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Valladolid
Medio millar de corredores mantienen vivo el recuerdo de los bomberos fallecidos en el Siete Siete en 1996El memorial Vidal Matarranz, los apellidos de dos de las cuatro víctimas del incendio de la discoteca, crece y se expande al centro de la ciudad
«Por supuesto que nunca olvidaremos a José Luis (Vidal) y a Juan Carlos (Matarranz) y con esta carrera, que cada año continúa creciendo, mantenemos ... viva su memoria», destacaba este domingo el jefe del Servicio de Bomberos, Javier Reinoso, junto a la línea de salida y de llegada de la ya tradicional, y consolidada, carrera popular 'Memorial Vidal Matarranz', que este año cumple 29 ediciones, los mismos que han transcurrido desde la fatídica madrugada del 6 de octubre de 1996, en la que un voraz incendio atrapó a decenas de personas en el interior de la discoteca Siete Siete y en la que murieron cuatro personas: dos bomberos que acudieron a sofocar las llamas, José Luis Vidal y Juan Carlos Matarranz; la empleada del ropero del local de la Rondilla de Santa Teresa, Lucía Escudero); y una clienta, María del Carmen Velasco.
En el recuerdo de todos ellos, en una cita organizada por el propio servicio de extinción, desde el año siguiente (1997-2025) se celebra en octubre esta popular carrera que tiene su epicentro en el parque de Bomberos de Las Eras, con la salida y la meta situadas en el lateral de la calle Mieses, que este año ha crecido para incorporar una suerte de gincana, que se celebró el sábado por la tarde en la plaza de Portugalete, en la que los propios bomberos realizaron, a modo de exhibición, pruebas de su labor (recoger mangueras, asistir a 'víctimas', trasladar pesos...). «Fue un éxito y creo que la vamos a mantener con absoluta seguridad», anticipa su responsables. También ayer, unas horas antes, tuvo lugar una carrera vertical, que ya se realizó en ediciones anteriores, por la torre del Museo de la Ciencia.
Pero la cita más multitudinaria, como viene ocurriendo desde aquella primera edición de 1997 (al año siguiente de la tragedia), se celebra cada domingo con posterioridad a la efeméride del 6 de octubre. En ese día, en el aniversario del incendio en la discoteca de La Rondilla, ya se celebró un acto íntimo en el cementerio de Las Contiendas, donde descansan los bomberos fallecidos en aquella intervención y a la que acuden sus compañeros (en activo y jubilados) para arropar a sus familias y recordarles.
Este domingo, antes del inicio de la carrera, se ha guardado un minuto de silencio también en la memoria de Vidal y Matarranz; así como en recuerdo de «todos los bomberos fallecidos en acto de servicio», como Fernando Navarro, «el compañero de la Diputación que perdió la vida en enero» en un accidente ocurrido cuando acudía a sofocar un incendio en Fompedraza.
Y así, una vez honrada su memoria, se ha dado el pistoletazo de salida a una carrera en la que han participado 372 corredores para cubrir un recorrido de casi ocho kilómetros por Huerta del Rey y Villa de Prado. En la categoría masculina ha llegado en primer lugar José María Cantero, con un tiempo de 26 minutos y 16 segundos; seguido de Roberto Bueno y de José María Pindado. Y en la femenina ha cruzado la meta en primer lugar Reyes Gutiérrez (31 minutos y 59 segundos), con Gloria Rodríguez y Beatriz Alonso en segundo y tercer puesto, respectivamente. A continuación han corrido los menores, más de doscientos, en carreras de distintas distancias adaptadas a sus edades.
Los más de quinientos participantes en este XXIX memorial Vidal Matarranz han compartido después un almuerzo en el interior del parque de Bomberos de Las Eras, en el que un día trabajaron José Luis Vidal y Juan Carlos Matarranz, los dos profesionales que perdieron la vida en la madrugada de aquel lejano 6 de octubre de 2006.
Una tragedia sin autor conocido
El incendio en la discoteca Siete Siete, situada en el número 34 de la Rondilla de Santa Teresa (hoy reconvertida en trasteros de alquiler), se desató en una planta de plástico ornamental sin que la posterior investigación encontrara a los responsables. El local, situado en un bajo y que carecía de más salida de emergencia que la propia entrada, acabó envuelto en llamas y llenó de humo. Murieron la citada trabajadora del ropera y una clienta. Y después los dos bomberos que acudieron a socorrer a las víctimas.
La posterior causa judicial se cerró sin autor conocido y con una condena menor al propietario del negocio por una cadena de errores (estructurales del propio establecimiento) que favorecieron la propagación del fuego y la huida de los clientes y trabajadores.
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