Arco y alrededores
Adora Calvo sigue siendo la única galería de Castilla y León en la Feria, mientras proliferan proyectos paralelos que se consolidan
Angélica Tanarro
Miércoles, 24 de febrero 2016, 14:07
El artista japonés Mitsuo Miura (Iwate, 1946) es una de las apuestas clave de la galería salmantina Adora Calvo. Ayer, junto a otros artistas de la firma, como Alicia Martín o el vallisoletano Diego del Pozo, ultimaba los detalles del montaje de sus obras en el stand que la galerista presenta un año más en la Feria ARCO. Adora Calvo es el único bastión castellano y leonés en la más importante de cuantas ferias de arte contemporáneo se celebran en España. Una cita que este año celebra aniversario (Arco, como se recuerda estos días, fue inaugurado a iniciativa de Juana de Aizpuru, su primera directora, hace 35 años) con un despliegue de invitaciones a coleccionistas y comisarios internacionales que pretenden devolver pulso a la Feria.
Calvo es optimista en este sentido. Para empezar no comparte las voces que afirman que ARCO ha perdido influencia en el panorama internacional («es muy de los españoles no valorar lo que tenemos, pensar que fuera todo se hacer mejor. Esta cita sigue siendo muy importante», afirma). Y sí aprecia síntomas de recuperación. «Hemos pasado unos años muy malos, pero ahora hay expectativas de cambio, volvemos a ser un poco más visibles». Es una de las veteranas en la feria, pero no cree que tenga nada asegurado. «Cada año pasas un examen, por decirlo así. No puedes bajar la guardia, solo el trabajo, el esfuerzo y la superación pueden mantenerte en pie».
Miura, que lleva una serie de piezas en torno a la memoria, es la cabeza de cartel de un stand en el que además de los mencionados, se podrá ver obra de Juan hidalgo, otro pionero del desarrollo del conceptualismo en España, Ángeles San José, Javier Riera, Fernando Rienes, Anaisa Franco y Magdalena Correa.
Galerías aparte, artistas de Castilla y León salpican los diferentes stands con mayor o menor presencia. Otro habitual de la feria es Ángel Marcos. Su obra la lleva la galería Max Estrella, ámbito también de otro vallisoletano más conocido fuera que dentro, Eugenio Ampudia.
Ángel Marcos presenta una serie de fotografías con el título general de Affluenza. Marcos toma prestado el término, un neologismo mezcla de afluencia e influenza, usado por los críticos del capitalismo y una de cuyas definiciones afirma: «enfermedad dolorosa y contagiosa de transmisión social consistente en sobrecarga, endeudamiento, ansiedad y despilfarro como consecuencia del obstinado empeño por poseer más».
En una palabra, Ángel Marcos sigue indagando en un tema que se puede rastrear en su obra en series como Alrededor del sueño, en los que las desigualdades que produce una sociedad materialista se reflejan en imágenes en las que el mensaje no es nunca evidente.
Y otra artista que desde Valladolid ha conseguido reconocimiento internacional, Dora García, vuelve a la feria con su galerista de hace años, Juana de Aizpuru.
Casa Leibniz. Pero Madrid, que estos días es sin duda la capital del arte europeo y latinoamericano, no es solo ARCO. Iniciativas como Art Madrid o Just Madrid que surgieron para ofrecer una réplica a una feria en la que no es fácil entrar, se han multiplicado y aunque suelen surgir con paso dubitativo y sin un horizonte claro, algunas logran mantenerse. Llegar a una segunda convocatoria es muchas veces una aventura.
La que ha conseguido abrir sus puertas por segunda vez es Casa Leibniz, el proyecto ideado por Jacobo Fitz-James Stuart que, en el marco del Palacio de Santa Bárbara de la capital madrileña, ofrece un espacio para la contemplación tranquila del arte español del siglo XXI. O, por decirlo con sus palabras, un proyecto que «nace de la necesidad real de hacer un espacio habitable para disfrutar, comprender y conversar el nuevo arte». Galeristas jóvenes y artistas nacidos entre 1975 y 1985 ocupan los rincones del palacio tratando de que el espectador olvide el término emergente aplicado a los artistas jóvenes, pues lo que plantea el proyecto es una invitación a profundizar, facilitando conexiones poéticas, filosóficas y literarias.
