La agonía de las cabinas telefónicas de Valladolid deja 71 de 98 rotas y a finales de año desaparecen todas
El Ayuntamiento pedirá a Telefónica que elimine los postes de la vía pública «como se hace con el mobiliario sin uso»
No es fácil encontrarlas (solo quedan 98 en la capital; en 82 pivotes, porque algunos locutorios son dobles), pero más complicado es aún descolgar el ... teléfono y que haya línea al otro lado. Solo 27 de los postes telefónicos públicos que hay en la capital (apenas uno de cada cuatro) funcionan a la perfección, según el inventario más reciente de la concejalía de Planificación y Recursos, elaborado a partir de las comprobaciones y el trabajo de campo realizado por los distintos distritos de la Policía Local.
Las cabinas telefónicas –condenadas a su desaparición a finales de este año– viven una triste y larga agonía no solo por la falta de uso (los móviles les han comido la partida), sino también por la ausencia de mantenimiento en muchos casos.
«El estado de estos teléfonos públicos es bastante deficiente, máxime cuando se ha comprobado que algunos que se habían reparado recientemente vuelven a estar deteriorados», explica el concejal Pedro Herrero. Entre ellos, el de la plaza Carmen Ferreiro (en San Pedro Regalado) o el de Puente Colgante, 2 (en la estación de autobuses). Hay otros que hace meses que no funcionan y que han sido pasto del vandalismo, en forma de pintadas o grafitis (como los del Paseo de Zorrilla 47, 81, 82, 104, 123 y 132, la calle Aurora o Gabilondo). Algunos tienen el terminal arrancado y solo queda el poste (en María de Molina).
El Ayuntamiento ha requerido a Telefónica su reparación, aunque tal vez no se tomen medidas porque, a finales de este año, las cabinas habrán pasado a la historia. Los teléfonos públicos tienen sus días contados. La concesión del servicio termina el 1 de enero de 2022, toda vez que el Gobierno entiende que han dejado de ser un servicio público esencial.
Quedan 98 en la capital, 141 en la provincia (en el año 2000 eran 527), 15.611 en toda España (cuando a finales del siglo XXllegaron a 108.899). El número no es casual, sino que venía fijado por un reglamento de servicio universal fijado por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital.
La compañía debía mantener al menos un teléfono público en cada uno de los pueblos con más de mil habitantes. Y luego, una cabina más por cada tres mil vecinos, con uso las 24 horas, posibilidad de pago en monedas y tarjeta y la garantía de que se puede llamar gratis a emergencias, al 112. En Valladolid se cumple ese porcentaje: el problema es que tres de cada cuatro no funcionan.
Pero, ¿es en realidad un problema? Si nos fijamos en los datos de uso, no parece que tanto. Un informe de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) dice que el 88% de la población no ha empleado un teléfono público en su vida. Calcula que mantenerlas conlleva 4,5 millones al año. Y Telefónica certifica que su uso es casi testimonial. Hay más de 12.000 aparatos que no se han descolgado desde hace meses. La media dice que desde cada cabina se efectúa una llamada a la semana. Solo una.
¿Qué se va a hacer con ellas? El Ayuntamiento de Valladolid instará a su retirada, que se eliminen de la vía pública. «Es el criterio que estamos usando con todo aquel mobiliario que carece de uso», explican Pedro Herrero, concejal de Recursos, y Luis Vélez, de Espacio Urbano.
El Consistorio ha iniciado una batida para quitar de las calles el mobiliario obsoleto, tanto porque ya no se usa como porque genera barreras urbanísticas para el peatón. Desde 2015 han eliminado 1.069 pivotes y bolardos (por ejemplo, las bolas de la calle San Martín o las cuñas de cemento de la Acera de Recoletos). También hay un plan para reorganizar postes publicitarios. Así, la retirada de las cabinas parece clara. A no ser que haya algún indulto de última hora.
En otras localidades se les ha buscado un uso alternativo:reconvertidos en puntos de información turística (con pantallas en lugar de teléfonos), soportes de publicidad digital, de recarga de móviles o de acceso 'wifi'. Telefónica da la opción a los ayuntamientos de solicitar su cesión. En Barcelona, un colectivo vecinal instó al Consistorio a conservar una cabina histórica, que ahora funciona como punto de intercambio de libros. En Valladolid, si finalmente abandonan las calles, una opción podría ser solicitar la cesión de varios modelos para su instalación como recuerdo en el Museo de la Ciencia.
La primera cabina de España se instaló en el parque del Retiro, Madrid, en 1928. El 4 de agosto de 1933, Hipólito Alba Gregorio, vendedor de pescado al por mayor en el mercado dePortugalete, solicitó, para su puesto, la primera licencia para un teléfono con cabina en Valladolid. Aquel año había cerca de 2.000 abonados en la provincia.
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