Carlos Rico, de Acor: «Donde nos jugamos el pan es en el coste energético de nuestro cultivo»
La industria remolachera 'aprende' del desplome sector lácteo y empieza a plantearse medidas conjuntas para hacer frente, al impacto de la liberalización del mercado del azúcar en 2017
M. J. Pascual
Viernes, 20 de mayo 2016, 17:26
«Donde nos jugamos el pan es en el coste energético de nuestro cultivo». Lo dijo Carlos Rico, de Acor, pero sin duda fue la reivindicación más repetida que planeó fuera y dentro de las mesas de debate del foro organizado este martes por El Norte de Castilla en Cajamar para analizar los retos que supone para Castilla y León la supresión de las cuotas del azúcar, una medida que entrará en vigor en 2017. Todos están de acuerdo en que el principal hándicap que les echa para atrás a los agricultores a la hora de decidirse por la remolacha o continuar con ella son los elevados costes que conlleva el riego para este cultivo, porque el uso de otras energías alternativas al gasóleo y a la eléctrica, como la energía solar, es, todavía, muy residual y además, no solo no está subvencionado, subrayaron, sino que está penalizado por la Administración con lo que los agricultores llaman eufemísticamente «el impuesto al sol».
Productores de remolacha e industrias azucareras (un sector que suma en Castilla y León 5.300 puestos de trabajo directos) así lo han puesto de manifiesto este martes en las dos mesas que se han desarrollado este viernes en la Jornada Nacional del Azúcar. El sector ha tomado buena nota de lo que ha ocurrido con el sector lácteo desde que se liberalizó el mercado, con la guerra de precios y el perjuicio para los ganaderos, y no está dispuesto a que la liberalización le pille sin hacer los deberes en lo que a competitividad se refiere, subrayó el segundo ponente de la mesa, Juan Luis Rivero, de Azucarera.
El «vertedero» del mercado mundial
El problema está en la dificultad para hacer previsiones porque, indicó Carlos Rico, «el mercado mundial del azúcar es un vertedero donde se vende el exceso productivo a un precio por debajo del coste, incluso entre los países más eficientes». Hay más de 58 millones de estocaje, según los datos que maneja Acor, aunque el presidente de la cooperativa se apresuró a puntualizar que estos números hay que ponerlos en cuarentena porque se interpretan de manera sesgada en los distintos estudios. De hecho, la primera previsión es que en 2025 se equilibraría el consumo y la producción y ahora se apunta que el equilibrio se conseguiría en 2030.
El último dato es que más de 6 millones de toneladas de azúcar se producirán por la liberalización del sector en Europa. Con la mirada puesta en China y, en general, en el mercado asiático como comprador potencial y con la seguridad de que Brasil va a seguir marcando los precios. Hasta que se consiga un cierto equilibrio, la confianza de Acor es poder aguantar el tirón con el colchón del precio pactado hasta 2020.
El consejero delegado de Azucarera, Juan Luis Rivero, hizo hincapié en la «volatilidad» del mercado internacional, motivo por el que, subrayó, «tenemos que estar preparados para competir en cualquier circunstancia, y esta es mucha competición, porque esta es una oportunidad para Francia y Alemania de asaltar nuestro mercado, así que tenemos que cambiar de mentalidad y estar todos alineados como sector para ganar en competitividad».
Para ello, en las industrias se está invirtiendo en reducir costes y mejora de pequeñas infraestructuras y «ya se ha hecho lo más difícil, el Acuerdo Marco Interprofesional», que otorga estabilidad. Pero los cultivadores tienen que cambiar el 'chip', pensar en conjunto y no volver a hablar más de cupos, subrayó Rivero, «porque es un mercado como el resto de los cultivos, con la ventaja de tener un precio mínimo negociado».