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Una mujer e su puesto de limpiadora. FOTOLIA
Las mujeres ocupan casi cuatro de cada cinco empleos parciales en la región

Las mujeres ocupan casi cuatro de cada cinco empleos parciales en la región

La fuerte presencia femenina en los puestos de trabajo peor remunerados explica en gran medida la brecha salarial

Elisa Campillo

Valladolid

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Martes, 13 de febrero 2018

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Cuando se aborda el tema de la brecha salarial por género conviene aclarar que no solo hace referencia a la discriminación directa, que significa que un hombre cobre más que una mujer en el mismo puesto de trabajo, con la misma responsabilidad y la misma antigüedad. Esto es ilegal, aparte de poco habitual, aunque a veces se producen desajustes no en el sueldo base, que debe ser igual por ley, sino en la percepción de los distintos complementos. En cualquier caso, no es la causa principal que explica que las mujeres de Castilla y León perciban el 23% menos que sus compatriotas varones. Esta desigualdad está motivada, entre otras razones, porque ellas acaparan la contratación a tiempo parcial y son las que se acogen a medidas como la reducción de jornada, además de que en mayor medida acceden a contratos temporales. Eso explicaría una menor remuneración al final del mes o del año, pero también hay diferencias en los sueldos por hora, y ahí entran en juego factores como la mayor presencia femenina en los sectores más precarios y en las ocupaciones peor remuneradas.

Las estadísticas muestran de un modo claro los distintos elementos que explican la brecha salarial, aunque hay un dato que resulta especialmente elocuente. Según la última Encuesta de Población Activa, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), las mujeres de Castilla y León desempeñan el 61,2% de las ocupaciones peor remuneradas del mercado laboral (datos del cuarto trimestre de 2017). En concreto, las englobadas en la categoría 5, la de trabajadores de los servicios de restauración, personales, de protección y vendedores (incluye dependientas de comercios, camareras, cocineras, cuidadoras, auxiliares de enfermería...) y la categoría 9, la de ocupaciones elementales (servicio doméstico, limpieza...). En ambas el porcentaje de incidencia es similar (61,6% frente al 60,6%).

En Castilla y León, 200.800 mujeres ocupan estos puestos de trabajo –con salarios de entre 1.000 y 1.300 euros al mes de media–, el 47,3% del total de trabajadoras de la región. Sin embargo, en estas ocupaciones hay 127.000 varones, el 24% del universo de trabajadores masculinos.

Puestos mejor pagados

El mismo fenómeno, a la inversa, se produce si nos fijamos en la parte alta de la tabla: en las ocupaciones mejor remuneradas. En Castilla y León, 8.400 mujeres ocupan puestos de dirección y gerencia. Suponen el 36% de quienes desempeñan los empleos mejor pagados, ya que el resto, 23.100, son hombres. Y esto también desequilibra la balanza, porque hay nada menos que el triple de hombres que de mujeres percibiendo los 4.000 euros mensuales, de media, que ingresan los directivos. Otra manera de ver el dato: el 4,26% de los trabajadores varones se sitúan en estos puestos de dirección. Entre las mujeres ocupadas, las directivas representan menos de la mitad del peso que tienen ellos: apenas el 1,97%.

Estas diferencias que se producen en la comunidad son algo diferentes en el conjunto del país. Por un lado, se recortan por abajo: en el ámbito estatal, las mujeres realizan el 59% de los empleos peor remunerados, dos puntos menos que en Castilla y León. Sin embargo, la brecha se ensancha por arriba, pues en el conjunto de España ellas apenas representan el 31,3% de los trabajadores que ocupan puestos de dirección y gerencia, casi cinco puntos menos que en la comunidad.

«El hecho de que las mujeres se hayan incorporado más tarde a determinados sectores hace que hayan tenido menos oportunidades de ascensos profesionales, que van acompañados de una dotación económica. Pero, además, si nos ofrecen el ascenso aún tenemos la tendencia cultural a pensar que si lo aceptamos vamos a dejar desatendidos a nuestros hijos, y en la crítica que eso va a suponer alrededor: ese ‘fíjate, se dedica más a su trabajo que a su familia’. Porque aún tenemos muy incrustado ese rol de cuidadoras de la familia, cuando lo que tenemos que hacer es abogar por la corresponsabilidad y la conciliación», explica la secretaria de Igualdad y Juventud de UGT en Castilla y León, Ana Isabel Martín.

