Dos grandes voces
Ainhoa Arteta y Juan Jesús Rodríguez ponen en pie la sala sinfónica del Miguel Delibes casi llena
EMILIANO ALLENDE
Domingo, 7 de julio 2013, 15:10
Brillante fin de temporada con el último de los conciertos perteneciente al ciclo Grandes Voces. No es una novedad que la vuelta de Ainhoa Arteta a la ópera ha sido acogida con excelentes críticas. La soprano parece haber emprendido esta nueva etapa con ganas. Viene de triunfar en 'El Caserío' y ayer demostró en Valladolid que tiene fuerza y voz suficientes para hacerlo con total garantía. Su acompañante fue el barítono Juan Jesús Rodríguez, que también se encuentra en un excelente momento. Además, es justo reconocer que el programa propuesto por ambos cantantes era muy serio y lleno de dificultades.
Había que empezar con Mozart. En esta ocasión con 'Las bodas de Fígaro' y 'Don Giovanni'. Mozart encierra una dificultad extrema y tiene su riesgo empezar con él. Sin embargo Juan Jesús Rodríguez dejó muy buenas sensaciones con el aria del 'Conde Almaviva' de 'Las bodas de Fígaro'. Su voz redonda, robusta y de bello timbre corrió muy bien en los ligados y se adaptó con certeza al texto. Más complicado fue el comienzo de la soprano. 'La Cavatina de la Condesa' necesita una ligereza suprema para colocar con sensibilidad y afinación el agudo. Después en 'Don Giovanni' el barítono no atacó con la flexibilidad requerida en la bellísima serenata, que precisa la misma sensibilidad y cuidado que el punteo de la mandolina. Para cerrar la primera parte , el dúo 'La ci darem la mano', otra obra que bajo la frivolidad del texto, esconde una dificultad extrema. Si se deja expuesto a la lentitud de la versión de ayer, se pierde la chispa que Mozart puso para transmitir la máxima expresión del deseo. La Sinfónica de Castilla y León, dirigida por Emmanuel Joel-Hornak, un desconocido para nosotros, interpretó las oberturas de ambas óperas y, si en la de 'Las Bodas de Fígaro' la lectura había sido plana, en 'Don Giovanni' la tensión dramática que nace ya de sus dos primeros acordes no se transmitió en ningún momento.
Mejoraron mucho las cosas en la segunda parte. La Orquesta, más numerosa, atacó el prólogo de 'Pagliacci', de Leoncavallo, con fuerza y el director pareció más concentrado en su labor. Juan Jesús Rodríguez , dio lo mejor de la tarde en el aria de 'Tonio', transmitiendo todo su dramatismo en profundidad.
El grave más que suficiente dejó paso a su precioso registro medio y aguantó muy bien el ligado del agudo final. Ainhoa Arteta dejó también lo mejor del concierto en el aria 'Sola perduta' de 'Manon Lascaut', de Puccini. Su voz ha ensanchado bien y además supo transmitirla con sensibilidad en el recorrido dramático, llegando plena de fuerza al escollo del fortísimo con el tutti orquestal, que salvó de modo sobresaliente. Al concierto le quedaba aún el tour de force que supone el dúo de Germont y Violeta del acto II de 'La Traviata', en el que ambos cantantes dieron el máximo. Más metido en el carácter del personaje el barítono y más preocupada de la propia voz la soprano. El director Joel- Hornak, hizo malabares durante todo el concierto al enfrentarse a autores, estilos y ritmos diferentes con la libertad que muchas veces demandaban los cantantes, lo cual le creó no pocas dificultades que no resolvió con eficacia.
La música española llegó en las propinas. Y con ellas el reconocimiento del público que una vez más llenaba el auditorio. Hasta en la elección de los bises demostraron los cantantes que no querían concesiones. Tanto Sorozábal como Moreno Torroba son autores de absoluta solvencia. Y así lo fueron las obras escogidas. Primero fue la 'Romanza' de 'El manojo de rosas', de Sorozábal, en la que disfrutamos de la versión más refinada de la soprano. Después la de 'Luisa Fernanda', de Moreno Torroba, en la que el barítono demostró que seguía pletórico de fuerza y para colofón el dúo de Luis Fernanda con los dos cantantes.