El vacuno de leche deja en cuatro años a 399 ganaderos por el camino
El acuerdo de sostenibilidad se firmó en 2015 y el paquete lácteo se ha ido actualizando
Cuatro años, cuatro, han pasado desde que una parte de la producción, la industria y la distribución firmaran, bajo el auspicio del entonces Ministerio de ... Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama), el denominado 'Acuerdo para la estabilidad y sostenibilidad de la cadena de valor del sector del vacuno de leche'. Otra parte mucho más crítica lo bautizó como 'el acuerdo de las corbatas'.
Desde entonces, la evolución del precio del litro de leche ha sido nula y la pérdida de ganaderos en todo el territorio, también en Castilla y León, una constante. En concreto, 399 entre abril de 2015 (fin de las cuotas lácteas) y agosto de 2019. En cuanto al precio, a 0,315 se pagaba el litro ese abril y a 0,322 se ha abonado el pasado mes de agosto.
La pregunta que cabría hacerse, entonces, es si ese acuerdo –consecuencia de una crisis de precios y en el que se fijó el compromiso de todas las partes para, entre otras cuestiones, «valorizar la leche y los productos lácteos, en particular estableciendo medidas concretas que impidan su uso como productos reclamo en sus establecimientos que banalicen los productos lácteos ante el consumidor»–, ha servido para algo. La parte ganadera responde con un no rotundo, sobre todo COAG y UCCL que no se sumaron a ese acuerdo, algo que tampoco hizo UPA y sí Asaja.
«Desde el primer momento vimos las lagunas que tenía», asegura Adoración Martín, responsable de vacuno de leche en UCCL y sobre todo, ganadera. «Es papel mojado, la industria campa a sus anchas y la distribución que durante un tiempo no utilizó la leche como producto reclamo, lo está haciendo otra vez» y pone como ejemplo todos esos productos terminados «que trae la distribución y los vende a pérdidas; por otro lado lo ganarán».
Adoración Martín se refiere, igualmente, al paquete lácteo que se ha ido actualizando a lo largo de los años y que incluye la obligatoriedad de firmar contratos entre los ganaderos y los compradores. «El paquete lácteo es igual que la cuota láctea que teníamos antes de su desaparición pero en vez de que nos maneje el Ministerio, ahora es la industria», asegura, «ellos dicen lo que podemos producir y si su producto tiene salida te levantan la mano y si no, la leche que no quieren te la pagan entre seis y diez céntimos más barata por litro». Su conclusión es que ese paquete lácteo «se ha utilizado como herramienta para no subir el precio de la leche», sin olvidar que «cobramos la leche entre un siete y un ocho por ciento más baja que la media de la Unión Europea».
Aurelio Pérez, coordinador de COAG y ganadero, coincide en que ese acuerdo de sostenibilidad «ha servido para que la industria estabilizara el precio a la baja y que lo haya mantenido a lo largo de los años a pesar de que la mantequilla ha tenido los precios más altos de los últimos 20 años, han desaparecido explotaciones y los industriales han mantenido los precios».
«El acuerdo de hace cuatro años no garantizó el establecimiento de contratos serios sino con carácter voluntario y ha vuelto a ser la herramienta de la industria. De poco sirve que pactemos contratos si no hay mecanismos de control».
José Antonio Turrado, secretario regional de Asaja, asume que ese acuerdo ««se firmó en un momento complicado pero es verdad que las medidas no eran concretas».
En relación al precio de la leche, insiste en que «vendemos el litro entre tres y cuatro céntimos más barata que países excedentarios y ya no estamos hablando de cubrir los costes sino que estamos por debajo de la media europea y eso es lo que debería marcar el beneficio». Su dedo apunta hacia la industria, «es obsoleta por tamaño e inovación y eso hace que nos invadan con productos más baratos, nosotros no exportamos nada. La ineficacia de la industria láctea quiere sacar el margen por la vía de comprar la leche más barata».
Por otra parte, lamenta que «al igual que en otros sectores oyes que hay incorporaciones, en este del vacuno de leche, en los últimos 20 años no sé de nadie que haya abierto».
Francisco Fernández, director de la Organización de Productores de leche, también lamenta que los precios se hayan instalado en una «tarifa plana» y que del acuerdo que se firmó «tampoco ha habido un seguimiento, antes cada tres meses había que enviar informes, había reuniones pero ahora, nada».
Fernández es consciente de que con los 1.028 ganaderos que existen ahora mismo en la región y al ritmo que van los ceses de actividad, lo más probable es que 2019 se cierre con menos de un millar de explotaciones: «No sé dónde está el límite, bajaremos de 1.000 este año, pero la producción se mantiene». Esa circunstancia se justifica en que «las explotaciones que quedan son las más profesionales, con menos vacas producen más litros porque las medias son mayores», además, los censos se han mantenido. Sobre el futuro incierto, adelanta que «la gente está cansadísima, cada vez el grado de exigencia es más grande en relación a todos los temas de bienestar animal, hay problemas para encontrar mano de obra, nadie quiere trabajar los fines de semana y sobre todo, la falta de rentabilidad hace que vayan aguantando los ganaderos de raza, gente de más de 50 años que lo ha vivido toda su vida».
Otra visión
La visión de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil), nada tiene que ver con lo dicho y según su director general, Luis Calabozo, el acuerdo de hace cuatro años fue «positivo» pues ha dotado al sector de «estabilidad y nos ha permitido crecer». En función de sus datos, se ha pasado en seis años, de seis a siete millones de toneladas de producción de leche.
En el caso de la interprofesional del sector lácteo que agrupa a toda la cadena, Inlac, no hay un pronunciamiento conjunto sobre la eficacia del acuerdo mientras que desde el Ministerio recuerdan que el Acuerdo de sostenibilidad del sector lácteo «sigue vigente y se mantienen reuniones periódicas con los firmantes para hacer un seguimiento del mismo». Además, informan fuentes ministeriales, «internamente existe un protocolo de colaboración entre las organizaciones firmantes para evitar la banalización de la leche y que uno de los grandes avances producidos fruto de este Acuerdo ha sido el Real Decreto de etiquetado obligatorio del origen de la leche», relativo a la indicación del origen de la leche utilizada como ingrediente en el etiquetado de la leche y los productos lácteos.
Castilla y León también impulsó su propia plataforma de vacuno
La Consejería de Agricultura y Ganadería, liderada entonces por Milagros Marcos, también hizo su aportación a la situación de crisis láctea finales de 2015 con la creación de la Plataforma de Competitividad del Vacuno de Leche «para dotar de estabilidad y avanzar en la sostenibilidad» de un sector que, en esos momentos, estaba atravesando una grave bajada de precios.
A pesar de que los resultados se esperaban ver a largo plazo, se implementaron 31 medidas y poco más de un año después, se estaba trabajando en 29 de ellas.
A día de hoy, no hay novedades sobre el trabajo que se pueda estar desarrollando y que en un primer momento se enfocó a poner en marcha medidas para reducir tanto costes de producción como energéticos, o a lograr un sector más unido y organizado a través de organizaciones de productores.
Adoración Martín insiste en que esa plataforma fue «una manera de hacernos ver que hacen algo y no vale para nada».
En el documento de creación de esa herramienta también aparecía la creación de la figura del defensor de la cadena agroalimentaria , «no sabemos ni quién es», ironiza la representante de UCCL.
Aurelio Pérez opina que «desde las comunidades autónomas es imposible poner solución a un problema nacional; ni sirvió Agrohorizonte 2020 ni la plataforma de competitividad que son herramientas paralelas y secundaria
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