El apoyo en salud mental reduce al 3,4% las crisis de 4.238 enfermos confinados en la región
El plan de intervención en domicilios de la federación logra contener los efectos de la ansiedad y de convivencia en el entorno familiar
Si el largo confinamiento al que ha obligado la pandemia, y las todavía restricciones y exigencias de higiene y distancias, alteran las emociones de cualquier ... persona y su equilibrio, las que tienen un problema de salud mental importante de base, una esquizofrenia o son bipolares o sufren trastorno de pánico, obsesivo-compulsivo o fobias... han vivido un infierno. Y no solo por el aislamiento como tal sino por la pérdida de los apoyos habituales, sus talleres, sus rutinas... esos hábitos y terapias que dan estabilidad a su día a día. Miles de personas con problemas psiquiátricos o emocionales de diversa magnitud se han visto –como la sociedad a la que pertenecen– encerradas en sus casas. Tal situación hacía prever dificultades de comportamiento, de convivencia al volver a casa o al compartir más horas y encierros con padres y hermanos, más tristeza, más inquietudes y temores que añadir al de la propia enfermedad.
Por ello, la Federación de Salud Mental de Castilla y León, en cuanto en marzo se cerraron los centros de día, ocupacionales y de estancias diurnas para personas con discapacidad y otros similares como los destinados a personas con exclusión social pusieron en marcha un Plan de Intervención a Domicilio. Se trataba de paliar en la medida de lo posible, con una asistencia telefónica y telemática intensa, frecuente y comprometida; así como con atención presencial cuando fuera preciso o recursos residenciales y de asistencia personal, de compensar las carencias presenciales en definitiva. El programa ha logrado objetivos muy claros de contención de problemas que podrían haber sido muy graves. Son 4.238 las personas con problemas de salud mental además de 937 familiares las que pertenecen a este movimiento asociativo.
«Sufren mucha ansiedad y miedo por infectarse y echan en faltalos abrazos»
María Fraile es asistente personal y durante estos dos meses de confinamiento ha sido, aún más que antes de la pandemia, el soporte para la autonomía, la «herramienta para que estas personas pueden desarrollar su proyecto de vida. No somos cuidadores, los asistentes somos un apoyo para una vida emancipada de ellos».
«Las personas con diversidad funcional sufren aún más estas situaciones, los afecta aún más psicológicamente, les genera ansiedad y también está ahí el miedo a contraer la enfermedad», explica. Junto a ello, «pues están las dificultades de acceder a la compra y hemos estado haciendo talleres de cocina, ejercicio físico dentro de la vivienda. Es esta conviven tres personas con el objetivo de reforzar su autonomía. También hemos trabajado el ocio y hemos podido dar paseos terapéuticos. Hemos incrementado el tiempo de la asistencia para apoyar su día a día, que además los aleja de sus visitas a la familia, de los abrazos y del contacto humano. Por ello hemos flexibilizado horarios e incrementado el tiempo» .
Tanto los recursos de atención residencial como el servicio de asistencia personal se mantuvieron abiertos; aunque con las restricciones del estado de alarma y han supuesto el mantenimiento de los apoyos al 18% de personas atendidas. En cuanto al resto de los usuarios, el 82%, se han visto confinados en sus casas, en las de sus familiares o en unidades de convivencia. «La labor de contención de las entidades está siendo ejemplar. Las asociaciones han seguido trabajando, realizando ajustes organizativos en tiempo récord, redoblando sus esfuerzos para frenar, mitigar y resolver las diversas situaciones», destaca un informe del movimiento asociativo sobre la atención durante el estado de alarma. El objetivo fundamental, el de mantener los apoyos necesarios en cada momento para mantener su autonomía.
El Plan de Intervención en Domicilio ha asignado a cada persona un profesional de referencia para contactar y hacer los seguimientos; además se realizó una valoración de las situaciones individuales y necesidades personales y familiares, con especial atención a las que viven solas o sin una red de apoyo familiar que supervise y ayude a que cumplan las medidas y garantice la cobertura de sus necesidades básicas. Hay un seguimiento profesional de la medicación, la alimentación, el estado emocional y de salud y se presta asesoramiento sobre cómo actuar ante problemas en la convivencia familiar o papeleo como la renovación de receta electrónica, consultas médicas y paseos terapéuticos. Fundamental también «el apoyo emocional y psicológico que facilite un estado de calma ante esta situación de soledad, de emergencia sanitaria y sobre todo a los más vulnerables, con muy bajo estado de ánimo, ansiedad excesiva, con pocas estrategias de autocontrol emocional, crisis fuertes, adicciones, problemas de alimentación o de control de impulsos graves, ideación suicida, riesgo autolítico o problemas de violencia, abuso o acoso y conflictividad.
Para ello, se ha desarrollado una atención telemática, acompañamientos, visitas y seguimientos presenciales para situaciones más complejas o urgentes y coordinación con los servicios sociales y sanitarios, agentes sociales y fuerzas y cuerpos de seguridad.
La experiencia ha recogido la evolución desde una primera fase de pautas y consejos a un progresivo aumento de la ansiedad e incertidumbre que «se ven incrementados de manera exponencial» y una tercera fase de estabilidad y de cierta normalidad, en la que comienzan a darse síntomas de cansancio y agotamiento tanto en personas usuarias como en sus familias y de nuevas incertidumbres y expectativas».
Durante este tiempo, 2.707 personas con problemas de salud mental han recibido apoyos en sus domicilios, el 91% de las personas cuyos servicios o recursos se han visto suspendidos. La organización ha recibido un total de 3.477 llamadas telefónicas, solicitando información o apoyo psicológico y se han registrado 30.938 intervenciones de teleatención por teléfono o videollamada y 2.264 visitas para un seguimiento presencial y el 51 % han requerido algún tipo de atención o apoyo psicosocial.
