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El obispo emérito de Palencia, Nicolás Castellanos, posa a la entrada de El Norte de Castilla, antes de la entrevista.
«No podemos vivir en una Iglesia con doscientos años de retraso»

«No podemos vivir en una Iglesia con doscientos años de retraso»

Nicolás Castellanos Obispo emérito de Palencia y próximo Hijo Adoptivo

Raquel Martínez Carrascal

Sábado, 31 de enero 2015, 21:52

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El vínculo de Nicolás Castellanos (Mansilla del Páramo, 1935) con Palencia nació en los años cuarenta del pasado siglo, cuando llegó a la capital palentina para estudiar en el Colegio Seminario San Agustín, y se fortaleció en 1978, cuando fue nombrado obispo de la ciudad. Tras más de una década de servicio a la diócesis palentina, en 1991 presentó su renuncia para trasladarse a Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) e iniciar el proyecto Hombres Nuevos, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los más necesitados. Sus acciones humanitarias le han valido altísimos reconocimientos, como el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia o el Premio Nacional Justicia y Paz. A ellos sumará mañana el título de Hijo Adoptivo de la Ciudad de Palencia, en un acto que tendrá lugar a las 17:00 horas en el teatro Principal y en el que también se reconocerá con la misma distinción a José Vicente de los Mozos, presidente de Renault en España.

¿Qué supone para usted ser nombrado Hijo Adoptivo de Palencia?

Creo que reconocen lo que soy, porque yo me siento desde las raíces y profundamente palentino, aunque he nacido en León y no renuncio a mi pequeña patria leonesa, pero me siento palentino.

Usted ya tiene otros reconocimientos en la ciudad, como una calle y un puente. ¿Le parecen demasiados agasajos?

Me he identificado mucho con Palencia, la quiero y la he querido siempre, desde que tenía 11 años y empecé a estudiar aquí. Me siento muy agradecido y reconocido porque en Palencia, tanto las instituciones como los palentinos, siempre me han reconocido como palentino, como su obispo y pastor.

¿Qué diferencias encuentra entre la ciudad que conoció cuando llegó como obispo en 1978 y la actual?

Palencia ha evolucionado mucho y hoy en día es una de las ciudades de España más acogedoras, es muy moderna, funcional, limpia, con mucho arte... Hay una diferencia abismal, y yo siempre fardo de Palencia como gran ciudad, hospitalaria y acogedora. Sí que es cierto que ahora se nota menos, pero antes, cada año que venía, notaba las diferencias, al contrario que en Bolivia, que pasan los años y todo sigue igual. Por ejemplo, en la calle donde vivo hay los mismos baches que hace 23 años, y en Palencia, por el contrario, cada año veo cosas nuevas y mejores.

¿Y qué diferencias hay entre el Nicolás Castellanos que llegó a Palencia por entonces y el actual?

Soy el mismo, sigo con las mismas ilusiones, soñando utopías, como las soñé estando aquí de obispo. Cuando me ordené cura pensaba en si cuando llegara a los 70 u 80 años tendría la misma ilusión que entonces, y puedo asegurar que tengo la misma ilusión o más, así que no encuentro diferencias en ese sentido.

¿Y entre todas esas ilusiones y utopías se han ido cumpliendo alguna?

Sí, en Palencia se cumplieron muchas, como la Asamblea Sinodal que hicimos en 1987, en la que participaron 12.000 personas en la clausura y hubo todo un movimiento dinámico dentro de la comunidad cristiana, por lo que veo que esos sueños se van realizando. Y donde estoy ahora, en ese mundo de los pobres, también hemos conseguido objetivos importantes, como la construcción de cien escuelas, dar de comer a unos 400 niños todos los días o tener la única facultad de Teatro de todo el país de Bolivia.

Usted viene con frecuencia a la ciudad desde su misión en Bolivia. ¿Siente la necesidad de venir o cuál es el motivo?

