Las mascarillas, entre el riesgo del mal uso y la prevención de contagios

Cuando una medida de protección puede acabar por convertirse en una herramienta de contagio, surgen las dudas. ¿Mascarillas sí o no? Raquel Blasco, vicepresidenta segunda del Colegio de Médicos de Valladolid, lo zanja así: «Mascarilla, bien utilizada y para evitar contagiar a los demás». Y algo tan sencillo resulta sin embargo tan tremendamente complicado que solo hay que ver a los políticos españoles para comprobarlo. A Pedro Sánchez tocándosela con la mano, sujetándola por dentro. A Isabel Díaz Ayuso con ella situada en la barbilla. No llegan a ese paisano de la India que ha fotografiado Sanjeev Gupta para Efe, que ha hecho un agujerito para poder colocar el cigarrillo encendido, pero en términos de posible contagio son igualmente irresponsables.

«Son para evitar que el potencialmente infectado y transmisor expulse virus», explica Blasco. Y sin olvidar de que su uso es «a mayores« de las medidas que tantas veces se han repetido: lavado de manos y distanciamiento social.

Una de las mayores preocupaciones, y recelos, de los sanitarios hacia el uso de mascarillas por parte de la población es la falsa sensación de seguridad que pueden aportar. Porque, de entrada, las que filtran más partículas, las de tipo FFP2 ó FFP3, deberían reservarse a personal sanitario o de riesgo. «Debería ser una mascarilla buena. Porque no es solo para no transmitir, sino para no contagiarme. Las mascarillas caseras solo tienen validez para evitar ser yo quien contagie. Las quirúrgicas y caseras no son filtrantes y lo que hacen es evitar el paso de mí hacia el exterior, fundamentalmente, y protege a otros».

Una vez sabido esto, que una mascarilla no es un escudo invulnerable, «lo primero es saber utilizarla bien», añade. «Asegurarse de tapar boca y nariz, ajustarse atrás bien para reducir la separación entre la mascarilla y la cara». Y no imitar a nuestros políticos. «No la toques. Si se toca, luego hay que lavarse las manos porque es un objeto potencialmente infectado».

Aunque los propios sanitarios han tenido que hacer barbaridades con el material de protección, ante la escasez que había, Blasco recuerda que «cuando esté húmeda hay que retirarla. Son de un solo uso». Y añade: «No reutilizar y desecharlas en una bolsa de basura estanca».

Claro, cuando son caseras, su objetivo es rebajar un poco más la transmisión del virus. Y aquí el tipo de material es importante. Las bolsas de aspiradora se han mostrado eficientes, por encima de cualquier otro tejido. Las de algodón retienen menos partículas, pero sirven, en todo caso, para dificultar algo más la propagación del virus. «La gente va a utilizar mascarillas caseras, incluso hablan de filtros de aspiradora. Vale, siempre y cuando cumplamos las mismas condiciones. Son para proteger un poco al resto», recuerda Raquel Blasco. «Si las voy a reutilizar, a lavar con agua y jabón o incluso con detergente de lavadora a 60º. Y después de atender a un enfermo hay que quitársela inmediatamente, ni ponerla debajo de la nariz ni nada», insiste. El Centro Europeo de Control de Enfermedades pide que las mascarillas con máxima protección se dejen al personal de riesgo.

En su página han incluido un tutorial con tres modelos de mascarillas caseras. Para dos de ellas no hace falta ni coser, solo tela y tijeras.