La leyenda de la maldición de una poderosa familia dueña del castillo de Fuensaldaña
En 1453, el apellido del linaje de los Vivero sería impregnado de sangre y dos de sus miembros mataron a sus propias esposas
En el siglo XV, cierta familia protagonizó un ascenso y apogeo al servicio de los reyes, pero pronto encaminó su declive debido a conjuras y ... cambios de bando en tiempos de guerra. Además, según la leyenda, una maldición les condenó con varios crímenes que acabaron con sus descendientes.
Los Vivero era un influyente linaje de raíces gallegas que se instaló en Castilla en el siglo XV con la intención de ampliar su poder. Ya tenían un palacio en Valladolid, pero les faltaba un castillo. Así que en 1452 compraron tierras en Fuensaldaña y unos prisioneros musulmanes de su propiedad lo levantaron en medio de trigales y viñedos.
El impulsor de la obra fue el propio don Alonso Pérez de Vivero, secretario y contador Mayor del rey Juan II de Castilla, uno de los cargos mejor remunerados de la época. Sin embargo, fue su nieto el que culminó la construcción. Este nieto, segundo vizconde de Altamira, fue el que propició el matrimonio secreto de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos.
Era otoño en Fuensaldaña. Dos jóvenes, de 18 años ella y de 17 él, acaban de verse por primera vez. Conversan un par de horas, intercambian regalos y al acabar firman una promesa formal de matrimonio. Se llamaban Isabel y Fernando e iban a cambiar la historia del mundo, pero ni siquiera estaba claro que pudieran llegar a reinar.
El matrimonio se formaliza, clandestinamente, un 19 de octubre de 1469 en el palacio que la familia Vivero en Valladolid. La pareja pasará su luna de miel en el castillo de Fuensaldaña, en el que se prometieron poco antes.
Muertes y conspiración
Una vez concluida la construcción de la fortaleza, Vivero, guiado por sus cálculos políticos, decide traicionar al condestable don Álvaro de Luna, que al enterarse de la conspiración ordenó acabar con Vivero. Así, el viernes santo de 1453, Alonso murió en Burgos en una reyerta callejera.
Aquel año comenzó la maldición de los Vivero y el apellido de aquel noble linaje sería impregnado de sangre y muerte. No corrió mucha mejor suerte el condestable, puesto que su crimen fue juzgado y se ordenó que fuera degollado. Antes de morir, según la leyenda, maldijo tanto a Alonso Pérez de Vivero como a todos sus descendientes.
Fuera o no por la maldición del condestable, los hechos violentos se sucedieron en el seno de la familia y hasta dos de sus miembros varones cometieron crímenes contra sus propias esposas, además de sufrir destierros e incluso la confiscación del castillo. Y otro sucesor incurrirá en el mismo crimen y provocará otra nueva confiscación.
Sucesores y herederos conocieron así la desgracia, más aún sus mujeres, quienes por celos y otras desgracias fueron muertas por manos de la nobleza de nombre Vivero. Una fue Mencía Sarmiento, esposa de don Juan Pérez de Vivero, quien le dio muerte en 1520 tras conocer que le engañaba con el alcaide de la fortaleza. La otra era Elvira Bazán Quiñones, asesinada por su marido Alfonso de Vivero, nieto de Alonso.
Además, sufrieron el destierro e incluso la confiscación del castillo. Ya en el siglo XVI, los Vivero obtuvieron el título de condes de Fuensaldaña de manos de Felipe II, pero el linaje se extinguió poco después al no haber herederos.
Las crónicas narraban la historia de decadencia y abandono de aquel castillo que los Vivero soñaron y mandaron construir como seña de un poder efímero. Una fortaleza que se convirtió en una prisión por la que merodear cuando la gente se marchaba a su hogares y el silencio sumergía en sombras los muros que la rodean.
Comuneros y sede de las Cortes
La inestabilidad, la violencia y las intrigas de palacio permanecieron en el siglo XV. Sin embargo, tras las confiscaciones de los reyes, en 1521 las tropas comuneras lo ocuparon sin apenas resistencia en la Guerra de las Comunidades de Castilla.
Tras siglos de abandono, con la llegada de la democracia el gobierno autonómico decide convertir el castillo de Fuensaldaña en la sede de las Cortes de Castilla y León. En 1983, el hemiciclo autonómico se instala allí hasta 2007. En la actualidad, es gestionado por la Diputación de Valladolid como 'centro de interpretación de los castillos'.
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