«No teníamos pensado comprar una casa, pero vimos el anuncio y en una semana era nuestra»
José Antonio Hernández y Leonor Ortiz acaban de estrenar su segunda vivienda en Torrelobatón
Hasta hace apenas unos meses, Torrelobatón era, para la familia Hernández Ortiz, el destino perfecto para los meses de verano. En este pueblo encontraban tranquilidad ... y el espacio idóneo para sus hijos y nietos. Hoy, sin embargo, este municipio se ha convertido en algo mucho más importante, en su segunda casa, su refugio, y quizás su hogar definitivo en el futuro.
José Antonio Hernández es natural de Torrelobatón. Leonor Ortiz es dominicana y cuando hace 21 años conoció el pueblo del que ahora es su marido, quedó prendada de él. «Al principio veníamos a la casa de mi madre. En los últimos años, como la familia creció de forma considerable, decidimos alquilar una casa antigua en la que sólo pasábamos los veranos. Somos 12 de familia. Tenemos cinco nietos y otro más en camino y tener una casa para nosotros, nos parecía lo mejor», comenta él.
Sin embargo, el pasado otoño, recién regresados de Santo Domingo, un mensaje en un grupo de Whatsapp del pueblo llamó su atención. «Nos llegó un anuncio de una casa en venta. Tuve una corazonada, llamé por teléfono, quedamos con la propietaria y en una semana habíamos firmado el contrato de arras de nuestra segunda vivienda. Casi no nos dio tiempo ni a pensarlo. Fue todo rapidísimo», comenta ella entre risas.
La decisión fue impulsiva, pero según ambos, ha sido de las mejores que han tomado en su vida. «El precio nos pareció bien, la ubicación, el tamaño de la casa… Había que hacer arreglos, claro, pero por 24.000 euros no podíamos pedir más», reconoce José Antonio. «No habíamos mirado más casas, ni lo teníamos planeado, simplemente se dieron las circunstancias propicias», añade Leonor.
El matrimonio mantiene su vivienda habitual en la capital, pero desde noviembre, los Hernández Ortiz pasan gran parte de su tiempo en Torrelobatón. «Ahora venimos más que nunca. Me siento muy bien aquí. Estoy muy tranquila. Y ahora hasta me cuesta irme a Valladolid. Estamos tan a gusto, que no descartamos venir a vivir aquí cuando nos jubilemos», confiesa Leonor.
La nueva casa tiene tres habitaciones grandes y espacio suficiente para acoger a toda la familia. «Tenemos colchones guardados bajo los canapés por si vienen todos de golpe. Esta casa no tiene nada que ver con la de alquiler. Esta ya es nuestra. Antes, en la otra, hacías un arreglo y pensabas: '¿Y si algún día nos tenemos que ir?'», explica Leonor.
Han cambiado la instalación eléctrica, los revestimientos de madera y han arreglado el baño. «Poco a poco la vamos dejando a nuestro gusto. Tenemos claro que esto no es una inversión. Es un gasto, pero que nos hace muy felices porque nos encanta el pueblo. Si no hubiéramos podido pagarlo sin hipotecarnos, no lo habríamos hecho. A nuestra edad, ya no íbamos a complicarnos», apostillan ambos.
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