Ceniza

ES absolutamente bien sabido y conocido, además de público y notorio, que el próximo miércoles, día 6 del mes de febrero del presente dos mil ocho y con bastante anticipación por cierto, es Miércoles de Ceniza. Unos lo saben porque reciben la ceniza penitencial y otros por el entierro de la sardina, cuyo significado nadie ha llegado a entender, ni tampoco se lo planteará. Celebramos en la vida cantidad de cosas absurdas sin saber su porqué...

Lo que sí tengo claro es que comienza la Cuaresma para el pueblo cristiano y que es un tiempo de santificación y purificación a través de la austeridad, la penitencia y las buenas obras como preparación a la Pascua. Por ser un tiempo eminentemente penitencial se ofrecen multitud de prácticas típicas entre las que sobresalen el ayuno, la oración y la limosna. Tal vez eso de la oración y la limosna lo entendamos bien, pero no tanto lo del ayuno, porque oficialmente sólo se nos pide ayunar dos días al año, y muchos ni siquiera saben en qué consiste. Tampoco yo se lo voy a explicar, porque prefiero referirme a otros ayunos que incumben no sólo a los cristianos, sino a todos los humanos de buena voluntad, y no sólo para dos días sino para todos y cada uno de los días del año.

Propongo un ayuno completo de toda forma de violencia, pero no sólo de esa violencia extrema que llega a sucesos terribles como en los actos terroristas, sino que ayunemos de pequeñas violencias cotidianas tan comunes hasta en el propio lenguaje de la calle. Por cierto, nos aseguran que el idioma español es el más agresivo de los europeos y acaso de los mundiales, y nuestro diccionario de la RAE aumenta considerablemente en 'tacos' y palabras nada amables. No nos vendría mal ser más comedidos en el hablar. Lo tremendo es que a veces incluso el aparente buen humor lo usamos como una fina espada para calificar a los demás, y así basta con acentuar o recalcar un poquito, sólo con un pequeño tonillo especial, algunas palabras inocentes y hasta elogiosas -inteligente, doctor, lumbrera, cerebro, experto, prodigio- para que se conviertan en insulto. Tratemos de ayunar de todo esto porque nuestro oficio en esta tierra consiste en hacer felices a los demás y para ello nos ayuda magníficamente nuestra buena lengua, la de la boca y la castellana.

Otro buen propósito sería el ayunar de toda aquella «santa intransigencia» que todavía practican algunos cascarrabias, y no sólo de la fe, sino también de la vida normal y cotidiana. En tiempos pasados algunos jefes y superiores creían que la intransigencia era una virtud y así se dedicaban a hacer la vida imposible a cuantos les rodeaban con sus exigencias puntillosas, que no pasaban de ser muchas veces más que caprichos personales y que aplicaban a los demás con rigor inmisericorde. Esto tampoco hay que confundirlo con el cumplimiento exacto del deber al que todos estamos obligados en conciencia. Pero, es que aún tenemos demasiados intransigentes por ahí sueltos en las familias, en las oficinas, en las empresas y hasta en las carreteras, a los que invitamos a ayunar de sus preponderancias.

¿Para qué voy a seguir proponiendo ayunos... si se nos van a olvidar? Con las dos pistas anteriores, poniendo a tono nuestra lengua y nuestras actitudes en las relaciones con los demás, tenemos más que suficiente para entrar en cuarentena, o sea en Cuaresma. Por eso no estemos sólo en alerta ante las grandes violencias, que también nos pueden convertir paradójicamente en 'furibundos' antibelicistas, sino que pongamos nuestra alerta en nosotros mismos. Todo esto a propósito de que está a la vuelta de la esquina ese día llamado de Miércoles de Ceniza, que nos invita a ser sinceros y a que nos acerquemos en actitud humilde a recibir en nuestras cabezas la ceniza bendecida en la celebración litúrgica.