Valladolid completa los Bachilleratos de Excelencia al ofrecer dos de idiomas
Es la primera ciudad de Castilla y León que contará con las cuatro especialidades ofrecidas
El instituto Ramón y Cajal dista apenas cuatrocientos metros de la Escuela Oficial de Idiomas. Y esa coincidencia, unida al hecho de que Valladolid ... no contaba aún con un Bachillerato de investigación y excelencia en idiomas que sí tienen Zamora, Salamanca, Soria o Segovia, llevó a los responsables del centro a pensar que podría ser una gran opción. El objetivo es ambicioso. Los estudiantes que opten por esta modalidad acabarán el Bachillerato con un nivel B2 en inglés, un B1 en francés y un A2 o B1, según el alumno, en alemán. Con apenas 18 años de edad y la universidad y sus programas Erasmus en lontananza.
Desde que se puso en marcha este tipo de bachilleratos, Valladolid se ha lanzado a intentar contar con el mayor número de ellos posible, dentro de que son algo no accesible a todos. Para entrar es necesario tener una nota media de 7 en Secundaria, superar una entrevista personal y, sobre todo, estar dispuesto a pasar más tiempo en el instituto. Y es que los alumnos tendrán 34 horas semanales en 1º y 35 horas semanales en 2º. En el caso del IES Galileo, 34 en ambos. Eso supone un incremento notable con respecto a las 30 habituales, lo que convierte estos bachilleratos en un reto.
En el Ramón y Cajal se han puesto de acuerdo con la Escuela Oficial de Idiomas para que la ampliación de inglés la lleven a cabo allí. «De ese modo, pueden optar al B2 cuando acaben segundo de Bachillerato», explican responsables del centro.
La otra ventaja añadida de este tipo de estudios es que permiten cursar cualquiera de las ramas que se hayan elegido, Ciencias o Humanidades. Como son estudios ligados a la Universidad, los estudiantes reciben unos cursos por parte de profesores universitarios que además los tutelan a la hora de realizar un proyecto de investigación. En el caso del Bachillerato de idiomas, el proyecto se corresponde con la rama que hayan elegido los estudiantes, pero el matiz está en que luego deben redactar el proyecto en inglés, francés, alemán o, en el caso del Galileo, italiano.

«Estás metido en la Universidad antes de entrar en ella»
Aitana Belloso sabía, antes de llegar al Diego de Praves, de qué iba eso del Bachillerato de Excelencia. Sobre todo porque su hermana mayor había pasado por él, casi como una de las pioneras en Valladolid. Ahora, su hermana pequeña se apresta a seguir sus pasos. «Me pareció buena idea porque sabía que quería hacer algo de Ciencias y este Bachillerato te permite hacer cosas a mayores, recibir charlas, tener una asignatura de laboratorio más, tener la posibilidad de hacer un proyecto, que es un privilegio... Porque tienes a una persona que es experta en algo y lo tienes para ti, para que te explique», dice ahora, desde la experiencia de haber superado ya su primer año en el Grado de Biología.
Víctor Esteban ya estaba en el centro, así que el paso, para él, fue más natural. «Ya estás metido en la Universidad antes de entrar en ella», lo resume él, que acaba de terminar primero del Grado en Químicas. «El proyecto me ha ayudado a aprender muchísimo y a elegir la carrera. Sabía que quería hacer Químicas, pero cogí un proyecto de quimicas y acabó gustándome más, e incluso el tutor de mi proyecto luego me ha dado clase», dice.
Quizá lo que mejor ejemplifica en qué consiste este Bachillerato tan especial es el título del proyecto al que se tuvo que enfrentar Aitana. Lo recita de memoria: «'Construcción de un minigen a partir de un gen de susceptibilidad a cáncer de mama y ovario hereditarios'. A grandes rasgos, era construir minigenes a partir de los cuales estudiar las relaciones que hay entre mutaciones en el genoma y el cáncer de mama y ovario. Este Bachillerato te permite ver esto y participar, no solo ir a una charla», explica orgullosa.
