El fantasma de la monja que no logró alcanzar la paz
Entre los muros del viejo colegio de la Asunción, hoy sede del Gobierno autonómico, se dice que vive el espíritu de una religiosa que murió en el parto
Uno de los fantasmas más conocidos que habitan en Valladolid pulula por los largos pasillos y los recovecos del colegio de la Asunción, actual sede ... del Gobierno autonómico. El fantasma solo ha hecho acto de presencia en los edificios originales, no se tiene constancia de que lo haya hecho en los añadidos y nuevas construcciones.
Pero empecemos por el principio. La historia del fantasma nace casi al mismo tiempo en el que el Colegio comienza a experimentar la transformación necesaria para convertirse en sede del Ejecutivo regional en 1983. Tanto la finca como sus edificios habían sido vendidos a la inmobiliaria Covaresa en 1978 por la congregación de la Asunción, que llevaba en ella desde mediados del siglo XX.
Se dice que una vez comenzaron las obras empezó a circular entre los trabajadores el rumor de la existencia de sucesos extraños y que entre los muros de las viejas edificaciones habita el espíritu de una monja que nunca pudo alcanzar la paz después de morir durante el parto entre las paredes de uno de los edificios. La historia cuenta que hay herramientas que desaparecen pese a la vigilancia de las obras y que hay maquinaria que de un día para otro deja de funcionar.
Sin embargo, la historia parece olvidarse al finalizar las obras. Hasta 1986, cuando se van ocupando progresivamente zonas ya rehabilitadas de los antiguos edificios. El rumor y la historia renacen, pero ahora con más concreción. Los trabajadores que llevan más tiempo en aquellos edificios no lo ocultan, aunque tampoco hacen alarde de ello.
Espíritu nocturno
Se cuentan muchas cosas, pero las dos más repetidas tienen como protagonista a una mujer que durante la noche llevaba a cabo las labores de limpieza en la zona de lo que es la Oficina del Portavoz del Gobierno.
La primera narra que esta mujer estaba fregando el suelo de uno de los kilométricos pasillos del edificio. Tenía los cubos algo alejados de donde ella estaba pasando la fregona y, cuando dobló una esquina, oyó un estruendo. Desdobló sus pasos y su sorpresa fue encontrarse todo el carro volcado con los productos de limpieza. En el edificio no había nadie más a esas horas. No obstante, la mujer no le dio demasiada importancia al asunto, justo lo contrario que haría 24 horas después.
Al día siguiente, en una situación similar, la trabajadora observó aterrada como, en el mismo pasillo, unas huellas se reflejaban en el húmedo suelo que acaba de fregar. Esas manchas le hicieron entrar en pánico, empezaban y acababan sin más, sin venir ni llegar a lado alguno. Desde entonces, no se han vuelto a escuchar historias de fantasmas en este edificio. Quizá el espíritu se dio por satisfecho o quizá no fuera cierto.
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