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Julián del olmo, periodista y sacerdote

«El lenguaje del periodismo resulta buenísimo para la predicación»

Julián del Olmo ha sido el encargado de dar una conferencia con motivo de la festividad de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas

ESTHER BENGOECHEA

Jueves, 24 de enero 2013, 23:12

Recorre la silenciosa cripta de la catedral de Palencia como si fuese la primera vez que la visita, aunque ya lo ha hecho en anteriores ocasiones. Con paso lento, se acerca a las piedra y admira cada detalle. El sacerdote y periodista Julián del Olmo (Guadalajara, 1942), director del programa Pueblo de Dios (La 2 de TVE), ha sido el encargado de dar una conferencia con motivo de la festividad de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, en la Fundación Juan Manuel Díaz-Caneja.

¿Qué mensaje se les puede dar a los periodistas en estos tiempos?

Es un lujo ser periodista, aunque es una desgracia estar en el paro. La sociedad necesita al periodista y la información que consigue. ¿Qué va a ser de una democracia sin periodismo? Nos necesitan y tenemos que estar ahí, aunque la economía, como en todo, prima y estamos sometidos a ella. Los compañeros tienen que tirar para delante y salir de esta, porque es una tragedia que esté así el periodismo.

¿Y qué le impulsa a un sacerdote como usted a estudiar la carrera de periodismo?

Desde que era pequeño siempre tuve tres vocaciones. La primera es que soy herrero y practico la forja porque ha sido la profesión de mi familia y lo aprendí desde pequeño. Otra es escribir. Mi padre leía en el pueblo todo lo que caía en sus manos, así que desde muy niño quería escribir siempre cosas para que mi padre pudiera leerlas. Y después de ser cura, quise hacer periodismo porque siempre me ha gustado la comunicación. En cuanto me dejó el obispo, lo hice.

¿Por qué no quería el obispo?

Porque antes el periodismo se entendía como algo frívolo y no era lo más normal que un cura lo estudiase. La verdad es que me costó mucho convencer al obispo.

¿Se llega mejor a los creyentes desde los medios de comunicación que desde los púlpitos?

Cada uno llega desde su forma, pero el lenguaje del periodismo es buenísimo para la predicación. Los sermones son muy teológicos y, para qué engañarnos, un poco rollos. El periodismo con sus nuevos lenguajes me ayuda a llegar más a la gente. Imagínate, en un día de mi programa tengo a más gente que en todas las misas, bodas y bautizos que he predicado yo a lo largo de toda mi vida.

¿Cuánta audiencia tiene Pueblo de Dios?

La cifra ronda los 500.000 espectadores cada domingo, más lo que se pueda ver luego en Internet, que eso no está sumado. Y eso a pesar de tener unos horarios criminales (los viernes a las 9:30 horas y los domingos a las 11:30 horas).

¿La cifra de espectadores sube o baja en estos tiempos?

Sube, sube... Tenemos un público bastante fuerte y vamos ganando gente poco a poco.

¿Su público es exclusivamente creyente?

No, no... A pesar de que sea un programa de la Iglesia, entendemos que hay que hacerlo para toda la gente, con diversidad de edades, de creencias e ideologías.

¿Cuál es el secreto para mantener su programa treinta años en antena?

Tiene estabilidad porque son acuerdos que tiene la Iglesia con la televisión. Pero el trabajo que realizan los misioneros en todos los países pobres impacta muchísimo, son el buque insignia de la Iglesia. Mis programas favoritos son los que tienen lugar en el continente africano. Es el color, la tierra, la alegría con la que ellos viven. Tengo una comparación: el Tercer Mundo es como una guardería de pobres, llena de niños y de vida..., mientras que Europa me recuerda a un geriátrico gigante para ricos. Allí la vida es vida.

¿Son más felices que nosotros?

En general, sí. Aquí podíamos estar mucho mejor, por una mala administración y el robo del dinero público estamos como estamos, con seis millones de parados, que es para preocuparse mucho. Nosotros tenemos crisis y mucha gente pobre, pero no tiene nada que ver con lo que ellos padecen en los países tercermundistas. Lo bonito es que allí la gente tiene otros valores, los pobres son pobres pero tienen dignidad, se aferran a otros principios y son más alegres que nosotros.

¿La solidaridad se resiente con la crisis?

La solidaridad es muy fuerte, más en la gente que en las instituciones. Hay que tener pequeños gestos de solidaridad. Lo que aquí es algo pequeño, allí es muy grande. Un kilo de arroz puede llegar a salvar la vida a una familia durante una semana entera.

¿Y qué mensaje transmitiría hoy a los lectores palentinos?

Que el mundo no se acaba en Palencia. Hemos globalizado la economía pero no hemos logrado globalizar la hermandad de un mundo más fraterno y más justo. Es una experiencia terrible ver morir a niños de hambre por no tener ni un puñado de arroz que llevarse a la boca. La solidaridad a pequeña escala es muy importante.

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