En el caso de Víctor, este aspirante a químico considera que ha ganado dos cosas con la experiencia. «Ahora estoy estudiando Químicas en Valladolid y en primero teníamos una asignatura que era Iniciación a la Investigación y hacíamos prácticas que me han ayudado luego en primero de carrera. Incluso técnicas de montar sistemas, preparar disoluciones. Ayuda mucho porque no llegas con la mente vacía a la hora de hacer estas cosas», dice primero. Y luego añade otro factor menos tangible, pero igualmente importante: madurez. «Me ayudó a madurar, porque en 2º de Bachillerato te enfrentas al curso, como cualquiera, pero a la vez tienes que enfrentarte a hacer un proyecto. Tienes que realizar las prácticas en la Universidad, además de compaginarlo con los exámenes, hacer la memoria escrita de proyecto en navidades... Y exponerlo ante un tribunal de profesores de la Universidad, que eso es una gran preparación. Yo pude exponerlo delante del vicerrector en el Palacio de Congresos de la UVA y fue una pasada».
El hecho de que muchos de los alumnos que se matriculan procedan de otros centros, y el compromiso que adquieren al optar por esta vía más dura del Bachillerato, hace que se creen grupos muy homogéneos en cuanto a intereses y motivación, explican los profesores. Y Aitana Belloso lo corrobora. «Me gustaba ir a la Universidad. Íbamos allí, comíamos todos juntos, echábamos la tarde con las charlas... Hay de todo. Pero si no te ayuda a elegir, sí a descartar. La mayor parte de las charlas de primero iban enfocadas a Matemáticas, Física o Química y yo he acabado haciendo Biología. Vas viendo lo que más te interesa y luego decides».
La solicitud ya está abierta, aunque finaliza mañana, 24 de junio, y quienes quieran cursarlo deben tener en cuenta dos cosas. Primero, que el mínimo necesario de estudiantes para que el grupo de idiomas salga adelante es de 15 y el máximo, de 25. Segundo, que en los propios centros ya cuentan con estudiantes interesados. Al menos media docena del Ramón y Cajal pueden optar a este tipo de enseñanzas. Es cierto que en ocasiones anteriores, sobre todo cuando se pusieron en marcha las primeras iniciativas de este tipo en Valladolid, se permitió una matriculación extraordinaria, fuera de plazos, para que alumnos y centros consiguieran el objetivo de implantarlo. Un instituto como La Merced tardó tres cursos en conseguir cerrar un grupo en el Bachillerato de Excelencia e Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales.
Proyecto investigador
«En Inglés, que se imparten 3 horas a la semana en cualquier Bachillerato, son 2 horas más. En Francés, como segunda lengua extranjera, se ofrecen 2 horas a la semana en 1º y 4 horas en 2º. Y en Alemán, son 2 horas a la semana en primero», explican en el Ramón y Cajal. El matiz radica en que en segundo es posible cambiar y que alemán sea la segunda lengua extranjera en lugar del francés. «En el segundo curso, las cinco horas [de más] se reparten entre el refuerzo de idiomas y la elaboración de un proyecto de investigación sobre materias propias de la modalidad de Bachillerato que están cursando, dirigido por diferentes departamentos de la Universidad de Valladolid», señalan.
En el caso del Galileo, se imparten cinco horas a la semana de Inglés (2 extras), 2 de francés y 2 de italiano. En segundo de Bachillerato se aumentan dos horas más en francés, que pasan a 4 semanales.

Más de 150 profesores de la UVA tutorizan 10 programas de excelencia
Cuando los Bachilleratos de Excelencia se pergeñaron, la Universidad de Valladolid pasaba por una crisis de matrícula en algunos de sus grados, especialmente en la Facultad de Ciencias. Fernando Sánchez Pascuala, entonces director general de Política Educativa de la Junta, vio la posibilidad de aunar esa necesidad de las facultades de recuperar alumnos con la idea de potenciar el Bachillerato. Cuando el curso que viene arranquen los dos de idiomas previstos en Valladolid, la UVA ya mentorizará 12 en sus cuatros campus. A los cinco de aquí habrá que sumar los dos de Segovia, otros tantos de Palencia y los tres de Soria. Eso supondrá incrementar los 150 docentes universitarios que se prestan a impartir charlas, tutorizar proyectos y adentrar a los bachilleres en un mundo universitario al que llegan dos años antes de lo que en teoría deberían.
