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Amparo Edo dirige a la Sinfónica de Castilla y León, con David Manso y su ‘live-set’ al fondo.
Cuando el solista es una máquina

Cuando el solista es una máquina

‘Back to the Future’, el espectáculo inaugural del ciclo En Familia, acerca a los jóvenes este viernes los clásicos revisitados desde la música electrónica

Victoria M. Niño

Jueves, 15 de octubre 2015, 21:50

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Escuchar a los clásicos en compañía de los ritmos electrónicos es la propuesta de Back to the Future, el espectáculo que inaugura esta temporada el ciclo En Familia. La Orquesta Sinfónica de Castilla y León, dirigida por Amparo Edo, adecúa su tempo al ordenador de David Manso. Detrás de ellos, una pantalla sobre la que se proyectan imágenes. La propuesta de La Factoría del Mapófono y Pepe Lanuza, flautista de la OSCyL, convierte la sala sinfónica en una discoteca con cañones de luz, efectos de niebla, rayos láser y audiovisuales de fondo.

El apellido electrónico evoca el baile, la pista, el dj. ¿Cómo hacer un combinado de eso con ingredientes tan potentes como Beethoven o Bach? Este es el reto de Back to the Future. Manso y Lanuza han elegido algunas piezas muy conocidas del repertorio clásico para experimentar. Unas salen mejor paradas que otras.

Inicia la sesión el conmovedor Adagio de Barber, uno de los más citados en cine y en publicidad. Precisamente por ser tan previsible la emoción, casi se agradece la perturbadora irrupción del live-set de Manso. El dj elige del álbum de ritmos que guarda su ordenador el que más le va a cada obra. Música desde un teclado binario de una máquina junto a la música de medio centenar de instrumentistas irreducibles a algoritmos. A Barber le sigue Satie y sus Gymnopédies. Manso anuncia que la languidez de la música del galo convivirá con ritmos hip-hop. Para cuando llega Beethoven, el conjunto ya ha caldeado el ambiente. Los escolares que asistieron al estreno comenzaron a desinhibirse. Ala pregunta «¿Conocéis la Quinta de Beethoven?» le sigue un «sí» unánime en cuanto oyen el primer compás. La sinfonía viene acompañada por «ritmos jungle». Manso aclara «son ritmos asincopados, rápidos, que vienen del break-bit». Raúl Gago baila disfrazado de Beethoven y, tras despojarse de librea y peluca, pasa a ser danzante contemporáneo. Con las ganas de moverse engrasadas, la sesión vira temerariamente hacia el barroco. Aún aguanta la convivencia electrónica-sinfónica la versión de Lascia la Spina, de Häendel, con la flauta de Lanuza a la melodía y «ritmos chill out». Será Bach el peor parado del experimento. Si el universal compositor hubiera querido timbales o fanfarrias, lo hubiera plasmado en la partitura. La versión de la Tocata y fuga resulta hiriente. La Badinerie le redime ligeramente del maltrato aunque el empeño de aunar artes parece condición de la ultramodernidad suma a la música la danza de dos hombres-robot. A Lanuza se le acumula el trabajo y descuida un poco su comprometedor solo a flauta.

El tempo flexible

Todo gira en torno a la batuta de Amparo Edo, quien debe adecuar el tempo de la orquesta a los ritmos que le va anunciando Manso a través de la claqueta. «Hago mucha música de cine, así que estoy acostumbrada a tener que acompasar la música orquestal, en este caso a la electrónica, en las bandas sonoras, a la imagen». Trombonista, arreglista y compositora, Edo pone todo su talento al servicio del «tempo flexible». Antes de bajar la batuta, aun con los bailarines en movimiento, el público jaleó entusiasta. Back to the Future entretiene, quizá hasta abra las ganas de escuchar las obras originales, pero deja cierto poso de artificio innecesario.

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