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Quienes estos días pisan la calle para ir a trabajar coinciden en esa sensación de participar en una película postapocalíptica. La lluvia primaveral se antoja ... de un gris 'Blade Runner' y las calles desiertas acongojan, como si el virus invisible acechara a la vuelta. Y a ese decorado volverán mañana, decía el otro día Francisco Igea en un cálculo grueso, los «200.000 trabajadores» de la región que desde hace dos semanas pasaron a ser considerados como pertenecientes a actividades no esenciales.
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Un número de personas, es decir, de potenciales infectados o infectadores, que cubre de sudores fríos a la Sanidad de Castilla y León y a la del resto de España. José Martínez Olmos, que fue secretario general de Sanidad por el PSOE, se lanzaba el viernes al ruedo político de moda, Twitter, para desconfiar abiertamente de este 'desconfinamiento parcial'. «Se corren riesgos al levantar las restricciones al sector productivo no esencial desde el próximo lunes; en especial la construcción. Es más prudente mantener la paralización actual en este y quizás otros sectores dos semanas más y volver a la normalidad con mejor base epidemiológica». Y Francisco Igea hacía suyo el mensaje: «Este señor (con el que he discutido en innumerables ocasiones) fue secretario de estado de Sanidad y portavoz de Sanidad del PSOE. Estoy completamente de acuerdo –escribía en mayúsculas, que es como se enfatiza y se grita en el mundillo tuitero– . En la lucha contra el coronavirus no hay colores. Gracias, Pepe, por demostrar tu profesionalidad por encima de los colores».
Verónica Casado, consejera de Sanidad, tradujo a lenguaje pandémico lo que es en realidad este retorno de las actividades no esenciales: «es una desescalada».
Y hasta el director de la Organización Mundial de la Salud, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, alertó de que «eliminar las restricciones demasiado pronto puede provocar el resurgimiento mortal del coronavirus».
En esta tesitura, los sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, están dispuestos a vigilar escrupulosamente el cumplimiento de todas las medidas de prevención necesarias. Raúl Santa Eufemia, secretario de Política Sindical, Industrial y Empleo de UGT en Castilla y León, entiende que hay actividades que son importantes para la «cadena de producción y de abastecimiento de sectores esenciales que trabajan sin parar. Calderería, ferretería industrial, mantenimiento...». Sin embargo, eso no es óbice para que se produzca una «apertura ordenada» en la que «los trabajadores propios y los clientes» estén lo más seguros posible. «Hemos avisado a la administración autónomica y a la Inspección de Trabajo de que estaremos vigilantes de que estén activados todos los protocolos necesarios», advierte. Empresas grandes, como Iveco –«que ha tomado medidas de desinfección, entrada paulatina y descansos más largos»– o Renault –«que el lunes tiene una reunión para ver los protocolos»– no son el gran problema. El tejido industrial regional se basa sobre todo en pymes. Ahí apunta también Vicente Andrés, secretario autonómico de CCOO. «Dudamos de que las empresas, en términos generales, estén preparadas para volver el lunes. Debería ser un procedimiento escalonado a medida que las empresas puedan garantizar la seguridad. Porque la gran masa de trabajadores de la región son los de las pequeñas y medianas empresas y son las que tienen que dar el paso y garantizar el cumplimiento de los protocolos de seguridad. En caso contrario, es preferible seguir con permisos retribuidos, de acumulación de jornada, redistribución de jonada, etc., hasta que puedan cumplir con esos protocolos», advierte.
Porque no se trata solo de mascarillas y guantes. Aunque en ese caso también hay dudas. Muchas. Sobre todo después de que el Ministerio de Sanidad se comprometiera a distribuirlas en el Metro o Cercanías. En Madrid, claro, que siempre es la medida de todas las cosas aunque la realidad más generalizada se sitúe en el otro extremo. «No hemos recibido el protocolo. Nos sorprende la noticia. Se nos habló de la posibilidad de que hubiera mascarillas higiénicas, pero no tenemos constancia del protocolo, quién las va a recibir y cómo se van utilizar», fue el palo que hoy soltó Verónica Casado al Gobierno. «Nosotros tenemos la obligación de que el material llegue a profesionales sanitarios y sociosanitarios. El Gobierno debe repartir también a comunidades que no tengan Cercanías ni Metro, pero sí transportes colectivos. Supongo que mañana –por hoy– tendremos los protocolos si se tienen que incorporar el lunes, que nos gustaría que no fuese así».
Con estas premisas, resulta complicado aventurar siquiera cuántas personas saldrán del confinamiento este lunes para acudir a sus puestos. Casado insiste: «Podemos incrementar el riesgo. Si hay más contagios, habrá más infectados, más muertes y el sistema sanitario entrará en situación de estrés». Como el que sentirán los que mañana pisen esa extraña ciudad desierta camino al tajo con mascarilla y dudas.
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