José Martín Álvarez es, desde el Rectorado de Daniel Miguel, el coordinador de estos programas en la UVA. «Empieza a ser un número apreciable», confiesa. Y cada uno de ellos tiene su propia idiosincrasia. «En el de Arte lo lleva poca gente, cinco o seis profesores, porque también hay menos alumnos. Funciona muy bien y están sacando mucho provecho. Por ejemplo, han cambiado el director del museo Patio Herreriano, contactaron con él y ha empezado a colaborar con el Bachillerato y con los alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras», explica.
«En Ciencias hay mucha gente desde el principio y son siete años. Hay que hacer un esfuerzo para que los centros renueven a la gente y se vaya rotando», señala. .
Con respecto a los alumnos, Martín Álvarez asegura que a los que pasan por esta experiencia se les nota un salto madurativo importante. «Hemos visto a través de los años que a los chicos les viene muy bien. Gente que ha hecho el Bachillerato de Excelencia en Ciencias luego los he tenido en la Facultad, y hay una difererencia notable entre el comportamiento de ellos y el resto. Han madurado. Cuando he dado clase en laboratorio en primero de Químicas, cojo un grupo, les explico la primera práctica, y en ese momento ya sé quién ha hecho el de excelencia, proque son los primeros que se levantan y se ponen a trabajar, tienen más recursos, más iniciativa y menos miedo a hacer las cosas», asevera.
Experiencias como la de Soria, donde la Facultad de Traducción e Interpretación encaja a la perfección con el Bachillerato de Excelencia en Idiomas, son un ejemplo de hasta dónde se puede llegar cuando la conexión funciona. «La experiencia es totalmente positiva», resume José Martín. Aunque, eso sí, advierte de que «esto tiene un límite, no se puede poner en todos los bachilleratos». La excelencia lo requiere.
Los inicios de este tipo de enseñanzas son complicados hasta que se empiezan a hacer con una reputación entre los alumnos. El compromiso de la Consejería de Educación era permitir, como máximo, un Bachillerato de Excelencia por modalidad y provincia. Valladolid, con los dos de idiomas, rompe esa norma y se sitúa como la ciudad con más opciones.
La experiencia del Diego de Praves, que fue el primer instituto de la región en incorporar esta modalidad, en el curso 2012-13, es buena. «Muy buena», dice la coordinadora del programa, Ester Sanz. «Nos ha costado traer alumnos los primeros años. Vamos poco a poco, pero cuando viene un alumno luego arrastra a otros», admite.
«Cuando entra un alumno aquí siempre trae a alguien. En primer curso solemos tener alumnos de aquí, unos pocos, y otros de fuera. Y vienen solos y a algunos que tienen más temor les decimos que traigan a alguien, y alguno viene con un amigo. Es un boca a boca entre los alumnos y la experiencia es muy buena», señala la profesora, que estos días recibe las visitas agradecidas de muchos de los estudiantes que pasaron por el centro en esta modalidad y ahora están inmersos en sus estudios de grado.
«Para el profesor es muy gratificante porque trabajas con un grupo de alumnos que tiene interés», asegura. «Trabajan mucho, porque este Bachillerato tiene más trabajo. En primero tienen una asignatura de dos horas a la semana y luego tienen charlas en la Universidad los martes por la tarde, y tienen que tener disponible ese día para ir a conferencias, laboratorios, talleres... Y en segundo hay que trabajar más porque ya es un curso que por sí solo tiene mucha carga. Tienen luego la EBAU y casi todos necesitan nota alta para sus estudios, con lo que deben sacar una nota alta, competir».
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