Esa mayor presencia de mujeres en los empleos peor retribuidos y esa menor representatividad en los puestos de dirección explica una parte del desajuste de género en cuanto a los salarios. Podría, así, justificar que en Castilla y León, de media, los hombres cobren dos euros más cada hora que trabajan que las mujeres. Ellos perciben, de media, 14,88 euros cada 60 minutos. Ellas, 12,80 euros. La brecha, con todo, es menor en la región que en el conjunto nacional, donde el desajuste es de 2,24 euros.

Pero no solo la mayor presencia de mujeres en los empleos peor retribuidos explica la diferencia salarial. Porque, nuevamente de media, los varones ingresan 5.612 euros más que las mujeres cada año, ya que su nómina media es de 24.135 euros anuales mientras que la de sus compañeras es de 18.523. Según estos datos, todos ellos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su Encuesta de Estructura Salarial (datos de 2015, los más recientes), las mujeres ocupadas trabajan menos que los hombres en la misma situación. Solo analizando las ocupadas. En concreto, son 174 horas menos al año, de media, por persona.

Empleos a tiempo parcial

Y es que, según los datos de la EPA, las mujeres arrasan con los empleos a tiempo parcial y las reducciones de jornada. De hecho, el 78,3% de los empleos que no abarcan una jornada laboral completa en Castilla y León están ocupados por mujeres. Dicho de otra manera: mientras que el 27,6% de las mujeres trabajadoras ocupan empleos a tiempo parcial, solo el 5,9% de los hombres tienen una jornada reducida.

Esta brecha por parcialidad que existe en la región es más grande que la que se produce en el conjunto del país, donde el 23,9% de las mujeres y el 7,1% de los hombres que trabajan lo hacen a tiempo parcial. En España, la diferencia es de 16,8 puntos porcentuales; en Castilla y León, de 21,7 puntos. Solo Extremadura y Navarra superan la brecha que hay abierta en la región, además de que son las únicas con más incidencia de temporalidad en los empleos femeninos.

«Estas medidas de reducción y de excedencia siempre se las cogen las mujeres por mayoría, entre otras cosas porque la cantidad de dinero que aportan a la familia es menor. Es el planteamiento de que ‘puestos a reducir algo, que sea el salario inferior’. Y eso es un reconocimiento de que existe brecha salarial», incide Ana Isabel Martín. «Hace poco salió el dato de que se habían solicitado más permisos de paternidad que de maternidad, y lo daban como una noticia buenísima. Pero es que no lo estamos interpretando bien: claro que se están cogiendo más... ¡porque hay más hombres trabajando! Los permisos de maternidad deberían ser casi el doble, porque la parte de recuperación es obligatoria. Pero si la madre no está trabajando nunca se va a computar ese permiso de maternidad. Que haya más permisos de paternidad significa que hay menos mujeres en el mercado», añade.

Pero además de por la parcialidad, las mujeres también están más afectadas por la temporalidad en Castilla y León, aunque, nuevamente, la tendencia también es nacional. En la región, los contratos temporales afectan al 27,1% de las mujeres trabajadoras, pero solo al 22,9% de los varones ocupados. En el conjunto nacional ocurre lo mismo, aunque en menor proporción: el 27,7% de las mujeres tienen trabajos temporales frente al 25,8% de los hombres. Aunque hay excepciones: en Andalucía, Baleares, Extremadura y Madrid hay una incidencia de la temporalidad mayor para ellos.

«Necesitamos políticas que velen más por la igualdad de la sociedad. No se está haciendo el trabajo de inspección en las empresas. Todavía a día de hoy hay anuncios de trabajo totalmente discriminatorios, porque acotan la edad o el sexo. Y lo estamos denunciando los sindicatos cuando realmente debería ser la administración quien lo hiciera», lamenta Ana Isabel Martín, que considera que «la igualdad de género tiene que partir desde la educación para cambiar la idea de la sociedad».

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