Vallisoletanos por el mundo
«Me siento más española desde que vivo fuera. Es como si necesitara reivindicar mi cultura»María Eugenia Caravaca Bayo, de Villamarciel, vive en Bruselas desde 2021 y trabaja en la Comisión Europea
En su pueblo, Villamarciel, es donde María Eugenia Caravaca Bayo (Valladolid, 1991) siempre ha encontrado la calma. Sin embargo, actualmente, su día a día transcurre ... en la cosmopolita Bruselas (Bélgica). Esta joven trabaja en la Comisión Europea, como coordinadora de políticas en materia de Industria, Innovación y Energía. Pero antes de llegar a trabajar en política europea en Bruselas, su vida laboral ha transcurrido en las Naciones Unidas y en países como Dinamarca, India y EE.UU. «Hice la carrera de Ciencias Políticas en la universidad Carlos III de Madrid. La acabé en plena crisis económica y era muy complicado encontrar un trabajo remunerado. Encadenábamos prácticas sin cobrar», recuerda. Esa falta de oportunidades en España y su vocación por las relaciones internacionales la llevaron a labrarse un camino fuera de nuestras fronteras.
Hizo un Erasmus en Copenhague, donde consiguió unas prácticas en Naciones Unidas. Al terminar la carrera, se marchó unos meses a Bruselas con otra beca, y poco después aprobó las pruebas del ICEX para cursar el Máster en Gestión Internacional de la Empresa. Su primer año de beca con el ICEX fue en 2016, en la Oficina Económica y Comercial de España en Nueva Delhi. El segundo lo pasó en Nueva York, en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, algo que ella considera «un sueño a cualquier edad, pero sobre todo con 25 años». Tras la beca, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) le hizo un contrato que duró cerca de cinco años, la mayoría de los cuales los pasó trabajando en la sede central de Nueva York y un último periodo en Bruselas, en el equipo de crisis.
Llegó a la capital belga en 2021, en plena pandemia. En un principio iba para hacer una sustitución de dos meses, sin embargo, acabó asentando allí su vida. Ella reconoce que al principio no fue fácil. «Todo estaba cerrado y era complicado conocer gente. Tuve la suerte de contar con amigas de la universidad y con la hospitalidad de varios belgas que me ayudaron a hacerme un hueco en la ciudad», relata. Un año después dio un nuevo paso. Dejó Naciones Unidas para trabajar como coordinadora en un programa de la Comisión Europea, donde desde febrero de 2025 es coordinadora de Políticas.
Una vida en Bruselas
Su día a día pasa ahora por analizar cómo se aplican las políticas europeas en materia de Industria, Innovación y Energía en los estados miembros, e identificar oportunidades para apoyar dicha aplicación. No es un entorno sencillo. «La competencia es muy alta, con gente muy preparada de toda Europa y del mundo», reconoce, aunque lo valora como un reto que le permite seguir aprendiendo.
Bruselas también le ha dado estabilidad personal. María Eugenia tiene pareja belga y esperan su primera hija estas Navidades. «Por el momento mi plan es quedarme aquí a largo plazo. Aquí he construido mi vida, tengo a mi familia, mis amigos, y disfruto mucho de mi trabajo», explica.
Lejos de casa, lo que más echa de menos es «la alegría española, poder expresarme en mi idioma y los paseos por los campos de Villamarciel». Aun así, el hecho de rodearse de paisanos en Bruselas, le sirve de ayuda. «En mi equipo somos dos españoles… y los dos de Valladolid», comenta. También se apoya en iniciativas como Metaprosa, un proyecto cultural sin ánimo de lucro impulsado por españoles, que fomenta el idioma y la literatura. «Es un proyecto que hace maravillas a la hora de crear relaciones entre españoles de todas partes y organizar actividades culturales para todas las edades a las que puede asistir cualquiera que esté interesado en el idioma español», destaca.
Sus datos
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Lugar de nacimiento: Valladolid
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Estudió: Ciencias Políticas en la universidad Carlos III de Madrid
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Fecha de partida: 2016
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Lugar actual de residencia: Bruselas (Bélgica)
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Profesión: Coordinadora de políticas en materia de Industria, Innovación y Energía en la Comisión Europea
Sobre lo que le aportado su país de acogida, destaca la calidad de vida y la similitud con España en la importancia que se da a la familia y las amistades. «En cuanto sale un rayo de sol, todos están en la calle, como nosotros», dice. Saber francés le abrió muchas puertas para integrarse, aunque asegura que Bruselas, con su diversidad y mezcla, es un lugar que facilita mucho la adaptación. María Eugenia se siente parte de los dos mundos. «Me siento más española desde que vivo fuera. Es como si necesitara reivindicar mi cultura. Pero también me siento parte de Bélgica. Mi pareja, mi familia política, y mi futura hija son belgas, hablo el idioma y me he adaptado a su vida», cuenta esta vallisoletana, que de su experiencia en el extranjero ha extraído grandes aprendizajes. «He aprendido a hacer las cosas incluso con miedo, a entender que de un 'no' también puede salir una oportunidad, y a valorar el tiempo, porque es lo más sagrado que tenemos. Nunca es fácil dejar tu hogar, pero te hace más fuerte de lo que imaginas. Hay que mantener la curiosidad, irse con la mente abierta y respetar la cultura a la que llegas. Y algo que nunca falla es ser amable. Eso funciona en cualquier país», concluye.
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