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La Archidiócesis de Valladolid celebró el Domingo de la Divina Misericordia, que es el último día de la octava de Pascua. Desde hace poco más ... de una década, y exceptuando los años de la pandemia, la capital celebra esta solemnidad con la participación de gran número de fieles tanto con la celebración de una eucaristía en la Catedral como con una procesión orante -acto rezado y cantado- hasta la Basílica de la Gran Promesa, donde concluyó la convocatoria con el rezo de las vísperas del segundo Domingo de Pascua. En el camino, en la plaza de Santa Cruz, la comitiva accedió hasta la puerta del Palacio de Santa Cruz donde se realizó un acto religioso para proseguir a continuación hasta el Santuario Nacional.
El arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, recién llegado del funeral del Papa Francisco en Roma, presidió estas celebraciones donde destacaba el cuadro de la Divina Misericordia, una obra cuyo original recibe culto en un templo de Cracovia. Es una festividad marcada en el calendario por San Juan Pablo II para el último domingo de la octava de Pascua a raíz de las visiones que tuvo una monja polaca, Faustina Kowalska, e incluso fue el propio Jesucristo el que dijo en sueños a esta hermana que el segundo domingo de Pascua tenía que llamarse Domingo de la Misericordia. Es más, esta religiosa está considerada entre los más notables místicos del cristianismo. Se trata de una devoción que está adquiriendo mucha importancia en el mundo de igual modo que, desde Valladolid, la devoción por el Sagrado Corazón de Jesús, de ahí que la procesión de este domingo terminase en este santuario vallisoletano.
«Jesús, confío en tí» se leía en el estandarte de inicio de esta procesión que discurrió por las calles del centro, con muchos fieles en su interior que rezaban y cantaban, y también ante la sorpresa de muchos ciudadanos que abarrotaban las terrazas del entorno de la Catedral, Portugalete o la plaza de la Universidad y Librería ante el discurrir de la comitiva. Un acto que llama la atención porque miembros de la Asociación de la Divina Misericordia -Sociedad Sagrado Corazón de la Divina Misericordia-, cuyo consiliario es el sacerdote Julio de Pablos, que portaban a hombros el mencionado cuadro así como la escultura del Inmaculado Corazón de María de Fátima que fue alumbrada por los hermanos de la Orden Tercera Seglar-Cofradía de la Santa Cruz Desnuda y en cuya presidencia también estaba el hermano ministro, Miguel Santos Romón.
Una emotiva procesión, tras un paréntesis con la Semana Santa, donde el sol animó a muchos a participar de la misma en una jornada donde esta devoción adquirió el protagonismo junto al fallecimiento del Papa Francisco, el pasado lunes de Pascua, de quien se recordó una frase muy apropiada para el tiempo: «La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia». Una reflexión que precede a la misa por el eterno descanso del Sumo Pontífice este lunes 28 de abril, a partir de las 20.00 horas, en la Santa Iglesia Catedral.
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