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Entrada al viejo cine cerrado del Valle de Mena. ICAL
Fracking: gas en las entrañas de la tierra
Burgos

Fracking: gas en las entrañas de la tierra

La provincia de Burgos acapara el 18% del gas pizarra que hay en España, con una estimación de beneficios millonarios mientras que muchas poblaciones se declaran «libres» de esta técnica

EL NORTE

Lunes, 3 de junio 2013, 13:38

El norte de la provincia de Burgos es una de las zonas de toda España con mayor cantidad de gas pizarra. Un hidrocarburo en estado gaseoso que se extrae después de perforar la roca en la que se encuentra. Se trata de un recurso energético que según las empresas dedicadas a su extracción puede reportar miles de millones de euros a aquellos municipios que aprueben la prospecciones y la construcción de pozos de extracción. Los mismos pueblos que comienzan a mostrar su rechazo a que sus tierras se llenen de pozos y a pagar las consecuencias que el fracking o fractura hidraúlica causa, según defienden algunos sectores, en la salud y en el medio ambiente.

Los vecinos de la provincia de Burgos comenzaron a oír la palabra anglosajona fracking (fractura hidraúlica en castellano) hace un año y medio. Momento en el que Shale Gas España, plataforma española sobre la explotación y el desarrollo de shale gas (gas pizarra/gas natural) fijó su mirada en la provincia para iniciar prospecciones en la zona norte con el ánimo de descubrir si disponía de recursos energéticos. Una búsqueda que animó a algunas localidades y dividió a otras entre partidarios y detractores de una técnica que comenzó a usarse en EEUU en los años 40.

La fractura hidraúlica es una técnica ampliamente desarrollada en Estados Unidos que permite extraer gas natural de aquellas zonas en las que se sabe que hay. Para ello, es necesario iniciar una fase de búsqueda en la que se realizan prospecciones en aquellas zonas en las que se intuye que puede obtenerse un resultado positivo. Las prospecciones en el terreno constituyen la primera fase de un complicado proceso en el que interviene un gran número de personas, y que en el menor de los casos puede durar entre cuatro y seis años.

Concluida la primera fase, se iniciaría una segunda basada en la inyección de agua, arena y disolventes para fracturar las capas de roca y extraer gas. De este modo, se permite obtener el gas. Cuando la roca se fractura, el gas se libera y asciende a la superficie a través del pozo. El proceso se repite a lo largo de la veta de la roca rica en gas, devolviendo a la superficie parte de la mezcla inyectada.

Conocida y puesta en marcha en casi todos los estados de EE UU y en zonas de Rumania, Polonia e Inglaterra, España se lanza a la búsqueda de gas pizarra. Sin ir más lejos, el ministro de Industria, José Manuel Soria, declaraba recientemente en un medio de comunicación, que «para España sería una bendición hallar gas y petróleo usando el fracking». Declaraciones compartidas por quienes consideran que la dependencia energética de España podría aminorarse de subirse al carro del fracking.

18% del conjunto nacional

Según un estudio realizado por Shale Gas España, el norte de la provincia de Burgos acapara el 18% del gas pizarra que hay en todo el país. «según un estudio, en España hay enormes recursos de gas, suficientes para cubrir las necesidades de consumo durante 70 años. Se calcula que el 20% de ese gas está en el norte de Burgos», explica en declaraciones a Ical Mónica Cristina, portavoz de Shale Gas España, quien desmiente que la técnica usada para extraer este recurso sea peligrosa.

«Una evaluación preliminar determina que Álava, Burgos y Cantabria son las provincias con mayor potencial. Especialmente el norte de la provincia de Burgos donde nos gustaría iniciar las prospecciones», destaca la portavoz, quien añade que la industria calcula que los recursos de gas equivalen a 70 años de consumo en España. Un dato que para Shale Gas supondría, además, una inversión millonaria en localidades que hasta la fecha viven de la agricultura y la ganadería, y se enfrentan al problema de la despoblación.

«Nuestros cálculos estiman que las inversiones en Burgos podrían rondar los cien mil millones de euros», asevera la responsable, quien recuerda que este gas no es una panacea sino un recurso energético añadido a los existentes. «El gas pizarra no va a suponer que España deje de depender de otros países energéticamente, pero sí que lo haga en un porcentaje mucho menor al actual, que ronda el 80%», sentenció.

Comprobar sobre el terreno

Para confirmar la existencia de gas en las profundidades de la tierra es necesario realizar sondeos exploratorios, que se estima puedan durar alrededor de cinco años entre la solicitud de los permisos, los trabajos sobre el terreno y el análisis de los resultados. «Sólo después se podrá decidir si es viable la producción, y en ese caso, sería necesario solicitar un permiso nuevo y realizar un nuevo proyecto. Si esto ocurriera, la inversión se multiplicaría exponencialmente, y también la creación de puestos de trabajo», considera Maria Jesús Gallego, directora de comunicación de BNK.

Gallego añade que los permisos no autorizan a comenzar ningún trabajo sobre el terreno porque para ello es necesario pasar primero el Estudio de Impacto Ambiental, que en este caso es competencia del gobierno regional. Un proceso que comienza con la presentación a los técnicos de la administración regional de la documentación ambiental detallada, que estudia las características de la zona. Los técnicos la analizan y someten a información pública, es decir, que distribuyen los proyectos entre todos los ayuntamientos de la zona, la diputación, asociaciones, ONGs, partidos políticos, sindicatos, confederaciones hidrográficas y ciudadanos agrega.

«Se trata de un informe preciso sobre los lugares concretos en los que se pretenden realizar los sondeos. De nuevo, esa documentación será analizada por los técnicos y sometida a información pública y alegaciones de todas las partes. Este proceso dura aproximadamente dos años, durante los cuales no se puede realizar ningún trabajo sobre el terreno», asevera la responsable de la BNK.

En esta situación se encuentra el proyecto que BNK pretende impulsar en la localidad burgalesa de Sedano, pendiente de que los técnicos de la Junta de Castilla y León estudien la documentación. Un paso por delante se encuentra el proyecto de Urraca, también en el norte de Burgos, donde la documentación ya ha pasado la primera fase de consultas.

Municipio libre de Fracking

Valle de Mena (Burgos) no quiere oír hablar de fracking, al menos en sus 59 pueblos y entidades menores, que destacan por su riqueza medioambiental. Javier Mardones, concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Valle de Mena fue una de las primeras personas en sumarse a un movimiento antifracking que consiguió que el Ayuntamiento de Valle de Mena se sumase a la lista de consistorios 'libres de fracking'.

Fue en el mes de julio de 2012 cuando, «después de que solicitásemos información a la Junta para conocer el proceso y vimos que nadie nos decía nada, decidimos dejar a nuestro ayuntamiento alejado del fracking». El Valle de Mena pasó a engrosar una lista de municipios contrarios a la fractura hidráulica de la que forman parte otras localidades burgalesas como Miranda de Ebro y regiones vecinas como Cantabria.

«Sabemos que es una mera declaración de intenciones. Declararnos libres de fracking no es más que hacer notar nuestra oposición ante los proyectos que se quieran poner en marcha», recalca Mardones.

Decenas de pegatinas antifracking decoran los bares, tiendas y negocios del Valle de Mena. No es de extrañar, por tanto, que hasta el centro escolar de la comarca sea el primer centro escolar declarado libre de fracking, al entender que los alumnos que en él se forman no quieren que en un futuro su pueblo pueda llegar a sufrir procesos de contaminación que, en última instancia, pueda afectar a su propia salud.

«No queremos ser ejemplo de nada pero avisamos de que no queremos fracking en nuestros pueblos», asevera Mardones, quien recuerda que Valle de Mena ya se mostró contrario en 1994 a la instalación de cientos de molinos eólicos para no deteriorar el entorno. Por ello, no entiende que el Gobierno central apuesta por una energía, que a su juicio, puede dañar lo más valioso que tienen muchas localidades, su entorno natural y «Perjudicar a la salud de sus vecinos».

Mardons va más allá y sostiene que la extracción de gas de pizarra mediante fracking es un controvertido y escasamente regulado método de extracción de gas mediante la inyección en el terreno de agua, arena y productos químicos que rompen la roca para tratar de extraer gas. «Esta técnica conlleva un elevadísimo consumo de agua, impactos al paisaje, ruidos, microseísmos, contaminación del aire y posibles afecciones a la salud humana por la presencia de elementos tales como 17 tóxicos para organismos acuáticos, 38 tóxicos agudos, ocho cancerígenos probados, seis sospechosos de cancerígenos y siete elementos mutagénicos. Muchos de ellos, susceptibles de contaminar acuíferos», apostilla.

Con todo ello, el concejal indica que se trata de una técnica que no está regulada por la Unión Europea y las autorizaciones y prohibiciones son dispares dentro del territorio, autorizada, por ejemplo, en Polonia y prohibida en Francia. No nos fiamos y por eso no la queremos, concluye.

Movimientos antifracking

El pasado 18 de mayo, la capital burgalesa acogió una manifestación nacional en la que alrededor de 2.000 personas llegadas desde distintos puntos del país mostraron su oposición a que España siga la estela de Estados Unidos y Polonia, para iniciar la perforación de terrenos municipales con el ánimo de extraer gas pizarra.

Una postura que choca con el beneplácito del Gobierno central partidario de iniciar una nueva política energética basada en la perforación de la tierra con el ánimo de descubrir qué zonas del país son las más ricas en este recurso. Dos posiciones, diametralmente opuestas, que hace que decenas de ayuntamientos de pequeñas localidades se muestren indefensos ante las decisiones de la administración central y regional, encargada esta última de aprobar los informes medioambientales que dan paso al inicio de las perforaciones y la ubicación de los pozos.

Por ello, Ecologistas en Acción estima que el procedimiento que establece la Ley de Hidrocarburos está dirigido a permitir la competencia de las empresas, pero excluye a la población de la toma de decisiones. Un cartel cuelga de la puerta del único cine que pervive en Valle de Mena. Junto a la última película de Morgan Freeman, un film busca informar a los vecinos acerca de lo que supone la investigación y búsqueda de hidrocarburos.

'La tierra prometida', dirigida por Gus Van Sant y protagonizada por Matt Damon, narra la llegada de una empresa energética a un pequeño pueblo ganadero de Estados Unidos. Una ficción, poco alejada de la realidad, que puede trasladarse en un corto espacio de tiempo a muchos municipios de la región.

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