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Rafael, Eleodoro, Soraya, Leonor, Ati… son personas que han vivido en la calle, que pedían en los pórticos de las iglesias y dormían en parques ... y cajeros sin más abrigo que una manta y la protección de unos cartones. Ellos representan la dureza de vivir en la calle. Sin ningún lugar al que llamar hogar. Todos ellos fallecieron sin la posibilidad de reinsertarse en la sociedad, de retomar un estilo digno de vida y de conseguir nuevamente casa y trabajo. En el otro lado de la balanza están Víctor, Onassis y Navalbino, tres personas sintecho con una historia dura, que saben lo que es tocar fondo y que, gracias a Cáritas ven cada día más cerca la posibilidad de cumplir sus sueños.
Ellos tres, junto con otras 47 personas sin hogar y unos 70 voluntarios de Cáritas Diocesana, han ideado, diseñado y montado la exposición itinerante 'Museo sin hogar. Esperanza sin cobertura', que puede ser visitada hasta el próximo 19 de marzo, en el claustro de los Agustinos Filipinos. El objetivo de esta muestra es visibilizar la vida y el día a día de las personas que viven en grave situación de exclusión. «Es el primer Museo sin hogar del mundo», explica Alberto Díez, educador del Programa Personas sin Hogar de Cáritas. «Es un proyecto participativo llevado a cabo por los técnicos, voluntarios y participantes del programa», añade.
Durante el año 2022, Cáritas Diocesana de Valladolid atendió a casi 600 personas sin hogar, el 90% de ellas, hombres, entre los centros sociales de La Milagrosa, donde está la Unidad de Higiene y en el Centro de Día de la calle José María Lacort y también a través de los recursos residenciales de la entidad. La idea de este museo surgió en junio del pasado año, cuando grupos de participación de Cáritas Diocesana de Burgos, Salamanca y Valladolid decidieron dar voz a personas que duermen debajo de un puente o en los recursos de la ONG. Estas personas sin hogar han sido las cabezas pensantes y los artistas que han creado las 23 piezas de las que consta la muestra y que se distribuyen en seis espacios diferenciados. «Han sido los propios usuarios los que han realizado las piezas, pensando en lo que querían expresar con ellas. Ser persona de la calle no es sólo cuestión de mala suerte o de malas decisiones. Cualquiera de nosotros puede acabar en esta situación. Todos tienen una historia detrás», añade.
La exposición ha permanecido durante seis semanas en la sala Valentín Palencia de la catedral de Burgos, en la que recibió más de 5.000 visitas. El pasado 23 de enero recaló en Valladolid. Desde entonces han pasado por ella más de 1.500 visitantes, y todos se quedan impactados al conocer esta realidad que está tan cerca. Se puede visitar de lunes a sábado, de 10:00 a 13:00h. y de 16:00 a 19:00h. y los domingos de 10:00 a 14:00h. Tras su clausura, visitará Salamanca y León. «Exponemos una realidad muy dura que es necesario dar a conocer. Sólo con visitar este museo, ya se está aportando un granito de arena para ayudar. Nuestra intención es que algún día, el drama de estas personas sea cosa del pasado y que el sinhogarismo, sea tan sólo un recuerdo amargo», explica Díez.
El recorrido se divide en seis salas. La primera de ellas, 'Camino de sueños' y representa las diferentes camas y almohadas que guardan los sueños de quien duerme en ellas. Así, encontramos en primer lugar unos cartones, a continuación un banco decorado como el Guernica de Picasso, un catre de una prisión, una litera de albergue, una cama de un piso compartido, para finalizar una cama de un hogar propio. «Ante todo, son personas, y como tales, tienen sus sueños, ilusiones y esperanzas. Hemos reflejado también unas huellas en el suelo, algunas de las cuales, avanzan y otras retroceden, igual que ocurre en la realidad, ya que hay personas que tras tocar fondo, van avanzando, pero que al encontrarse con nuevas dificultades, a veces vuelven al punto de partida», explica Díez.
La sala '¿Por qué?' intenta dar respuesta a las causas personales, familiares, sociales y económicas que pueden hacer que alguien se quede en la calle y con lo puesto. 'Fuera de cobertura' muestra aquellas personas sin cobertura sanitaria, social o legal, que están desprotegidas y que no tienen recursos ni oportunidades. «Estas personas necesitan una red de apoyo y una protección social plena e inclusiva. Personalmente he conocido muchas historias y tristemente he visto como muchos se quedaban en el camino. Muchos como, por ejemplo, Vicente. Una persona ilusionada que ha trabajado muchísimo por sacar adelante esta exposición y que falleció un día antes de la inauguración», indica Alberto Díez. «Mientras preparábamos esta muestra hemos visto como ellos se sentían importantes y lo daban todo de sí para sacarla adelante. Han canalizado su creatividad y se han sentido protagonistas de su proceso. Se han sentido escuchados y expresado todo lo que tenían dentro. Han diseñado las piezas y hacen las visitas guiadas. Eso les ha aumentado su autoestima y les ha hecho sentirse capaces de muchas cosas. Han salido muy reforzados de este proceso», dice Díez.
Una luz a la esperanza
«A ver si nos va a contagiar algo», «Duermen en el cajero y lo dejan asqueroso» «¿No podían lavarse?». Esas son algunas de las duras frases que estas personas sin hogar escuchan a diario. Son frases que también se escuchan en esta muestra y que a todos harán pensar. «Son duras, pero ayudan mucho a entender todo por lo que ellos pasan y sufren. Ni son unos vagos, ni hay que tenerles miedo, ni asco. Son personas igual que el resto y así quiere que se les vea», continúa este educador. La muestra finaliza con una luz a la esperanza, con un audiovisual en el que personajes famosos lanzan mensajes positivos y donde el público puede dejar sus propios escritos para los usuarios del programa de personas sin hogar de Cáritas.
Esta muestra no hubiera sido posible sin el trabajo de muchos voluntarios, como Marcelina Sánchez, que durante años lo ha dado todo en el Amazonas o en Kaputa (Zambia) y que hace dos años, comenzó a colaborar con Cáritas en este proyecto de personas sin hogar. «Quería conocer otra realidad más cercana y para mí ha sido una experiencia de fe increíble que me ha permitido conocer situaciones muy duras, dentro de una sociedad civilizada», dice esta voluntaria. «Mientras lo preparábamos, los usuarios han revivido sus historias. Para ellos ha sido difícil expresar sus ideas y sentimientos. Les ha mantenido ocupados y les ha hecho sentirse vistos por la sociedad. Es una realidad muy difícil, que en el caso de las mujeres, suele llevar asociadas otras situaciones que realmente son impactantes», remata esta voluntaria.
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