Los vecinos de La Alberca vibran con el recuerdo de su centenario ceremonial de boda
Cien personas ataviadas con el traje típico acompañaron a los novios reales Manuel Sánchez y María Isabel Pascual
F. GÓMEZ
Domingo, 8 de junio 2008, 02:38
Una auténtica boda como las de antes, como las que cautivaron a Sorolla o a los etnógrafos que a comienzos del siglo XX se asombraron con la pervivencia de un particular modo de entender el mundo en un pequeño rincón de la Sierra de Francia. La Alberca volvió ayer atrás en el tiempo varios siglos con la celebración real de una boda adornada con todos los elementos que componen el rico acervo de costumbres y artesanía de la localidad salmantina, primer municipio en ser declarado Conjunto Histórico Artístico de España en 1940.
Aunque La Alberca ha sido capaz de mantener vivas la mayor parte de sus tradiciones -como la celebración del auto sacramental medieval conocido como La Loa, el vistoso Ofertorio a la Virgen de la Asunción o el inquietante paso de la 'Moza de Ánimas' invitando cada noche a la oración por las almas del Purgatorio-, el concejal de Turismo y Cultura, Jesús Pascual, reconoce que hoy ya no es fácil disfrutar de una boda como la que ayer tuvo lugar.
Y es que no es nada sencillo cumplir con los requisitos de la tradición. La boda entre Manuel Sánchez y Maribel Pascual, contrayentes reales, comenzaba el viernes a las nueve de la noche. Los dos vecinos colindantes a la casa del novio, como dictan los cánones, entregaban al padrino un caldo y una jarra de vino. Una ceremonia de buenos deseos y fraternidad, ya que el padrino, tras vaciar la jarra, la devuelve a los vecinos llena con vino de su casa.
En ese momento, comenzaba la 'Alborada', música y bailes tradicionales con letras dedicadas especialmente al novio y acompañadas de sangría y los dulces típicos de la sierra, como los turuletes y las floretas de hojaldre. Después, la fiesta se trasladaba a la casa de la novia, donde la música acompañaba la diversión hasta las 2.00.
Ya repuestos de la despedida, ayer a las once y media de la mañana partía de la casa del novio la procesión solemne de boda. Un cortejo con un protagonista muy especial: el 'Mozo del Pollo'. Un personaje peculiar de la tradición albercana que debe portar una rama de roble, signo de la fecundidad, y un gallo, adornado con obleas, dulces y otros detalles.
Mozo y tamboril
Tras el mozo y el tamboril, todos los invitados salían de la casa del novio por riguroso orden de edad dirigiéndose a casa de la novia. Como exigen los cánones, el cortejo preguntaba si la novia ya estaba preparada. Tras recibir una peculiar bendición paterna, momento que los invitados pudieron conocer por el lanzamiento de un cohete, la novia se sumaba ya al cortejo festivo hasta la iglesia.
El folclorista Cefe Torres fue el encargado de poner el sonido tradicional a una ceremonia de boda colorista y emotiva seguida de cerca por más de trescientas personas. Ya a la salida, se seguía cumpliendo con la tradición, permitiendo que los niños despojaran al gallo de sus adornos y con la invitación a chocolate y bizcochos.
Después, la rama de roble se colocaba en la ventana de la casa dando inicio al banquete y, ya entrada la tarde, el cortejo se dirigía a la casa de los novios, donde tenía lugar el peculiar ritual de despedida a la nueva pareja.
Horas en las que la tradición era absoluta protagonista, también por la presencia de casi un centenar de personas ataviadas con los trajes típicos, los hombres con el austero traje serrano, y las mujeres con el espectacular 'traje de vistas', con admirables bordados de contenido supersticioso y mitológico, sobre el que se lucen un gran número de joyas y alhajas denominadas 'brazaleras'.
Las tradiciones de La Alberca no acaban con este enlace y el Ayuntamiento ya ha preparado para el próximo viernes otra cita multitudinaria, la bendición del marrano de San Antón. Otro de los vestigios medievales mantenidos en este pueblo, que dicta que durante todo el año, los albercanos dejan vagar libremente por el pueblo a un cerdo, al que tienen obligación de alimentar, y que protagoniza posteriormente una rifa.
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