La garantía de una menor ratio de alumnos por clase llena los pueblos de nuevas familias
Los colegios rurales no tendrán que lidiar con excesos de aforo en las aulas ni problemas a la hora de guardar la distancia de seguridad
Se marcharon de un momento para otro, un día antes de que el Gobierno decretara el estado de alarma. Lo hicieron con la incertidumbre de ... saber cómo terminarían el curso y si volverían a compartir clase con sus compañeros. El virus cerró a cal y canto las aulas, pero ahora, los más de 303.000 alumnos de Castilla y León que tuvieron que abandonar los colegios e institutos a mediados de marzo para recurrir a la enseñanza 'on-line' regresarán a sus centros educativos. Lo harán de forma presencial. Al menos de momento. Primero Infantil y Primaria, este miércoles, y la próxima semana, el día 14, Secundaria y Bachillerato.
Para muchos, no solo aquellos que este año cursen primero de Infantil, será como empezar de cero. Clase nueva, compañeros nuevos, profesores nuevos. Porque las dudas y el temor a un contagio en horario lectivo que pueda trastocar la rutina ha empujado a numerosas familias de la comunidad hacia el medio rural. Todo, por la garantía que implica un colegio de pueblo: por lo general, menos alumnos que en una ciudad y contactos más estrechos en caso de que se registre un positivo.
Noticia Relacionada
La opinión de Paco Cantalapiedra: Edén
El hándicap de la despoblación que sufre buena parte de la región desde hace años se ha convertido en una ventaja inesperada en tiempos de pandemia. Las escuelas rurales no tendrán que lidiar con excesos de alumnos por cada aula. No habrá problemas con el aforo ni necesidad de desdoblar grupos por cada clase. Tampoco a la hora de mantener la distancia de seguridad entre el alumnado.
Rubén Rodríguez y Sandra Liste son una de las familias que han inclinado la balanza hacia el mundo rural. Dejaron una urbanización próxima a Valladolid capital por Castrejón de Trabancos, que apenas tiene 180 vecinos. Fue por «seguridad», pero también para que su hijo Roi, de dos años y medio, fuera a un centro rural. «Que el niño fuera al colegio de El Carpio, que es donde nos corresponde, ha sido siempre la primera opción. Allí no hay tantos casos como puede haber en Valladolid capital, que es la otra opción que barajábamos, y la escuela no está tan masificada. No hay tanta afluencia de niños y familias;si el contacto es menor, el riesgo es menor», reconoce Rodríguez, natural de este municipio vallisoletano enclavado en la comarca de Tierra del Vino.
Sin embargo, el empeoramiento de la situación epidemiológica en Castilla y León, donde los contagios aumentan conforme se tachan los días del calendario, llevó a Rodríguez y Liste a tomar la determinación de no escolarizar este año al pequeño Roi. Tenían rellenada ya la matrícula, pero cambiaron de opinión hace tan solo unos días «porque se está complicando todo y cada vez tiene peor pinta». «Hemos decidido no llevarle por precaución;iba a ir al colegio por muy pocos días, pero como tiene dos años y medio y podemos este año aún no llevarle, lo vamos a hacer así», asegura Rodríguez.
Ángel Martínez . Valdecañas de Cerrato (Palencia)
«Estamos adaptándonos al cambio radical, con ganas de comenzar las clases»
Ángel Martínez y su familia residían en Madrid, aunque acudían con frecuencia a Valdecañas de Cerrato, pedanía de Baltanás, al que estaban unidos por línea paterna. En marzo decidieron ir a pasar allí el confinamiento. Primero lo hicieron su mujer y sus hijas para continuar las clases de manera telemática desde Valdecañas de Cerrato. De hecho, las tres se empadronaron en la localidad.
Fuenteguinaldo (Salamanca) Ricardo de Arriba. Fuenteguinaldo (Salamanca)
«Un centro rural es ideal para una niña pequeña; es mucho más feliz y se relaciona mucho mejor con los demás»
«Hay que ser valientes, un pequeño cambio puede suponer mucho». Esa es la filosofía que Ricardo de Arriba ha implantado en su vida a pesar de que el cambio, de entrada, no parece muy pequeño.
Atrás deja su Madrid natal y el último año y medio en Boston para instalarse en la localidad salmantina de Fuenteguinaldo
Félix H. . Villanubla (Valladolid)
«Prefiero que mi hijo vaya a clase con menos niños porque, al ser menos, aprenderá más»
Para Félix H., el confinamiento fue «determinante». La emergencia sanitaria les «ayudó» a reafirmarse en la idea de que su futuro debía estar vinculado al medio rural. El aislamiento domiciliario les pilló en el campo, y después de aquello, reconoce, tenían «claro que no nos volvíamos a meter en un piso ni locos». Así que barajaron todas las opciones –tenían que dejar la casa de Valladolid donde residían «sí o sí» porque era de un familiar– y se decantaron por Villanubla, localidad de 2.713 empadronados situada a tan solo 13 kilómetros de la capital vallisoletana.
Familia Moral Arribas. Sotosalbos (Segovia)
«Nos da miedo la vuelta al cole, pero nos daría más si estuviéramos en Madrid»
«Solo el hecho de saber que nuestro hijo Lucas irá a clase con quince niños en lugar de los 25 que le hubieran tocado en Madrid ya nos tranquiliza. No sabemos si se contagiará o no, pero saber que va al colegio con menos gente ya es una garantía». Quien habla es Roberto Moral, que a raíz del confinamiento apostó por dejar la capital para trasladarse a vivir con su familia a Sotosalbos, localidad segoviana de 120 vecinos situada a apenas veinte kilómetros de la ciudad.
Fichas y libros desde casa
Será el matrimonio el que, desde casa, se encargue de «prepararle un poco» de cara al próximo curso con fichas y libros que le han recomendado docentes y pediatras. «Hemos hablado con varios pediatras y psicólogos para valorarlo y hemos coincidido en que si se puede evitar una sobreexposición, mejor. Yo soy de riesgo y tanto yo como mi círculo tenemos que tener el menor contacto posible con gente», añade.
Creen que, de esta forma, «ganaremos todos». No tienen pensado «moverse» de Castrejón, y prueba de ello es que están preparando la apertura de una peluquería en los próximos meses. Su hijo, además, crecerá y acudirá el próximo año a la escuela de El Carpio. «Como en el pueblo no se está en ningún sitio. Si quieres no te cruzas con nadie, e imagino que en la escuela es parecido. Desde luego te da más tranquilidad saber que tu hijo va a estar con diez niños y no con treinta, al menos mientras la cosa esté así», sentencia.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión