«Las series de televisión sobre abogados no muestran la realidad de la profesión»
Enrique Sanz Fernández-Lomana. Presidente de la Confederación de Mutualidades de España
He aquí un hombre de ley y de leyes. De lo primero da cuenta su trayectoria vital, que recoge unanimidades en torno a valores que ... prestigian el componente humano de cada individuo. De lo segundo es buena prueba el que dentro y fuera de la Abogacía, a la que se entregó en cuerpo y alma desde que salió de la Universidad, está considerado una referencia, tanto en el ejercicio de la profesión como en la dimensión institucional que conlleva. En esta faceta, desde hace semanas preside la Confederación de Mutualidades de España.
–¿Dirá la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?
–¡Y nada más que la verdad! (Ríe)
–¿Qué hace un abogado como usted presidiendo la Confederación de Mutualidades de España?
–Presido la Confederación porque presido la Mutualidad General de la Abogacía Española, que es la entidad más importante de previsión social de mutualidades profesionales. Hubo consenso generalizado de todas las mutualidades para que fuese la de la Abogacía la que se hiciera cargo de liderar la Confederación.
–La Confederación de mutualidades reúne a más de 370 entidades, tiene un patrimonio gestionado superior a 45.000 millones de euros, para 2,7 millones de personas. ¡Ni el presidente de la Junta de Castilla yLeón mueve esas cifras!
–Pero hay que entender el contexto...
–Pues venga, explíquelo.
–Cada una de las mutualidades tiene su gestión absolutamente autónoma y son independientes respecto a la Confederación en lo que se refiere a la gestión y administración propia. La Confederación viene a ser el interlocutor de la Administración para temas de mutualismo y una especie de patronal de las mutualidades.
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–Y eso conlleva funciones como...
–Representar y defender al mutualismo, promoverlo y llevar a cabo acciones que hagan que esta sea una entidad útil, que dé servicio realmente a las entidades confederadas.
–Ustedes, hace poco más de un año, en una asamblea general analizaron el papel de las mutualidades de previsión como instrumento idóneo (sic) para la gestión de las pensiones. ¿Puede que tengan ustedes la clave que garantizaría el pago de las pensiones y a lo mejor el Gobierno no se ha enterado?
–Vamos a ver. Las mutualidades de previsión son entidades sin ánimo de lucro cuya base son las personas y no el capital. Estamos autogestionados y se ha demostrado que estamos bastante bien gobernadas. En el ámbito del Pacto de Toledo, parte del problema de las pensiones públicas se intentó resolver potenciando el segundo pilar...
–¿Segundo pilar?
–Es decir, potenciar la previsión social de empresa. Y se pretendía también que ese tipo de previsión social se hiciera a través de entidades sin ánimo de lucro.
–Como las que usted preside, pues.
–Allí no se mencionaba a las mutualidades, pero parece que verde y con hojas...
–¡Árbol!
–Quién mejor que una mutualidad que ya está constituida, que no tiene ánimo de lucro, que tiene detrás una historia de éxito en la gestión de la previsión social para poder llevarla a cabo en el ámbito de la empresa y a través de las cuales ejecutar una parte de la reforma del sistema de pensiones.
–¿Es la manera de garantizar la pensión de mañana a quienes dependen de una mutua?
–Desde el punto de vista de las garantías, las mutualidades tenemos un sistema de capitalización individual. Eso quiere decir que todo el dinero que aportan los mutualistas a su plan de pensiones está puesto en una cuenta a nombre de él. Ahí se va acumulando lo que aporta y lo que va generando a lo largo de su vida. La garantía está en que está gestionado por una empresa privada, que le garantiza que como mínimo lo aportado va a tenerlo ahí al término de su etapa laboral.
–O sea, que garantía...
–¡Toda!
–¿Más que el Estado?
–No me atrevería a decir eso. Me atrevo a decir que en las mutualidades cada uno puede diseñarse su previsión social y hacer las aportaciones que considere oportunas para tener una previsión bien dotada al llegar a la jubilación.
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–¿Y en el sistema público eso no es así?
