La Base Aérea de Villanubla, objetivo militar para 500 paracaidistas del Ejército de Tierra
Sus efectivos llevan desplegados desde este lunes en el aeródromo con motivo de los ejercicios anuales con los que esta brigada ligera pone a prueba su capacidad de reacción ante el estallido de conflictos militares
Como si se tratara de un objetivo militar en el flanco este europeo, en Oriente Medio o en el continente africano. 500 efectivos de la ... Brigada 'Almogávares IV' de Paracaidistas del Ejército de Tierra (BRIPAC) han tomado la Base Aérea de Villanubla y el antiguo acuartelamiento, ya en desuso, reconvertido en puesto de mando del teniente coronel al frente de la misión: un ejercicio militar para preparar a los efectivos de este cuerpo ante cualquier situación de alta intensidad, en el que no ha faltado realismo ni medios técnicos.
En la tarde de este miércoles, sobrevolaban el cielo de Valladolid dos Airbus A400 de los diez con las que cuentan las Fuerzas Armadas. Es la aeronave militar más avanzada, con capacidad para transportar hasta 37 toneladas. Ambos aterrizaban provenientes de la base militar de Zaragoza, cargados de vehículos terrestres y refuerzos de las unidades tácticas para completar la tercera fase de este entrenamiento, compuesto por ejercicios de paracaidismo y aterrizaje, que se prolongará durante dos jornadas más para probar las dotes sobre el terreno ante la presencia, en esta ocasión ficticia, de combatientes enemigos.
Esta brigada es, siempre, la primera en desplegarse en una zona en guerra, bien sea para preparar el terreno para la posterior llegada de las unidades de artillería pesada o para llevar a cabo misiones humanitarias que no entienden de espera. Recuerda el teniente coronel Luis Morla, al frente de la comunicación de la BRIPAC, la llamada apresurada de la ministra del ramo, Margarita Robles, cuando hace dos años, en 2023, estalló la guerra civil en Sudán: «Hubo que ir a traer españoles, en ese caso no se saltó, pero se fue con aviones que salieron de Torrejón hacia Yibuti y al llegar allí no se pudo aterrizar en el aeropuerto porque estaban las milicias. Así que ocuparon un aeródromo militar al lado».
A esto lo llaman, en su jerga militar, la entrada inicial. La primera toma de contacto con un terreno en conflicto que requiere de unidades ligeras y bien preparadas para cualquier escenario, en cualquier momento. Por eso, en esta ocasión, encaran unas maniobras anuales, en las que habitualmente cuentan también con la presencia de paracaidistas de otros países que quieren empaparse del buen hacer de las unidades tácticas de nuestro Ejército, mirando de reojo al flanco este europeo.
El contenido preciso de la misión y sus movimientos es alto secreto. Por eso, antes de asaltar los cielos de la base aérea de Villanubla, estuvieron incomunicados dos días en un pequeño destacamento militar de Huesca, donde, con un mapa del terreno tendido en el suelo, estudiaron la misión de cada unidad. «El objetivo fue prepararnos y aislarnos de cualquier interferencia ajena a la operación. Y a partir de ahí preparamos el escalón avanzado, con una unidad que se infiltró a alta cota», detalla el teniente coronel Morla. Así, desde una altura superior a los 1.000 metros, en torno a una veintena de efectivos de la compañía de reconocimiento avanzado sobrevolaron en paracaídas manual durante la noche del pasado lunes el aeródromo militar.
80 kilos
Entre ellos está el cabo Ferrer, tirador de precisión de la compañía, que prepara su mochila para un nuevo salto de modalidad nocturna. Víveres para dos días, una brújula, un GPS, una radio de comunicación o un fusil de precisión de calibre 12.70, son solo algunas pertenencias de un equipaje que puede alcanzar en torno a los 80 kilos, incluido el saltador. «El salto de paracaídas es el medio de infiltración, no la misión. Una vez tomamos suelo, entregamos el material que no vayamos a usar, el propio del lanzamiento y empieza nuestra misión. Nosotros como equipo de precisión tenemos una ubicación a la que tenemos que ir y un objetivo a cumplir», explica, sobre una maniobra en la que tendrán que localizar objetivos que puedan interferir en el asentamiento para garantizar la seguridad del perímetro.
Esta unidad, también denominada de observación, tiene por objetivo «dar seguridad y alertar de la presencia de posibles enemigos». Por eso otro pequeño grupúsculo ocupó las instalaciones militares de Corral de Ayllón, en la vecina Segovia, a modo de distracción. Mientras, en Villanubla, han estado dos días «escondidos y pasando información» sobre posiciones enemigas, las condiciones meteorológicas o el estado del terreno. Todo con la finalidad de asegurar el terreno para la llegada del escalón de asalto, «la masa, el músculo», detalla el coronel, sobre un grupo de unos 400 militares de distintos batallones, regimientos y banderas, que ocuparon la base en la noche del pasado martes.
Con la base ya ocupada y el escalón de refuerzo unido al destacamento militar, solo queda mantener la posición hasta la completar la misión, que siempre es facilitar la llegada de unidades de relevo «más pesadas», por carretera o aire. Mientras eso pasa, tendrán que estar atentos «a posibles reacciones», explica el teniente coronel, sobre el trabajo que les queda por delante durante las dos jornadas siguientes, en las que tendrán que evitar la entrada y sortear ataques del enemigo que estará conformado por «una unidad de oposición real».
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