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Jorge Grundman, en la casa de Miguel Delibes.
Grundman concede una voz a Mario

Grundman concede una voz a Mario

El compositor madrileño termina la ópera sobre la novela de MiguelDelibes ‘Cinco horas con Mario’, una vuelta al texto original en el que recupera el humor ausente en la versión teatral

Victoria M. Niño

Sábado, 25 de abril 2015, 19:05

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Ha hecho el camino inverso a sus colegas. Así se lo dicen los veteranos del mundo de la ópera, el espectáculo total que funciona por encargos. Jorge Grundman ha respondido al instinto del compositor, a la necesidad de poner música a una idea, que en este caso era una novela. Corría 2008 cuando se le insinuó la musa y ahora ya tiene la quinta versión de la obra, el libreto definitivo, buscando escenario. La novela era Cinco horas con Mario, el tema, uno al que por «familiaridad he dedicado muchas obras», la muerte.

«No había compuesto nada para orquesta sinfónica, tampoco llevo tanto en la clásica, desde 2003. He escrito medio centenar de obras de música de cámara. Tengo muchos amigos músicos que me han ido pidiendo obras, a ellos me he dedicado», dice el compositor madrileño, casi a modo de disculpa. «En 2008 grabamos el disco Cuatro estaciones tristes sobre Madrid, con la soprano Susana Cordón, el violinista Ara Malikian y orquesta. Era una obra dedicada a un amigo que había muerto en un accidente de tráfico. Hablando con Susana le comenté que si me había atrevido con ella, ya podía poner música a otra novela que tenía que ver con la muerte, Cinco horas con Mario. Yempecé a trabajar». Lo más delicado resultó rápido de solucionar, los derechos de autor, gracias a la aceptación de la familia del escritor. «Elisa me puso en contacto con la agente Balcells y no hubo problema. La única condición que me pusieron es que no se pareciera a la obra de teatro. Precisamente esa era mi idea, ser fiel a la novela».

Equilibrio entre risa y llanto

El libreto literario, que firma el compositor también, recupera el humor. «Es una historia que parte de la muerte de Mario y de una mujer que se siente culpable porque no ha podido despedirse de su marido. En ese soliloquio pongo voz a todos. Carmen es melodramática, pero también hay personajes evocados, situaciones cómicas como la de la ventana en el velatorio, cada uno que llega la abre, y personajes con los que conversa». Media docena de solistas y el coro ocupan el silencio durante 100 minutos de forma ininterrumpida, con ritmo cinematográfico.

«Mi música es muy accesible, fácil de escuchar, tonal, consonante. Por una lado esta es una ópera verista, como Puccini, basada en una novela realista. Por otro wagneriana, en cuanto que otorgo una línea melódica, un leit-motiv a cada personaje». A pesar de que el tema es el final de la vida, «como creyente en una vida en el más allá como soy, intento dar una salida esperanzadora. La novela plantea dos Españas, la republicana de Mario, la nacional de Carmen. Hay un momento que mezclo los dos himnos, la música muestra como ambos pueden convivir y sonar bien. Quiero que la gente llore pero también se ría, que se emocionen con ese drama a través de una música ambigua, triste y divertida a la vez. Lograr ese equilibrio es lo que más me ha costado».

La ópera está escrita para una plantilla orquestal «reducida. Es una orquesta de cuerda, más tuba, arpa, vibráfono, y los vientos-madera dobles, dos flautas, dos clarinetes, dos oboes (uno de ellos corno inglés), dos fagotes». Y es que Grundman ha pensado en una ópera «para que pueda hacerse en muchos teatros, que no tenga unos requisitos materiales que la condenen a diez representaciones en una gran sala. No quiero que sea un espectáculo a 300 euros la entrada, me gustaría que llegara a mucha gente».

El proceso compositivo ha ido parejo a su descubrimiento del mundo de al lírica con Susana Cordón, quien le presentó a EmilioSagi. «Desde el primer momento se planteó que la dirección escénica recayera en él. Es quien tiene la idea del montaje en la cabeza».

Hombre tranquilo y sin prisa, le gustaría que algún trocito de su ópera sonara en 2016, año del 50 aniversario de la muerte de Mario y del medio siglo de la novela. «Pero soy realista, si la viera en 2020, en el que se celebra el centenario de Delibes, me daría por satisfecho. Albéniz murió sin ver su Merlín sobre el escenario y ya quisiera que sus silencios estuvieran en alguna de mis obras. Soy consciente del tiempo en estas obras». Y si de preferencias teatrales se le pregunta, el Teatro Calderón de Valladolid, encabeza sus apetencias.

Profesor de la Politécnica de Madrid, subdirector del departamento de la Teoría de la señal, Grundman comenzó en el pop muy tempranamente. Formó parte de varias bandas y firmó algunos himnos ochenteros como Yo lo intentaría una vez más (1983). Años después dejó los escenarios y se dedicó a la composición. Hace una década fundó el sello Non Profit Music, en el que ha grabado música contemporánea española con intérpretes de primer nivel y los beneficios han sido dedicados a distintas causas benéficas.

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