El arte de grabar emulando a Gutenberg
Luis Javier Esteban mantiene vivo el oficio, en el que el intelecto es tan importante como la destreza manual, en su taller de Medina de Rioseco
Luis Javier Esteban Redondo es amante de los pequeños detalles y del trabajo bien hecho. Su aspiración no son las ventas ni la alta rentabilidad ... de su negocio, sino mantener vivo un oficio que, en este mundo de ritmo vertiginoso y de producción en serie, está abocado al olvido. Luis Javier es maestro en lo suyo. Es artesano del grabado y de la estampación, una profesión muy desconocida en la que el intelecto es tan importante como la destreza manual. La paciencia es fundamental para obtener un acabado perfecto.
Siempre estuvo muy vinculado a las artes plásticas, al dibujo y a la artesanía. Estudió delineación en la Escuela de Artes y más tarde arqueología. Se formó en profundidad en grabado y estampación, técnicas que le engancharon desde el primer momento y a las que se quiso dedicar profesionalmente. «Empecé haciendo algunas exposiciones y muestras. También participé en concursos. Me iba bien, pero llegó un momento, en el año 2000, en el que decidí que en lugar de esperar a que la gente viniera a mí, tenía que ir yo a la gente. Así, empecé a acudir a ferias y mercados de artesanía, y entonces todo cambió», cuenta este artesano que recorre España realizando talleres participativos y difundiendo su obra.
Su taller, en Medina de Rioseco, es su templo. Allí pasa largas horas trabajando. «El mío es un oficio en peligro de extinción, que se basa en las antiguas técnicas tradicionales, con materiales y técnicas que se remontan al siglo XV y que ya utilizaban Gutenberg, Durero y Rembrandt. Si el oficio perdura será de forma muy residual, a no ser que las instituciones hagan algo para que se mantenga. En Castilla y León, los grabadores se pueden contar con los dedos de una mano», afirma.
Luis Javier está acostumbrado a hacer todo al revés. Esa es la forma adecuada para que, tras la estampación, el dibujo quede derecho. «Lo primero de todo es preparar el dibujo. Hay que hacerlo a la inversa. Es decir, si vas a escribir un nombre, primero hay que escribir la última letra y la primera irá la última. Siempre empiezo dibujando a plumilla y remato con tinta china. Luego ese dibujo hay que traspasarlo a la plancha. Es entonces cuando empieza el proceso de grabado», explica. Hay dos métodos para hacerlo. Con grabado en relieve mediante la utilización de gubias, buriles o cinceles, Luis Javier hace surcos sobre las planchas que son de madera de peral, de caucho o linóleo. Cuando más profunda es la incisión, más tinta almacenará. La tinta, que está bien batida para que no haga grumos, posteriormente pasará al papel al impresionarlo en la prensa. «Lo importante no es echar mucha tinta, sino extenderla bien», recomienda.
También está el método indirecto, en el cual se utilizan ácidos, resinas o barnices para dar forma al dibujo sobre la plancha de manera rápida, aportando más matices y detalles. «El papel es importantísimo. Debe ser entelado, es decir, que tenga mucho algodón. Un papel normal se desintegraría con el agua y con las tintas. Hay que lavarlo, secarlo y plancharlo. Cuando lo lavo, me gusta echarle romero y lavanda, para que huela bien», recalca este profesional, que también fabrica sus propias tintas mezclando el pigmento con aceite de linaza, goma arábiga y agua destilada.
La última parte del proceso es el estampado o impresión. «Es magia pura, porque nunca sabes cómo va a ser el resultado. En ocasiones, sale mal y hay que volver a empezar. Ninguna pieza sale igual a otra. Todas son diferentes», explica mientras muestra el resultado obtenido. La firma es parte muy importante del proceso. La suya es original y angulosa, con su primer apellido como protagonista, y siempre en el lado derecho. A la izquierda, con lápiz, siempre escribe la numeración, y en el centro, si procede, el título de la obra. El broche final lo pone con la estampación de su sello personal, en el que aparece un león, una pluma y unas olas, que representan sus apellidos y su pasión por el dibujo. Su padre, Sebastián, tornero de profesión, le mira embelesado durante todo el proceso. Él y su hermano Teodoro han ayudado a Luis Javier a construir varias réplicas de prensas antiguas. «Esta es una réplica de una que hay expuesta en un museo de Milán. Hice muchas fotos y luego la he reproducido en pequeñito», dice el progenitor mostrando muy orgulloso su obra.
«Es una profesión complicada. O bien te dedicas a otra cosa y este oficio lo tienes como complemento, o te diversificas. Aparte de acudir a ferias y hacer talleres participativos en ellas, también doy clases de pintura, de dibujo y de técnicas de grabado y estampación», comenta Luis Javier, que es el presidente de la Asociación de Vecinos del Barrio de San Isidro de Valladolid, en la que organiza distintas actividades. «Me gusta que en mis talleres la gente se manche las manos de tinta, conozca el oficio, se ilusione y se lleve un recuerdo para su casa. El motivo de los dibujos depende de la zona de España donde se celebre la feria. En el norte me suelen pedir escudos heráldicos, en el sur prefieren vírgenes. En el levante lo más solicitado son los barcos y los motivos marítimos, mientras que en el interior, demandan monumentos.
«Últimamente me piden muchos dragones y leones, yo creo que todo por influencia de las series de televisión». Con la pandemia, «llevamos un año y medio muy complicado, en el que apenas he podido salir a las ferias, pero afortunadamente parece que las cosas se vuelven a retomar», comenta esperanzado. El suyo es un trabajo «muy sacrificado y a veces poco agradecido», pero a él le compensa hacer algo que le encanta. «Cuando ves que el público lo valora, es una alegría inmensa. No sabría vivir sin mi trabajo», remata.
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