Valladolid
Muere Esteban Jiménez, el mediador que «ayudó a llevar la paz» a Las ViudasEl «arreglador» trabajó para dignificar la vida de la población gitana y llevar la tranquilidad a una barriada que se ha visto salpicada durante años por continuos altercados
Esteban Jiménez era un gitano de paz. Era respetado, querido y admirado tanto por los suyos, el barrio de Las Viudas-Aramburu, como por los ... políticos y entidades con los que trabajó durante años, codo con codo, para dignificar la vida del colectivo y llevar la tranquilidad a estos polígonos de viviendas enclavadas entre en paseo de Juan Carlos I y la avenida de Segovia, en Delicias. Una barriada que ahora llora la muerte, a los 54 años, de este mediador gitano que dio su vida y entregó hasta la última gota de sudor para lograr el pleno desarrollo e inclusión de una población salpicada durante años por continuos altercados como riñas tumultuarias, disparos al aire para celebrar el Año Nuevo o incluso la presencia de escolta policial para prevenir conflictos con los servicios de limpieza.
Precisamente, en este último asunto se involucró personalmente este «arreglador» o mediador, como se les conoce entre los gitanos, y habló e intercedió con todas las partes implicadas para solventar la situación. «No puede suceder, vienen a ayudar», recuerda gente de su entorno que repetía. Uno de los que más contacto tuvo con él fue el concejal Luis Vélez durante su etapa en el equipo de gobierno municipal (2015-2023). El edil socialista, hoy en la oposición, rememora cómo Esteban Jiménez «nos ayudó muchísimo mediando, especialmente en el conflicto que hubo con los trabajadores de limpieza». De él, destaca su carácter afable y cercano, siempre generoso y dispuesto «sin pedir nada a cambio». «Nos ayudó a llevar la paz a la zona, le respetaban mucho, lo que él decía se cumplía y eso nos ayudó mucho», señala.
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A Esteban Jiménez le obsesionaba enterrar las diferencias que pudieran surgir con la comunidad gitana y no cejó en su empeño hasta conseguirlo. Quería que los suyos avanzaran, aprendieran y se divirtieran, siempre desde el respeto. Logró, por ejemplo, hace ahora tres años juntar a policías municipales y a jóvenes gitanos en una pachanga de fútbol para acercar posturas y evidenciar la predisposición del colectivo de mejorar la convivencia y dejar atrás los altercados.
Resulta prácticamente imposible enumerar todas y cada una de las cosas, siempre positivas, que Esteban Jiménez hizo por Las Viudas. Impulsaba actividades e iniciativas para todos. Mayores y pequeños. De un gusto y de otro. Sin ir más lejos, los más pequeños de la comunidad conocieron de primera mano, gracias en buena parte a él, los entresijos de tocar un instrumento musical con un taller de cajón flamenco.
También reunió a nada menos que sesenta jóvenes para que, cepillo y recogedor en mano, hicieran una batida para limpiar a fondo la barriada en un intento, como él mismo reconoció entonces, de acabar con esa «mala fama» que arrastraban, puesto que unas semanas antes se produjo en una de sus calles un tiroteo entre clanes que se saldó sin heridos y con dos personas detenidas.
Quería acabar con la «mala fama»
Fue, además, uno de los impulsores de un pacto que firmaron, y dejaron constar por escrito, veinticinco familias en el que se comprometían a sellar la paz y dejar atrás los altercados en pro de la convivencia. Insistía una y otra vez en que «Las Viudas ya no es lo que era». Sus laberínticas calles y sus maltrechos muros de ladrillos, edificados entre los años 1962 y 1963, han sido testigos durante años de un sinfín de incidentes, pero Esteban Jiménez, que también fue portavoz de un comité vecinal de la barriada del grupo Aramburu, tenía el absoluto convencimiento de que su gente quería, y merecía, una vida digna y tranquila, alejada de enfrentamientos y marcada por la plena inclusión social y la igualdad de oportunidades.
«Nuestro compromiso es firme, queremos crear un barrio habitable y desterrar nuestra mala fama para siempre», reiteraba en ese momento Esteban Jiménez, que apelaba a la colaboración municipal para impulsar y pacificar la barriada, más allá de un anhelado plan urbanístico de regeneración de las viviendas que lleva sobre la mesa de diferentes gobiernos municipales más de veinte años y que no ha llegado a pasar de su fase inicial.
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