Valladolid
Medio siglo de un barrio creado por sus propios vecinos de RiosecoHabitantes de Los Molinos celebran con una fiesta su entrada en las casas en 1973 gracias a la iniciativa altruista de un ingeniero de montes y un sacerdote
Los cumpleaños son siempre una grata forma de celebrar la vida. Es lo que hizo un grupo de vecinos de Medina de Rioseco este fin ... de semana al organizar una pequeña fiesta para celebrar los 50 años desde que entraron a vivir en el recién estrenado barrio de Los Molinos, en mayo de 1973. Junto al parque desde donde se accede a las viviendas, la música y las buenas viandas, sin que faltase la tradicional limonada, pusieron el mejor ambiente festivo en un emotivo encuentro generacional donde, sin duda, los protagonistas fueron los vecinos más veteranos, aquellos que iniciaron una nueva vida en 1973.
La inquietud altruista por el bien común de dos jóvenes amigos, el ingeniero de montes riosecano José Luis Margareto y el sacerdote de la parroquia Benjamín García, fue la que promovió en 1970 este solidario proyecto. El primero encargó al segundo que buscara a diecinueve familias «que tuvieran necesidad de una vivienda donde criar a sus hijos y poder vivir con dignidad». La familia número 20 sería la de sus padres (Leoncio Margareto y Alfonsa Cañibano), a los que deseaba que pudieran disfrutar durante su vejez de un lugar de descanso para ellos y su familia», relató durante la fiesta Ascensión Margareto 'Ñuca', hermana de José Luis, a quien recordó como «una persona normal, humilde, sencilla, humana, generosa, muy inteligente, con necesidad siempre de ayudar a los demás».
No tardó en formarse una cooperativa con el nombre de Virgen de Castilviejo, que más tarde se transformó en Los Molinos y al final en Almirantes de Castilla. No obstante, al barrio se le conocería siempre como de Los Molinos, nombre que tendría que ver «con el amor al campo» del joven promotor, aunque también por el hecho de que hasta mediados del siglo XIX existieron unos molinos de viento en la loma en la que se levantan actualmente las viviendas.
La compra del terreno, una era en la zona norte de Rioseco, dio inicio a la construcción de las veinte viviendas adosadas unifamiliares. En mayo de 1973, Luis Rubio y Francisca San José fueron el primer matrimonio en entrar a vivir en el barrio con sus hijos, Lucila, Paqui, Luis Ángel y Rosa, con la experiencia anecdótica de no tener luz aquella primera noche. Luis Ángel Rubio recuerda con cariño sus años de infancia jugando con el resto de niños del barrio, con un trato muy cercano, en el que «acabamos siendo amigos».
El alcalde de entonces, Manuel Fuentes, destacó que fue «un ejemplo a seguir de una iniciativa pionera en la que José Luis Margareto y Benjamín García fueron los artífices, que siempre es la clave de estos proyectos, el uno en la estructura económica y el otro en la promoción social». Por su parte, el veterano vecino Francisco Asensio 'Kiko', que junto a su esposa, Piedad Ramos, fue uno de aquellos primeros matrimonios que habitaron el barrio, destacó que «el alcalde nos lo puso todo muy fácil» y que el propietario de la era, Jesús Galván, «se portó muy bien con nosotros», pues «podía haber tenido un mejor comprador». Explicó que los sábados por la tarde y los domingos, los vecinos tuvieron que cavar los cimientos, echar el hormigón y hacer las aceras y los jardines, entre otros trabajos. Después de 50 años, Kiko y Piedad se sienten muy contentos y orgullos de todos estos años, en los que han formado una familia, con sus hijos Charo y Javier, que les han dado tres nietos, pero también «de lo bien que nos hemos llevado siempre todos los vecinos en una relación casi familiar».
En el año 1998, se colocó en el barrio una placa de agradecimiento en la que solo consta el nombre del sacerdote Benjamín García, pues José Luis Margareto, que con el tiempo estudió también económicas, filosofía y derecho, no quiso aparecer porque decía que «cuando hago las cosas, las hago sin ningún tipo de interés», según recordó su hermana Ascensión. «Ayudar al necesitado fue el lema que dirigió su vida».
Ese defender lo que parecía imposible, pero que con esperanza, empeño y trabajo se consigue, tuvo, sin duda, su mejor reflejo en una escultura de los inmortales don Quijote y Sancho Panza que durante años presidió la entrada en el barrio. José Luis Margareto y Benjamín García ya han fallecido, pero siempre tendrán el más sincero de los agradamientos de aquellos primeros vecinos y de todas las generaciones que les continúen.
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