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El Vítor, en Mayorga.

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El Vítor, en Mayorga. A. Mingueza

El Vítor ilumina Mayorga

Miles de personas acompañaron la procesión por las calles del municipio

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Jueves, 27 de septiembre 2018, 23:16

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La noche ha caído sobre Mayorga. Por la calles se comienzan a ver las siluetas de algunos varales. El silencio se hace cómplice de lo que va a acontecer. Cuando falta poco para que comience la procesión cívica del Vítor, Faustino Pascual, de 72 años, prende en la carretera de Sahagún, frente al Museo del Pan, al inicio de la calle San Juan, unos manojos de sarmientos que darán fuego a algunos pellejos. Las llamas anuncian la noche más hermosa del fuego.

A continuación, a escasos metros, el veterano mayorgano abre las puertas de la trasera su casa, dentro espera su esposa, María Santos Fernández, de 70 años, que ultima una mesa en la que no faltan rosquillas, empiñonados y pastas de la panadería Quiñones, orujo blanco de la comarca y vino tinto con tres años de crianza, que ha elaborado su marido con variedades prieto picudo y tempranillo del viñedo del pago del Estanque en una costumbre que ya hacía su abuelo. «Abrimos las puertas con gran ilusión para el que quiera entrar, todo el mundo está invitado», expresa con orgullo Faustino, quien recuerda que sigue la tradición de su padre, Bernardino.

La ermita del santo patrón está muy cerca y son muchos los que entran en la trasera a tomar un trago y comer una pasta. Faustino comienza a vestirse junto a sus tres hijos, Faustino, Samuel y Millán, y algunos amigos. Un trago y todos se dirigen a la ermita para comenzar la procesión. Ya suena la música, y Ángel García Quirós, como hiciera su padre, porta el Vítor, decenas de pellejos ardiendo lo preceden. La procesión no tarda mucho en pasar frente a la trasera de los Pascual Fernández, donde María Santos mira con emoción pasar a su marido y a sus hijos, antes de que con devoción levante los ojos a la tabla del Vítor con un recuerdo especial a santo Toribio de Mogrovejo. Poco después, cuando la calle queda vacía, María Santos apaga la hoguera, cierra la puerta de la trasera y, pisando las manchas de la pez que acaba de caer de los pellejos, en medio de un olor inconfundible, camina detrás del Vítor.

Antorcha viva

La procesión ha entrado en la calle Derecha. La iglesia de Santa María del Mercado, con los andamios de su torre en restauración, da la bienvenida a la comitiva de las llamas que, como una antorcha viva, avanza poco a poco hasta llegar a la plaza. Faustino es ya el último miembro que quema pellejos de la histórica peña La Chispa, la que en su momento pusieron en valor la procesión cívica, los que supieron que había que acompañar al Vítor desde su ermita, ya que antes era costumbre incorporarse en la plaza, según recuerda Faustino, cuñado de Delfín, uno de los hijos de Marciano Fernández, el que puso letra al pasodoble el Vítor.

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