Siempre que vuelvo a España no solo vengo a Palencia. Ahora, por ejemplo, que he venido para un mes, he estado en Valladolid, León, Burgos, Málaga, Santiago de Compostela... Siempre que vengo lo hago con unos objetivos concretos, y al mismo tiempo hay que seguir conservando el fuego sagrado para poder mantener todos los proyectos allí.

¿Qué siente al ver el colegio de los agustinos sin alumnos y destinado únicamente a los mayores de la orden de San Agustín?

Me da mucha pena, porque yo lo conocí en unos años de ebullición, dinámicos, de emprendimiento. De allí salieron muchas vocaciones y ahora se ha convertido en una residencia para ancianos. Lo visito siempre que puedo y me da pena encontrar aquello cerrado y sin que tenga un objetivo, como lo tuvo en su día.

¿Qué futuro tiene el centro o qué se podría hacer con él?

Los agustinos lo están estudiando y sé que han hecho muchas gestiones, pero hasta ahora no se le ha encontrado ninguna salida a este inmueble, que es fabuloso, pero está parado. Hay que tener en cuenta que en Palencia tenemos una población muy envejecida, porque ese colegio en Madrid seguro que estaría lleno de alumnos.

Falta de vocaciones

Precisamente de vocaciones adolece ahora la Iglesia...

Hoy es un problema muy serio y universal en toda la Iglesia, por lo que creo que se tendrían que tomar medidas y darle una solución, porque efectivamente hay una sequía impresionante. Es cierto que a lo mejor ha habido un excesivo clericalismo y no nos hemos preocupado de promocionar a los laicos. Por ejemplo, y siempre lo digo, la mujer tiene poco protagonismo en la Iglesia, todas las decisiones que se toman, las toman los hombres, y en ese sentido nos parecemos a los árabes. Creo que la mujer tendría que participar a la hora de tomar decisiones en los temas de la Iglesia.

¿Hasta el punto de que puedan ordenarse sacerdotes?

Ese tema de momento está prohibido, pero podría ser, yo no cierro la puerta.

¿Y la Palencia actual sigue siendo igual de solidaria que antes de la crisis?

La solidaridad sigue siendo la misma, aunque hay recortes, al igual que en la economía. Tenemos en marcha en Bolivia 23 programas con los que colaboran Palencia, Soria, Burgos, Aranda de Duero, León... El Ayuntamiento y la Diputación de Palencia, en todos los años que llevamos allí, han colaborado con algún proyecto social.

¿Qué proyectos con dinero llegado de Palencia está acometiendo en Bolivia?

La Diputación colabora actualmente en un hogar en el altiplano, a 4.500 metros de altura, donde los niños dormían en el suelo, y gracias a una subvención de la institución provincial les hemos llevado camas, colchones, sábanas y mantas. El Ayuntamiento nos ayuda en el mantenimiento de un internado para que los niños dejen de trabajar en el corte de la caña de azúcar y puedan tener una buena alimentación, ir a la escuela y formarse.

No podemos terminar la entrevista sin hablar del Papa Francisco. ¿Cómo lo ve y cómo ve los primeros dos años de su pontificado?

Me parece que es un enviado de Dios, un profeta, el hombre que necesitaba la Iglesia, porque no podemos seguir viviendo en una sociedad que ya no existe, del pasado, hay que vivir en la sociedad de hoy. No podemos vivir en una Iglesia que tiene doscientos años de retraso, hace falta volver a las fuentes, al Evangelio, pero tenemos que responder también a las esperanzas, a los pensamientos del hombre y de la mujer de hoy, dando respuestas que les satisfagan. Creo que el Papa está haciendo una gran labor, algo que estábamos necesitando. Está poniendo de nuevo sobre la mesa el Concilio Vaticano II para no seguir viviendo en un mundo que ya no existe. La Iglesia tiene que sintonizar y conectar, hacer presente el mensaje liberador del Evangelio en la sociedad de hoy, una sociedad secular, intercultural, interreligiosa, plural, compleja, ahí tiene que hacerse presente. Hay reformas importantes que este Papa está intentando hacer y creo que las llevará adelante.

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