«Nos preocupa la reconstrucción de la red de atención y el refuerzo de psicólogos»
«Nos preocupa que toda esta situación sanitaria suponga en un futuro no muy lejano retrocesos en la atención de la salud mental. Bajo nuestro punto de vista tenemos temores al respecto. Esta situación debería reforzar la atención, dado el incremento que se prevé de este tipo de problemas , sobre todo el refuerzo de psicólogos para un abordaje adecuado y no solo farmacológico». Ángel Lozano es el gerente de la Federación de Salud Mental de Castilla y León y teme que la situación vivida produzca un retroceso en los pasos que tanto le ha costado avanzar al sector. En este periodo de tiempo, «hemos visto cómo las estructuras y dispositivos, en muchos casos, han sido reubicadas en antiguas estructuras psiquiátricas, y como desde los centros y los equipos de salud mental han tenido que reducir su necesaria atención presencial. Seguramente todo ha sido debido, y en buena lógica, atendiendo a la situación tan complicada a nivel sanitario, ya que muchos de los dispositivos se encuentran dentro de los hospitales generales; pero nos preocupa el futuro», insiste.
Y en particular la «reconstrucción» de la red de salud mental, la vuelta a la normalidad, el no perder ninguno de los logros que se han alcanzado a estos niveles, con una apuesta hoy más que nunca por el modelo comunitario y con un planteamiento a corto plazo de reforzar, dado que el confinamiento y estrés ha generado ya importantes descompensaciones, sobre todo en los trastornos mentales más comunes como puede ser la ansiedad o los de estrés postraumáticos que pudieran estar por venir», destaca.
El sector estima que «todo este escenario hace prever un incremento de consultas y debería ir acompañado con un lógico refuerzo de los equipos y dispositivos para garantizar la respuesta a la población que lo necesite; así como para la continuidad de cuidados de las personas con trastornos mentales crónicos y complejos».
Lozano advierte que junto a la necesidad de retomar los talles, centros de día y otros recursos, a algunas de estas personas «les resultará muy difícil volver a la calle porque su problema conllevaba precisamente las dificultades de sociabilización y el encierro lo ha agravado». De todas formas, « el retorno será progresivo y en función de urgencias y necesidades», concluye el gerente de la organización.
La organización destaca que las crisis graves han sido escasas dadas las circunstancias y lo que hubiera sido esperable sino hubiera habido intervención. La labor de contención se constata con el registro, a lo largo de estos dos meses de confinamiento, de solo 92 incidencias reseñables o graves, un 3'40%, «un porcentaje muy bajo en relación al volumen de personas atendidas y a la gravedad de las situaciones, en el que se evidencia la importante labor de freno». Un repaso por las mismas recoge 41 casos de personas que han sufrido una crisis aguda o agravamiento muy significativo de su patología; pero aun así solamente fue necesario ingresar a diez de estos enfermos en unidades de psiquiatría. De ellos, cuatro de forma involuntaria y seis con su autorización. También hubo 14 incidencias con fuerzas y cuerpos de seguridad, de enfrentamientos y algún caso de violencia; otros tantos por problemas con ser positivos por covid y 11 personas debido a la quiebra grave o abrupta de la convivencia familiar. El resto se reparte entre algunos problemas con los paseos terapéuticos; en ocasiones gente los ha increpado desde los balcones y terrazas lo que ha generado respuestas y enfrentamientos. También se han registrado seis situaciones de violencia doméstica o dificultades para acceder a la medicación o problemas de salud física.
Solo 41 personas tuvieron un agravamiento importante de su patología y solo 10 tuvieron que ser ingresadas en Psiquiatría
La investigación también recoge cuatro fallecimientos de usuarios de las asociaciones y diez familiares por el coronavirus. El equipo de la federación valora este porcentaje de incidencias «como pequeño si tenemos en cuenta las dificultades a las que se enfrentan en una situación de este tipo, mucho más compleja de llevar para personas con problemas de salud mental que para el resto de población».
El entorno rural
También constata que la situación varía en el entorno rural. «Pueden tener ventajas con respecto al ámbito urbano como las viviendas unifamiliares que permiten salir y cuentan con espacios para estar al aire libre, redes de ayuda mutua que se conocen y se cuidan, cercanía con ciertos servicios; pero también están todos los otros inconvenientes y limitaciones que hacen de esta situación aún más compleja. Así señalan el limitado acceso a internet en el domicilio y la carencia de dispositivos informáticos o falta de hábito en su uso o escasez de medios de transporte para el desplazamiento a determinadas actividades básicas permitidas como compras, ir al médico o la farmacia.
Los profesionales temen un aumento de problemas emocionales
La Federación de Salud Mental de Castilla y León considera que el trabajo de contención ha dado sus frutos; pero «nos encontramos que la situación cada vez es más compleja y salen a la luz nuevos problemas tanto sociales como económicos y el agotamiento de la unidad familiar o persona cuidadora principal, cuestión que nos orienta a trabajar con estos casos en una primera etapa del retorno o desescalada a los centros». Además estos profesionales, 335, consideran previsible un aumento importante de problemas emocionales y situaciones que precisan atención de urgencia y hospitalización. «El confinamiento no ayuda a la estabilidad de la persona con problemas de salud mental y la capacidad de acompañamiento y sostenimiento de la familia o red de apoyo formal, se ve muy reducida. Son factores de riesgo conocidos de empeoramiento y desestabilización». Por otro lado, destaca que algunas personas con problemas de salud mental han tenido que cuidar de otras, especialmente mayores e, incluso, de menores a su cargo, incrementando este hecho la ansiedad y el cansancio.
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