Francisco Heras: «¿Quién soy yo para decirle a usted que vaya al cine a ver qué?»
El único empresario autónomo de cine en Valladolid asegura que «si el vino es el paladar de cada uno, las películas son las emociones»
He aquí un hombre con una vida de cine. Francisco Heras, el único empresario autónomo que se dedica a la exhibición de películas en dos ... cines de su propiedad en el centro de Valladolid. Salmantino de nacimiento y vallisoletano de ejercicio, lo suyo dice que consiste no en exhibir películas y cobrar una entrada por ello, sino en vender emociones a la gente. «¿Hay algo más placentero que compartir emociones?», se pregunta y pregunta.
–Si el DNI incluyera el apartado 'profesión', ¿en el suyo pondría empresario de cines?
–Mi primer negocio, con mi hermano Juan, fue de hostelería. Un bar que se llamaba 'Los timbales'; el mostrador eran timbales.
–Original, original...
–Lo de la tapa en la calle, lo que se llama hoy Feria de Día, lo inventamos en los 70: el bar era tan pequeño que la gente no cabía; cogían la consumición y salían a la calle. Con el tiempo decidimos que había que emprender otros negocios.
–¡A ver si resulta que inventaron también lo del emprendimiento!
–Hicimos una lista de negocios que nos gustaría iniciar. Fuimos descartando: este, no, este es inviable... Así, hasta el final de la lista. El último, cine.
–¿Así de fácil?
–He sido de siempre cinéfilo. Es una de las buenas cosas que inculcaban los internados de los colegios; nos ponían cine una vez a la semana. Compramos un local en Salamanca cuando acababan de abrir en Madrid los 'Alphaville', los primeros minicines de España. Éramos buenos amigos del dueño. Al día siguiente se presentó un arquitecto en Salamanca y ahí empezamos. ¡Sin tener idea de cine!
–¿Cómo pasó de Salamanca a Valladolid?
–Hubo una extensión del Festival de Cine de Valladolid a Salamanca. Ahí conocí a un montón de gente y hablando conFernado Herrero, entonces director adjunto del festival, me despertó la curiosidad y llegué a Valladolid con la intención de descubrir América...
–Humilde que era, vamos.
–Empecé una peregrinación en busca de locales para cine. Y ahí aterricé con los Cines Manhattan.
–¿Y los cines de Salamanca?
–Siguen funcionando. Cines Van Dyck. Solo lo quedan en Salamanca esos y unos que abrieron en la estación de tren.
–Con los vaivenes a los que se ha visto sometido el mundo del cine por el vídeo e Internet, lo suyo tiene pinta de heroico.
–Lo heroico no existe. Es el trabajo del día a día. Siempre he creído que en la vida hay que tener curiosidad. Lo que para unos es heroicidad para mí fue curiosidad. Fui viendo qué pasaba por el mundo y mientras otros invertían en yates, coches o chalets, yo lo he hecho en viajes de uso y disfrute, pero en ese disfrute siempre fui vampirizando cosas que me encontraba.
–¿Le ayudaba el cine a hacerlo?
–El cine te va permitiendo ir introduciendo campos, con curiosidad. ¿Se puede hacer una cosa? ¿Sí? Vamos a hacerla. Tienes que estar abierto a que en tu cine haya de todo: una presentación de un libro, una conferencia, una exposición de pintura... Que todo eso te vaya permitiendo estar vivo constantemente. Y siempre teniendo como timón el cine.
–No acepta lo de la heroicidad. ¿Lo de ser una especie en peligro de extinción?
–¡Anda! ¿Eso le parezco?
–Lo digo porque quedan en Valladolid tres cines en el centro de la ciudad y dos son suyos. ¡En la ciudad más poblada de la región, solo tres cines en el centro!
–Es triste. Cuando legué a Valladolid había 30 cines, de todo tipo y tamaño. Durante estos años he ido viendo cómo desaparecían poco a poco. Soy el único autónomo de cine que queda en Valladolid; los demás pertenecen a un grupo empresarial.
–Oiga, ¿eso de sacar las salas del centro de las ciudades y llevarlas al extrarradio es una americanada como la copa de un pino o es disfrute de freno y marcha atrás? Porque donde esté ir paseando al cine...
–Ir al cine es un acto social. Salgo de mi casa, me encuentro con este o con la otra y charlo; en el vestíbulo del cine hablo con este o aquel y al salir, lo mismo. Eso solo se puede hacer en el cine de toda la vida. Los españoles, por muy modernos que somos, no estamos acostumbrados aún a lo 'small', que es la palabra de los centros comerciales, donde estás dirigido a hacer todo lo que allí hay. Eso lo marca mucho también el tipo de cine que hacemos.