En esta casa se ha hecho un hueco por segundo año consecutivo Javier Silva. En esta ocasión presenta la obra de la sevillana Mercedes Pimiento, que el año pasado expuso de forma individual en la galería su proyecto Useless landscape. A Casa Leibniz lleva una pieza en línea con su reflexión del mal uso de los espacios públicos, los terrenos fronterizos y esos lugares (no lugares) en los que se proyectan urbanizaciones ficticias que nunca llegan a ser.
Drawing Room. El dibujo tendrá este año su propia feria. Drawing room es uno de los nuevos proyectos que ayudan a la onda expansiva de Arco con una oferta especializada. Y entre la veintena de galerías que se han animado a participar en esta primera edición, procedentes de España, Europa y Latinoamérica, se encuentra El Huerto del Tertuliano, ese insólito proyecto cultural que anima el páramo en los alrededores de Fuente Olmedo. Rubén Polanco, uno de sus responsables, confirma que su presencia en esta feria primeriza responde a la voluntad de abrirse a nuevos caminos. Aunque las exposiciones no son nuevas en El Huerto hasta ahora nunca habían tenido carácter comercial. Este espacio, verdaderamente alternativo (aunque el término esté muy manido) que de abril a octubre ofrece además residencias a artistas y actividades cuyo interés es vincular a la comarca en todo lo relacionado con el arte contemporáneo, presenta obra de Cristina Iglesias (artista que ya estuvo presente con su obra en la inauguración de este espacio) que ofrece aquí una serie de dibujos serigrafiados en una faceta más desconocida pero muy vinculada a su trayectoria como escultora, y de Felipe Ortega Regalado.
Otra puta feria más. El artista vallisoletano Julio Falagán está estos días más que atareado. Por una parte, su presencia en Casa Leibniz con la galería con la que trabaja en Madrid, 6más1 y en la que presenta Way of scape traducido así como Salida de emergencia, una serie de collages con los que vuelve a revisitar el concepto de arte popular y traerlo al presente en un nuevo contexto.
Por otra, un proyecto que tiene cierto aire de los happenings de los setenta. Se trata de Otra puta feria más, un encuentro de 74 artistas que Falagán ha seleccionado por proximidad artística, amistad, admiración o todo junto. Nombres como Luis Cruz, Diana Larrea, Eugenio Ampudia, Ruth Gómez, Saleia Aparicio... comparten estos días espacio en la sede de la galería tratando de hacer una feria democrática para la que se ha pedido a cada participante una obra de pequeño formato, todas iguales. Precio único también: 300 euros.
La reflexión sobre el mercado del arte, las ferias y la especulación se plantea desde «el absurdo intento de formar parte de algo en un mundo saturado y malfuncional como es el del mercado del arte en España». «Las ferias no funcionan», afirma Falagán «y nosotros queríamos pensar en todo ello riéndonos un poco de nosotros mismos».
Las obras se exponen en un lineal por orden alfabético y entre las barreras que se rompen está la de la inviolabilidad de la obra. El visitante podrá descolgarlas y fotocopiarlas (en una fotocopiadora próxima dispuesta a tal fin) por la módica cantidad de 50 céntimos, que deberá introducir en un monedero.
«El dinero recaudado con la venta de obra seriada al finalizar la feria se invertirá íntegramente en Lotería Nacional con articipaciones a partes iguales entre todos los participantes», como una forma de poner atención en la precariedad en la vida del artista.
Madrid se llena de arte. De arte contemporáneo. Art Madrid, Just Madrid... La oferta se multiplica, aunque este año con una feria ARCO dispuesta a remontar la competencia será más complicada que nunca. Pero eso sin duda beneficiará a todos.