–El público es un sistema de reparto en el que la suficiencia de la financiación está en el número de cotizantes. Ha habido momentos de muchos cotizantes y menos pensionistas, pero todo indica que el futuro va a traer menos cotizantes y más pensionistas con más larga vida. No me atrevo a decir que uno sea mejor que otro, pero creo que el sistema de capitalización garantiza al aportante lo que ha puesto durante su vida con toda la rentabilidad que ha ido obteniendo. Las mutualidades somos alternativas al sistema público de previsión social.
–La Mutualidad de la Abogacía, que usted preside, también dispone de unas cifras harto elocuentes.
–Nosotros teníamos un sistema de prestación fija: el día que te jubilaras ibas a cobrar 600 euros al mes. Pero a partir de 2005, cuando nos transformamos a la capitalización individual, cada mutualista tenemos nuestra cuenta de posición, con lo que hemos aportado más lo que hemos rentabilizado. Como se ha demostrado que genera un sistema muy flexible, muy versátil a la hora de poderte hacer tu propio plan de previsión, hemos tenido un crecimiento espectacular.
–¿Cuánto de espectacular?
–En 2005 administrábamos 1.800 millones de euros de ahorro gestionado y ahora estamos en 7.500 millones y teníamos unos fondos propios de 9 millones y ahora, 350 millones.
–Preside la Confederación de Mutualidades de Previsión Social, la Mutualidad de la Abogacía Española, antes presidió el Consejo de Colegios de Abogados de Castilla yLeón, antes el Colegio de Abogados de Valladolid. ¿Le aburren las salas de vistas o es que la vida de un abogado no se agota en los juzgados?
–Los despachos son muy difíciles de compatibilizar con cualquier otra obligación y para poder hacer eso tienes que tener apoyo, sin duda alguna, en tu despacho y en casa, para de esa forma poder trabajar muchas más horas de las que serían aconsejables. Es verdad que he tenido una vida institucional muy intensa, pero siempre he seguido trabajando en el despacho. Lo que sucede es que el tiempo que he dedicado a la Abogacía institucional, y ahora a la Mutualidad y la Confederación, tengo que sacarlo de los fines de semana.
–Hay que imaginar que esa carga de trabajo compensa desde el punto de vista vital, porque aguantarla un año y otro y otro...
–A mí me compensa. Compensa lo que haces, para qué lo haces, los objetivos. Estoy trabajando en este caso para el futuro de mis compañeros, para que tengan una vida digna en el momento que llegan a la edad de jubilación. ¡Claro que compensa!
–¿Y en casa lo llevan bien?
–Me lo permiten con buen tono. Tengo que agradecérselo a mi mujer y a mis hijos. Sobre todo a mi mujer que, ahora que nuestros hijos ya están fuera de casa, me sigue permitiendo esta actividad profesional tan intensa.
–¿De dónde le viene la vocación por las leyes?
–Seguramente de mi padre, que fue abogado. El ejercicio de la Abogacía lo conocí en casa. Posteriomente, hice la carrera y tuve muy claro desde el principio que mi salida profesional debía ser hacia la Abogacía. El ejercicio de la Abogacía es algo que tiene para mí un atractivo muy especial y he tenido la suerte, también, de que he podido trabajar y de que mis clientes han confiado en mí.
–¿Hay trabajo para tanto abogado?
–Actualmente, yo diría que no para que haya despachos que tengan una auténtica organización empresarial. En provincias, el despacho se sigue viviendo desde un ejercicio individual, aunque se compartan local, medios,... Pero todavía es un ejercicio muy individualizado. Los despachos deberían ser auténticas organizaciones empresariales al servicio de la Abogacía, como lo son ya los grandes despachos. Pero en territorios como el nuestro no hay el volumen de trabajo que sería necesario para que realmente pudieran constituirse despachos de esa naturaleza. Prueba de ello es que hay pocos despachos colectivos.
–Pero si en la calle se nos llena la boca de amenazas de llevar al juzgado a aquel con el que discutimos...