–Explíquese.
–El mal llamado cine comercial...
–...¿mal llamado?
–El cine es comercial todo. Uno en una medida, otro en otra.
–Oiga, a mucha gente, con el cine nos pasa lo que con el vino o la pintura: nos gusta o no. ¿Demasiado simples?
–Un día vino al cine una señora y empezó a preguntarme por varias películas. En un momento, se paró y me dijo: '¡Paco, es que a tí te gustan todas las películas!'. Le dije: 'No, yo vendo todas las películas. Porque, probablemente, el cine que a mí me gusta tú no lo irías a ver'. Si el vino es el paladar de cada uno, las películas son la emoción de cada uno.
–¿Aunque sean de Rambo?
–Yo no le voy a decir a nadie que no vaya a ver Rambo porque probablemente alguien será feliz viendo Rambo. El cine cada uno es libre de interpretarlo como quiera.
–¡Qué alivio!
–Me molestan mucho esos críticos que se sienten en posesión de la verdad y quieren que vayamos a fustigarnos al cine y salgamos de la sala deprimidos... Cuando he hablado con críticos, les he pedido que al final de su opinión añadan que eso que dicen es según su criterio o sus emociones. ¿Quien soy yo para decirle a usted que vaya a ver qué?
«Yo me pregunto constantemente dónde están el resto del año todas esas personas que durante una semana llenan las salas»
–Hay sensaciones incuestionables que no por repetidas pierden un ápice de íntima exclusividad. Lo mágico de cuando se apaga la luz de la sala de proyección y comienza la película no lo iguala nada: ni tele, ni vídeo, ni internet.
–A veces me preguntan que a qué me dedico y respondo que vendo emociones. Me dedico a vender emociones. No hay nada más hermoso que ver a un niño al salir de ver una película. Cuando usted se sienta en una butaca, se apagan las luces y la pantalla te vampiriza...
–¿Eso va incluido en el precio de la entrada?
–¡Pues claro! Pero, ¿cómo calibramos las emociones? ¿Es cara una entrada de cine cuando te permite acceder a ver algo que te hará llorar, reír o cabrearte, compartir emociones en la propia sala o una carcajada...? ¿Hay algo más placentero que compartir emociones?
–Años y años oyendo que el vídeo acabaría con el cine, después que sería Internet... Y ahí sigue el cine en pie y con buena salud.
–Cuando se habla de esto, tiro de Kennedy. ¿Qué estás haciendo tú para que esto no suceda? Los libros de papel no van a desaparecer, por mucho boom que haya habido del e-book. Pues con el cine después de superar la televisión, el vídeo y el cable pasará lo mismo. A 1 de noviembre, 10% más de espectadores que en 2018. ¡Y no ha llegado el boom de la Navidad! Eso demuestra que la gente quiere seguir disfrutando de placer del cine, entrar en una sala, se apaguen las luces y esa película sea mía, yo sea el director, yo sea este o aquel actor...
–Ser agoreros es muy español.
–En España tenemos el problema del no por sistema. Hablo mucho siempre de un grupo de actores y directores que son muy denostados: Almodóvar, Trueba. Bardem, Penélope, Banderas... Fuera de España estos personajes son auténticas estrellas: les siguen decenas de millones de personas y en España, metafóricamente hablando, cuando menos les pegamos dos tiros. Antonio Banderas ha hecho una promoción de Andalucía en Estados Unidos que no hay dinero en el Gobierno andaluz para poder pagarla.
–Esta pregunta seguro que se la espera, así que disculpe que sea previsible: ¿Película, actor y actriz favoritos y qué película no volvería a ver? Doy por sentado que usted ve todas las películas que se proyectan en sus salas.
–Sí; primero, soy espectador y luego, trabajo en el mundo del cine. Me siento en la butaca a disfrutar de las películas. Yo no puedo tener una película favorita. ¿Cómo decir que me gusta Truffaut y no Scorsese? Volvemos a lo del vino: cada película, como cada vino, es un paladar. Y cada película es una emoción.
–Vamos, que no se moja.
–Hombre...
–¡De la sala habrá salido pensando que qué pestiño le han metido en alguna ocasión!
–En toda la época del destape hubo un abuso de las exigencias del guión que a la cuarta que ves te vas de la sala. Pero la mejor película... Coppola completo, todo Visconti, todo Scorsese, todo el realismo italiano me parece un descubrimiento. Pero cómo no voy a hablar de 'Marcelino, pan y vino' si me encantó en mi infancia. Hay muchas, muchas películas, pero no podría decir una. ¡Es imposible!
