El Brujo: «Ojalá la monarquía española apoyara el teatro como la inglesa»
Saldrá vestido de Lazarillo, pero da igual el montaje o la propuesta, ya están agotadas las entradas para ver a Rafael Álvarez
VICTORIA M. NIÑO
Sábado, 27 de julio 2013, 19:25
Le gustan las noches de verano para salir al escenario, los festivales para trabajar al aire libre. Rafael Álvarez vuelve a clausurar Olmedo y lo hace el domingo con un personaje con el que convive desde 1990, el Lazarillo de Tormes. Ya están agotadas las entradas. 23 girando por el mundo con ese «clásico superclásico de la literatura española, una obra emblemática en versión de Fernando Fernán Gómez».
«La picaresca es un género español, de novela realista costumbrista, pero eso no quiere decir que haya aquí más pícaros que en Grecia, Portugal, Marruecos o México, por citar algunos países en los que cuando ven la obra se echan las manos a la cabeza pensando que España es Suecia comparando con lo que viven en su tierra. El Lazarillo quiere hacer reír a la gente con la picardía de un niño que le roba las uvas a un ciego, pero solo es un invento literario que no refleja de país. En el siglo XVII la picaresca la ejercían los nobles y esa no tenía ninguna gracia, decía Fernán Gómez», cita Rafael Álvarez.
Este cordobés decidió, hace veinte años, no depender más que de sí mismo, como un visionario del 'teatro sostenible' que los críticos tiempos actuales demandarían. «Ya veía que esto tenía mala pinta, que en este oficio, si no te hacías autosuficiente o como se le dice ahora a los emprendedores, autónomo, si dependes de las estructuras, la subvención, el director, el teatro... en definitiva, de una cadena de piezas, te da de un comer en un momento pero te come al suiguente». Asegura que no echa de menos el calor de compañeros, que se basta con el escenario y con el público, «así soy feliz, no tengo necesidad de más».
Y no parece irle nada mal, en cinco días que ha estado en Mérida con 'El asno de oro' ha declamado del texto de Apuleyo ante 11.800 espectadores. De la 'Odisea' y San Juan, de las mujeres de Shakespeare a los místicos españoles. «Las mujeres son muy sabias y si encima son santas, sabiduría y santidad a la postre se unen. Investigo sobre la poesía y la vida de Santa Teresa para hacer algo en 2015, año de su centenario».
Falta de vigor cultural
Goza indagando en el Siglo de Oro «un territorio inmenso que se conoce más fuera por los especialistas que dentro por el público en general». Álvarez lamenta que sean más apreciados los textos clásicos españoles por los hispanistas de Grecia, Italia o Gran Bretaña. «Quizá donde menos se conocen es aquí. Y es que ojalá la monarquía española apoyara tanto el teatro clásico como lo hace la inglesa con Shakespeare. No he visto nunca en tantas ediciones como celebra el festival de Almagro, tantas como la historia de la monarquía, que hayan ido los reyes o los príncipes, tampoco a Mérida, Olmedo u Olite. Les ves en un concierto de Estopa pero no en el teatro, es muy fuerte». El Brujo establece una comparación con el deporte, concretamente con el fútbol «un espectáculo sobredimensionado en parte con el apoyo real. El teatro clásico es más marca España histórica y patrimonialmente que tanto deporte que, aún siendo importante, no deja de ser algo burdo y su sobredimensión es síntoma de una falta de vigor intelectual y cultural de nuestra sociedad que las instituciones fomentan».
Desde el punto de vista económico, considera que se apoya más el deporte, «con un IVA del 10% frente al 21% para el teatro. Esta medida ha sido nociva porque ha retraído al público y el Estado ha ingresado menos. Con dos Madrid-Barça por temporada se recauda en IVA todo lo que pueden obtener de la suma de todo el teatro que se hace en España durante una temporada».
En cuanto al futuro del teatro considera que «el clásico, el de calidad, necesita un marco un apoyo igual que la pintura no se deja solo al albur de los galeristas privados y existen los museos. Si no se le ofrece un marco de referencia, una protección que va más allá de subvención, decrecerá la calidad y morirá la relación del público con el teatro mayúsculo. Quedará el cómico, el de revista y costumbres, pero no el grande», advierte el actor que vuelve a ser el Lazarillo mañana domingo.
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