–En este momento hay un gran colapso de los juzgados fundamentalmente por los pleitos de consumo. Cláusulas suelo, cláusulas gasto y todos esos tipos de instrumentos financieros que sacaron algunos bancos, que en los últimos nueve años tienen a los juzgados con un importante ritmo de trabajo. Pero creo que de la Abogacía todavía no ha desaparecido la crisis. Seguimos sufriéndola. Todavía no ha vuelto aquel trabajo extrajudicial de asesoramiento de empresas y de contratación que había.
–¿Es ese el Talón de Aquiles de la Abogacía española en pleno siglo XXI?
–La Abogacía española en mi opinión está muy, pero que muy precarizada.
–Defina precarizada.
–Los abogados que hoy en día empiezan no tienen como prioridad tanto montar un despacho como el sacar un sueldo del que vivir, aunque sea un sueldo a través de un trabajo por cuenta propia. La Abogacía es mucho más que percibir un salario a fin de mes. Y estar a sacar un sueldo a fin de mes genera precarización porque lleva a una competencia tremenda de precios a la baja. Divorcios por 35 euros, cláusulas suelo por nada y 'si cobramos, cobramos todos.
–Furgonetas por las calles de Madrid ofreciendo asistencia letrada para los divorcios... ¡Tela!
–Eso me parece una publicidad indigna y muy impropia de una profesión que tiene en sus manos la defensa de unos valores sensibles y, sobre todo, cuando hablamos de temas de familia que por su naturaleza deberían de ser objeto de un tratamiento más respetuoso.
–La de abogado es una profesión que lleva décadas y décadas inspirando series de televisión, desde 'Perry Mason', en los 60 del pasado siglo, a 'The Good Wife' recientemente.
–Las series de televisión, las que yo veo, por lo menos, pintan una profesión que, de haberla en España, está muy focalizada en unos pocos grandes despachos. Esa no es la realidad social de la profesión de abogado. Pero es verdad que las series de abogados siempre han tenido un tirón muy grande de audiencia.
–Y sin necesidad de ficción, ahí están programas y emisiones sobre juicios.
–Prueba de ello lo tenemos en el juicio del procés, que ha sido transmitido y ha tenido audiencias extraordinarias. La gente quería ver cómo funcionaba un juicio, quería ver a los abogados, quería ver a los jueces, al presidente del tribunal, que tanta notoriedad ha adquirido.
–Notoriedad que se supone cuenta a favor de la Judicatura.
–A mí me parece que es extraordinario que se conozca cómo funciona la Justicia, cuya valoración está muy castigada.La Justicia en general funciona bien, con sus pros y contras, sus defectos y virtudes. Pero como toda actividad humana. Es verdad que la Justicia está mal valorada a la hora de cómo se nombran determinados jueces, de cómo se nombra el Poder Judicial y a la hora de cómo se tratan ciertos juicios muy mediáticos. Por eso, este juicio del procés ha sido muy importante para que la gente vea cómo funciona la Justicia, que puede funcionar bien, sobre todo cuando se le dan medios, y que los jueces son gente absolutamente imparcial, que tratan por igual y con el mismo rigor a todas las partes, sean estas las que sean.
–Vallisoletano de toda la vida como es usted, ¿qué tiene la capital del Pisuerga para el mundo de la Abogacía que tantos y tan grandes letrados ha dado?
–Valladolid tiene, primero, una grandísima tradición. Su Colegio de Abogados es el segundo más antiguo de España, se creó en 1592; solo el de Zaragoza es más antiguo. Tenemos la Universidad, con su Facultad de Derecho, que ha dado ilustres juristas. Y Valladolid fue sede del primer tribunal que se creó en España, la Real Chancillería, que viene a sumarse a la tradición de dar muchos y buenos abogados.
–Con todo lo que lleva vivido y trabajado, con todo lo que ha puesto en marcha y ejecutado en el seno de la Abogacía, ¿tiene ya claro qué quiere ser de mayor?
–No me jubilaré, ¡me echará el trabajo! Pero quiero disfrutar y tener tiempo libre para todo lo que no he disfrutado a lo largo de mi vida laboral: mi familia, mis nietos y mis amigos, que tengo muchos.
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