–Valladolid cuenta sus años por semanas: la Semana Santa, la Semana de Cine, la Semana de Ferias... Y pasan esas semanas y las 48 restantes uno se pregunta dónde están los cofrades, los 'semincineros', los peñistas...
–Para esto, los directores de los festivales tienen una respuesta que a mí me incomoda: cine de autor, buen cine...
–¿Qué es cine de autor?
–Eso digo yo, ¡¿qué es cine de autor?! Vamos a ver... ¡Todas las películas tienen un autor! Pero es verdad, ¿dónde están el resto del año todas esas personas que durante una semana llenan las salas? ¿Qué es lo que les interesa realmente, el cine o el espectáculo paralelo que se monta con el cine? ¿Qué interesa la Semana Santa o el espectáculo que lleva aparejado? Los bares están abiertos todo el año y seguro, completamente seguro, que tienen mejores tapas que las que ponen en Ferias. Todos los días me pregunto dónde están esas gentes que se activan por semanas.
–Usted viaja a los festivales...
–¡Me apasionan! Tengo la suerte de hacer Cannes,Venecia, Berlín ySan Sebastián. Y además de al nuestro, voy fijo al de Nueva York. Cannes es el glamour absoluto, pero también la industria absoluta: cientos de millones pasan por Cannes. Los festivales son necesarios.
–Usted en esto de innovar ha marcado época. Trajo a Valladolid el proyector digital Sony SRXR200 con tecnología 4K para disfrutar en una sala del formato 3D. No hablamos del Pleistoceno medio sino de hace cuatro días. Invirtió un dineral en ello. Menos de una década después, esa máquina...
–...¡Es ya pieza de museo! En menos de diez años. La película de toda la vida ya no existe. Todo es por ordenador. Hasta el punto de que las películas me llegan al ordenador, las proceso y las lanzo a cada una de las salas. El 35 milímetros ya es prehistoria.
–Oiga, yo no sé bajarme una película de Internet...
–...¡¡Ni falta que le hace!!
–No me siento analfabeto por ello, pero cuando lo digo, en según que sitios unos me miran con cara de pena, otros me llaman anticuado... ¿Qué tengo que hacer?
–Ir al cine. España es el segundo país del mundo con mayor número de piratas de cine. Y en música es un escándalo los que hay.
–A ver si es que eso de la piratería nos va en los genes.
–Pero, cuando vamos al supermercado, ¿cogemos la barra de pan y nos la llevamos o tenemos que pasar por caja? Pues exactamente lo mismo con el cine. El cine es de todos, claro, pero previo pago.
–Usted, casado con una noteamericana, ¿no ha pensado estos años que ni el guionista más pintado habría sido capaz de diseñar un personaje como Trump?
–¿Tenemos que hablar de esto?
–Lo digo por saber si usted comparte esa máxima de que la realidad supera siempre a la ficción.
–¡Woody Allen tuvo a Trump en una película! La realidad siempre, siempre está por encima de cualquier ficción. No hay guionista, por mucho que se precie, que sea capaz de captar la realidad.Es absolutamente imposible.
–Otra pregunta previsible. Los Goya de 2020, ¿qué?
–Almodóvar está en un momento dulce. Va a poder con Amenábar, por película. Digo más: AntonioBanderas va a ganar el Goya este año y estará nominado por derecho propio en los Oscar. Luego hay más: Paco Plaza ha hecho 'Al que a hierro mata', una película excelente. Hay muy buen cine este año. 'La trinchera infinita' es una grandísima película.
–Toda la vida en el cine... ¿tiene usted una vida de cine?
–¡Mucho más! Tengo una vida de cine porque la vida me ha proporcionado todo aquello que ni podría soñar. Lo tengo y lo disfruto.
–¿Habrá saga empresarial Heras?
–A mis hijos siempre lo he dicho que esto es un trabajo que yo he hecho para uso y disfrute mío. Les he inculcado que experimenten, se vayan, disfruten, descubran y gocen de lo que sea y si no les va bien, que vuelvan que estaré con los brazos abiertos esperándoles. El pequeño de mis hijos ha querido quedarse y se ha quedado. Por tanto, con gran placer digo que sí, que va a seguir la saga.
–Toda la vida dedicado a la exhibición de películas, ¿ya tiene decidido qué quiere ser de mayor?
–Para nada. ¡Yo estoy empezando!
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