero otorga a su colagrafía 'Somnia lucos' la delicadeza del papel de arroz oriental mientras Miriam Sánchez en 'Maldito polen' encola y estampa en un collage. El iraní Mehrdad Khataei mezcla técnicas para crear su 'Chronicle of a Suspense in Zero Degree' y María José Román inventa un laberinto tricolor con técnica al azúcar y gofrado. Cecilia Morales logra un efecto escultórico en 'Encuentro', aguafuerte sobre cobre.
'A confesar'
El rojo de 'Herida I', de Carmen Isasi, emerge de un fotograbado sobre polímero. La argentina Blanca Saccomano estampa y troquela para recrear una 'Marea humana' literal. Desde México llega 'Ese día no llovió', un aguafuerte con planteamiento casi de cómic. Rafael Isla construye arquitecturas blancas hendidas sobre el cartón en 'Equus'. Laszczyk propone un juego óptico de reminiscencias escherianas. El vallisoletano Santiago Estévez, «grabador clásico que empecé en ello para ilustrar libros», presenta 'A confesar', en el que las líneas rectas de la fachada del convento contrastan con las caprichosas ramas de un árbol.
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