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La clave de una moción de censura en Castilla y León se llama Ciudadanos. Ni siquiera el PP, que poco podría hacer si ... se consuma un pacto, vía Madrid por ejemplo, entre el PSOE y su hoy socio de Gobierno. Por eso el debate de las Cortes, que se focalizó en ese amago socialista de lanzar un directo al mentón, se desvió pronto del cruce dialéctico Mañueco-Tudanca y se convirtió en un diálogo a tres bandas: el PSOE contra Igea mientras lanzaban mensajitos a la bancada 'ciudadana'.
Las preguntas de control se cebaron en los autos del Tribunal Supremo que suspendieron cautelarmente el toque de queda a las 20 horas y la limitación del aforo a 25 personas en las iglesias suspendida por el Supremo una semana después de que la Junta cambiara la restricción para ser más flexible. Y trataron de empezar a armar ese núcleo en torno al cual debe articularse el contenido de la moción de censura.
Que llegará, parece ya claro.
Lo que no es seguro es en qué momento. En todo caso, el primer tanteo del PSOE ya ha logrado un primer objetivo, zarandear el panorama. Y poner «nervioso», consideran, a Fernández Mañueco, al que todo esto le coge en un momento inoportuno, con los congresos provinciales a punto de empezar.
Más sobre la posible moción de censura
«Ante la mención de una moción de censura les tiemblan las piernas», espetó el secretario autonómico socialista, Luis Tudanca. «Nadie sabe cuánto le queda a su Gobierno, pero ya ha llegado al ocaso, y nuestro deber, y vamos a cumplirlo, es darles una esperanza a los castellanos y leoneses». Un teatrillo de largos aplausos culminó este anuncio a plazo indefinido, esta amenaza en ciernes indeterminados, ante el gesto irónico de Luis Fuentes (Cs) y con Alfonso Fernández Mañueco (PP) sentado, esperando a que acabara la salva.
Luis Tudanca
El presidente de la Junta trató de justificar la decisión que él firmó para limitar la movilidad nocturna a las 20 horas. Habló de que son tiempos de «gran confusión jurídica», recordó los varapalos judiciales al Gobierno central -contra las medidas adoptadas en octubre en Madrid- y volvió a recurrir al argumento de que antepuso la protección de la salud, pese a que en el auto del Tribunal Supremo se hace expresa referencia a que eso no basta para soslayar los derechos fundamentales.
Alfonso Fernández Mañueco
Acabó con su única mención directa al amago socialista. «Póngase usted a usted mismo la moción de censura de la que tanto habla», conminó a Tudanca. Y esta vez la ovación teatral fue de los suyos.
A partir de ese momento, el escenario se compuso en una suerte de todos contra uno. Las socialistas Virginia Barcones, Ana Sánchez y Patricia Gómez Urbán, la triple coraza de Tudanca, fueron las encargadas de fijar el doble mensaje: la hora de la moción se acerca y Ciudadanos tendrá que elegir. Francisco Igea, erigido en parapeto y principal objetivo simultáneamente, calificó este ataque frontal como «moción interruptus». Y basó su 'defensa al ataque', un clásico ya en las Cortes regionales, en las críticas al Gobierno central y en recaditos a terceros. Especialmente al socialista Óscar Puente, alcalde de Valladolid, que además de ser su rival acérrimo es uno de los que aúpan a Luis Tudanca desde hace tiempo para que dé un paso adelante. «Todavía no estamos en el Gobierno de España, pero solo todavía», replicó Igea a un lapsus de Gómez Urbán. «Básicamente porque nuestros hijos no están en edad de criar, no necesitamos niñera pagada por el Estado», soltó para empezar a chinchar a Podemos, cuya pregunta estaba prevista para más adelante. Y al hablar de transparencia en los contratos: «En la Junta nadie podría irse de vacaciones con un yate hortera con un constructor al que le hubiera dado un contrato». Bofetón a Óscar Puente. Incluso presumió de las resoluciones judiciales a favor después de recibir cuatro muy dolorosas en contra, las dos últimas en una semana. «Hemos ganado seis contra otras administraciones, incluido el Ayuntamiento de Valladolid». Sí, de nuevo a Óscar Puente.
Francisco Igea
Incluso aprovechó la posterior intervención de Pablo Fernández (Podemos), que instó a Mañueco e Igea «a dimitir» y los definió como «los auténticos antisistema» por incumplir las leyes. En ese punto se preguntó el vicepresidente de la Junta «por qué el Gobierno, autoridad competente, no pidió medidas cautelarísimas». «Si esta violación era tan grave por qué no utilizó la ley para relevar a su autoridad delegada [el presidente de la Junta]».
La guinda de la defensa, que jalonó con retazos del mismo relato que esgrimió Mañueco -proteger la salud común, la falta de herramientas jurídicas por culpa del Gobierno, las resoluciones judiciales contra el Gobierno central-, fue el reto a Luis Tudanca. «Esto es una moción de censura interruptus, porque les tiemblan las piernas, esperemos que se sustancie de una vez si tienen valor, porque así sabremos qué es lo que proponen».
El ataque coordinado del PSOE utilizó diferentes vías y una misma conclusión. Virginia Barcones se lanzó por la vertiente del conflicto con el Diálogo Social y la decisión de cerrar la Fundación Anclaje, que el PSOE considera de utilidad. Ana Sánchez enarboló la panoplia Kitchen-Cosidó-Eólicas para seguir con el hilván PP-corrupción, del que Igea se desmarcó. «Han mezclado ya tres veces la palabra corrupción y mi nombre. Estoy esperando que me diga un caso. Tiene usted mis cuentas a mi disposición. Se me pueden decir muchas cosas, pero hay algunas que no se las voy a tolerar», le advirtió. Y Patricia Gómez se centró en el auto del Tribunal Supremo sobre el toque de queda.
En los tres casos, la pregunta con la que concluyeron las intervenciones no fue para Francisco Igea ni para Alfonso Fernández Mañueco, sino para los procuradores naranjas. «Señores de Ciudadanos, ¿cuánto tiempo más van a mantener a una mentira en el Gobierno?».
Ciudadanos, por ahora, no tenía que responder la pregunta. Pero a la vista de lo que dijo Luis Tudanca, tendrá que hacerlo tarde o temprano.
Francisco Igea optó por una táctica que ya ha utilizado otras veces. Enumerar 18 puntos del acuerdo de Gobierno sobre regeneración -en otra ocasión fueron el casi centenar de medidas de transparencia- y enterrar el debate en esa enumeración. Lo hizo cuando le preguntaron por la decisión de eliminar la Fundación Anclaje y mantener «los otros chiringuitos». «Solo usted podía haberse presentado diciendo que pincharían la burbuja política, acabando con dedazos y amiguetes en la administración… Ya sabemos lo que vale su palabra. Si usted dice eso el resultado es mantenimiento de chriringuitos, doblar asesores y dedazo para los amigotes», le acusó Virginia Barcones. «Es verdad que en esta comunidad no hemos tenido el trabajo que hemos tenido en Andalucía, allí fue más duro porque allí la gente se iba de putas », espetó Igea. No fue el único exabrupto de la tarde en el hemiciclo. Marta Sanz, de Ciudadanos, preguntaba por la continuidad de la base mixta del Ejército en Segovia y se refirió a la decisión del Gobierno de establecer una base logística en Córdoba, algo que se achaca a la mediación de la vicepresidenta Carmen Calvo en el asunto. «La de Cabra -donde nació Calvo- ha encabronado a todos», sentenció Sanz.
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